Baltar revalida con fisuras la Diputación que heredó de su padre
El hijo-sucesor del histórico barón del PP de Ourense mantiene el poder provincial pero pierde plazas emblemáticas
José Manuel Baltar, el hijo del exbarón del PP gallego condenado por enchufismo, ha revalidado en las urnas el legado político heredado en 2012 cuando su padre, José Luis Baltar, lo designó sucesor suyo en la Diputación de Ourense completando así el traspaso en el seno familiar de todos los poderes (en 2010 el hijo había sustituido ya al progenitor al frente del PP en un atribulado congreso provincial). Tres años después de aquella estampa de los dos Baltar fundidos en un abrazo en torno al bastón de mando de la institución provincial, el hijo-sucesor mantiene la herencia, la única Diputación a la que puede aferrarse el PP gallego, pero las urnas han evidenciado que la segunda generación ha dilapidado ya parte considerable del capital, intocable para cualquier partido ajeno al PP desde 1979.
El segundo de los Baltar, empeñado en ofrecer una imagen distinta a la de su progenitor que reivindicaba con naturalidad el caciquismo -aunque según denuncia la oposición, el heredero cultiva métodos clientelares similares- ha perdido una considerable parcela de poder: más de 20.000 votos y 34 concejales. Lo precupante para el PP es que el sucesor no ha podido mantener una decena de alcaldías, unas emblemáticas y otras, feudos históricos del baltarismo que fundó su padre: enclaves de ese rural en donde hasta hace poco era difícil para cualquier opción alternativa al PP montar una candidatura.
O Carballiño (con un regidor, Argimiro Marnotes, imputado en la Operación Pokémon a quien Baltar no solo mantuvo como candidato sino que le encargó la elaboración del ERE de la Diputación), Verín (con otro alcalde, Juan Manuel Jiménez, investigado judicialmente) y Barbadás (en donde el histórico regidor José Manuel Freire Couto, causó baja antes de los comicios tras una imputación judicial por presunta corrupción urbanística) pasarán a ser gobernados con toda probabilidad por coaliciones de izquierda.
Junto a estas plazas, el hijo-sucesor pierde pequeños bastiones, enclaves emblemáticos intocados en medio siglo y en los que era impensable que pudiera germinar una opción distinta a la derecha que se ha mantenido impertérrita desde el franquismo. Es el caso de las alcaldías de Sandiás y de Ramirás, ambas gobernadas ininterrumpidamente con hogadas mayorías absolutas hasta la fecha por dos mujeres, Concepción Méndez y Pilar Otilia López, que aspiraban a revalidar el poder desempeñado en ambos casos desde 1979 y que heredaron de su padre y su suegro, respectivamente, alcaldes del franquismo. Junto a ellas pierde también la alcaldía igualmente histórica de Punxín.
El capital perdido por el segundo Baltar de la herencia paterna lo completan las alcaldías de Vilamartín (con una lista encabezada por otra mujer, Jesusa Candal, que heredó igualmente en su momento la alcaldía de su padre), San Xoán de Río, A Rúa y Viana do Bolo, también con giros hacia la fragmentada izquierda ourensana.
El sucesor revalida en las urnas la mayoría absoluta de la Diputación con 14 escaños frente a ocho del PSOE y uno del BNG. Pero ha de hacer frente además a otros dos ediles que han colado los independientes de Democracia Ourensana con la promesa de llevar cada sospecha al juzgado. Así ha hecho ya este partido en el Ayuntamiento de la capital, hasta provocar el desplome de los partidos tradicionales y multiplicando a cambio por cuatro su representación.
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