52 años después de la tragedia
Una foto de las inundaciones en Terrassa de 1962 reúne de nuevo a dos víctimas
Han pasado 52 años de las inundaciones que asolaron la comarca del Vallès —causaron 692 muertos—, pero a Isabel Gutiérrez y Dolores Moscoso, dos vecinas de Terrassa, todavía se les humedecen los ojos cuando recuerdan lo sucedido. La tragedia quedó plasmada no solo en sus recuerdos, sino en centenares de fotos que han sido recuperadas recientemente. En una de ellas aparecen estas dos amigas de la infancia ayudándose para cruzar una riera. Hasta ahora ninguna de las mujeres había visto la imagen. “Mira, esta soy yo”, dice Isabel. “¡Que no, que no. Que tú eres la otra!”, le corrige Dolores mientras sostienen como si de una joya se tratara la copia de la fotografía, obra de Carlos Durán, un reputado fotógrafo de la época de Terrassa.
A pesar de que ya queda lejos la fatídica noche del 25 de septiembre de 1962, sus imágenes siguen nítidas. “Estaba en la cama y oí gritos. Cuando me levanté se me mojaron los pies. El agua me llegaba al tobillo”, recuerda Dolores. Esa noche cayeron en Terrassa 215 litros, una cifra parecida se dio en Sant Llorenç del Munt, la cabecera de los ríos que recorren la comarca. Las rieras habitualmente secas y entonces pobladas por todo tipo de vegetación se ahogaron de agua y escombros. La venida sobrepasó el cauce y se hizo dueña de las calles, arrastrando las frágiles casas autoconstruidas en la periferia de las ciudades por los inmigrantes llegados del sur de España. Solo en Terrassa hubo 327 muertos.
La casualidad ha hecho que la foto vuelva a manos de sus protagonistas. Hace tres años la ciudad conmemoró los 50 años de la tragedia a través de diferentes exposiciones. En una de ellas Isabel se topó con una fotografía de su marido. Entonces localizó al impulsor del homenaje, el fotógrafo Cristóbal Castro, que le enseñó otras imágenes de las inundaciones, con la sorpresa de verse retratada en una de ellas.
Este martes Isabel quedó con su amiga Dolores (a la que ahora ve ocasionalmente porque esta viaja constantemente) para enseñarle la fotografía. No está hecha el día de la tormenta, sino dos días después, cuando el agua ya se había retirado ligeramente. Isabel se dirigía al trabajo y Dolores a casa de su madre. Cruzaban la riera a diario porque el resto de la ciudad estaba al otro lado. “No había puentes ni nada. Todo eran matorrales y cruzábamos por un camino que hicimos nosotros a fuerza de pasar cada día”, explican a dúo.
Llegadas de Andalucía de niñas, se instalaron en unas barracas en lo que ahora es el barrio de Poblenou de la cocapital vallesana. Comparten vidas paralelas. Isabel llegó a Terrassa procedente de Oanes (Almería) con 13 años. Empezó pronto a trabajar de sirvienta y después en una fábrica. Dolores vino de Nueva Cartella (Córdoba) con siete. Trabajó en una pensión y después también en una fábrica. Todavía residen en el mismo barrio, ahora tomado por casas unifamiliares. Y cruzan la riera por las diferentes pasarelas que existen. Pero no todo ha cambiado. “La riera continúa igual de descuidada, es una pena cómo está”, zanjan.
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