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La casa de Muñoz Ramonet albergará una biblioteca subterránea

El palacete será un espacio expositivo vinculado al legado del empresario

José Ángel Montañés
El palacete de Muñoz Ramonet albergará una biblioteca subterránea.
El palacete de Muñoz Ramonet albergará una biblioteca subterránea.carles ribas

En julio de 2013 el Ayuntamiento de Barcelona se hizo, después de casi veinte años de pleitos, con las llaves de la finca de la calle Muntaner que el industrial Julio Muñoz Ramonet dejó a la ciudad en herencia al morir en 1991 junto con una magnífica colección de obras de arte que se conservaban en su interior. A partir de ese momento, además de comprobar cómo la gran mayoría de obras, muebles y objetos de gran valor habían desaparecido, los responsables de la Fundación Julio Muñoz Ramonet, la entidad municipal que ha reclamado la herencia a las cuatro hijas del industrial, han buscado qué utilidad dar tanto al palacete principal como al edificio anexo, conocido como la torre, situados en este lugar privilegiado del distrito de Sarrià-Sant Gervasi de Barcelona.

Desde el comienzo se apuntó que el palacete que construyó Enric Sagnier entre 1912 y 1914 por encargo de Ferran Fabra, segundo marqués de Alella, que en 1945 ya estaba en manos de Muñoz Ramonet, acabaría acogiendo una biblioteca. Sin embargo, los responsables de la fundación, con el concejal de Cultura Jaume Ciurana a la cabeza, siempre han manifestado que no se haría nada que fuera en contra de los deseos que el industrial dejó escrito en su testamento: “La conservación y mantenimiento de estas instalaciones y su visita y aprovechamiento útil para el público”. Esto, unido a las reducidas dimensiones de las dos construcciones (3.291 y 1.294 metros cuadrados respectivamente) y la disposición de sus espacios --en el caso del palacete alrededor de un gran vestíbulo central presidido por una larga escalinata curvada que conduce a la galería del primer piso en el que se encuentran las diferentes habitaciones y dependencias--, que impiden y son poco compatibles con la racionalidad y claridad que se asocia con cualquier equipamiento público, ha llevado al Ayuntamiento a adoptar una postura intermedia.

El proyecto al que ha tenido acceso EL PAÍS que lleva la firma del arquitecto Enric Sòria, que está sobre la mesa del quinto teniente de alcalde desde hace meses pero que tendrá que esperar a la siguiente legislatura, recuperará el palacete como espacio expositivo vinculado a las colecciones del legado dejado por el empresario. “Es el lugar ideal para mostrar cómo vivía la burguesía barcelonesa de mediados del siglo XX”, ha explicado en varias ocasiones Ciurana.

Mientras, la torre y uno nuevo subterráneo de dos plantas que se construirá junto a los dos históricos, justo debajo de la actual piscina en el lateral de la calle Avenir, acogerán una biblioteca de proximidad, que se quiere que esté especializada en literatura internacional y lengua extranjera ya que, según Ciurana es una "carencia que tiene la ciudad". El concejal también ha explicado recientemente que: "Las obras comenzarán en 2016 y se inaugurará en 2018”.

Situada en el edificio de la calle Avenir y en uno nuevo de dos plantas bajo el jardín conectará bajo tierra con el palacete

La idea principal del proyecto es crear “una construcción nueva dentro de la finca que no modifique la percepción del conjunto del palacete, que no entre en competencia arquitectónica o formal con las construcciones de Sagnier y, finalmente, que no suponga una disminución grave de la superficie ajardinada actual, tan ligada al palacete como a la torre”. Por eso, se aprovechará el desnivel que hay entre el jardín y las cotas del nivel de calle Avenir (imperceptible desde afuera por el muro de contención de tierras) y se extendería por todo el terreno comprendido entre el edificio de viviendas construido en la parte segregada en la década de los años 30 de la calle Muntaner y la torre. El nuevo edificio tendrá dos plantas, una a nivel de calle de unos 800 metros cuadrados y otra inferior de otros 550 metros cuadrados. Tendrá una importante y amplia fachada acristalada en la calle Avenir, un patio inglés interior y unirá bajo tierra la planta baja de la torre y el piso subterráneo del palacete.

Según el proyecto, el nuevo edificio acabará cubierto por una capa de unos 60 centímetros de tierra que reproduzca la planta de la piscina actual, pero con un fondo menor, semejante a un estanque, con el fin de que no sea perceptible desde el interior de la finca y mucho menos desde la entrada principal, la calle Muntaner. No hay que olvidar que los edificios están catalogados y protegidos como Bienes de Interés Urbanístico por lo que la volumetría exterior

No se podría modificar; ni quitar ni añadir nada. Además, los jardines, según se ha sabido tras el estudio realizado por Parques y Jardines, son unos de los pocos históricos que se conservan de la ciudad realizados por el gran paisajista francés Jean Claude Nicolàs Forestier en 1916, aunque con modificaciones posteriores. El jardín que ha abierto sus puertas durante los fines de semana de los tres últimos meses ha recibido casi 10.000 visitas, la mayoría vecinos del barrio, dando muestras del interés que ha despertado el nuevo equipamiento ciudadano. A partir de ahora, según el Ayuntamiento el jardín se reparará, mejorando las instalaciones y recuperando parte del arbolado y las plantas, según el criterio del jardín original.

En cuanto a las construcciones históricas, el proyecto de Enric Soria establece que la planta baja del palacete, con el recibidor, la sala de recepción, el gran salón, la sala de lectura y de música, que dan al jardín principal y el gran comedor (donde Muñoz Ramonet le gustaba sorprender a sus invitados dándoles de comer a la carta y usando cubiertos de oro) mantenga el uso de representación y la unidad que tuvo desde que fue construido por Sagnier. Sin embargo, el primer piso, donde están situados los dormitorios, vestidores y baños que usaron Muñoz, su mujer Carmen Villalonga y sus cuatro hijas Carmen, Helena, Isabel y Alexandra pueden adaptarse a otros usos “que sus generosas medidas facilitarán”. Por eso, mantiene el proyecto que sería fácil instalar en esta primera planta “un contenido expositivo museístico con objetos, paneles o vitrinas conformando un discurso adecuado al lugar”, compatibles con otras actividades más representativas de carácter ocasional. En cuanto a la segunda planta, el proyecto la destina a actividades internas, pero no a usos públicos.

Para que todo esto sea posible “habrá que hacer una rehabilitación a fondo de los edificios”, ha explicado Ciurana; sobre todo para adaptarlos a las normativas de seguridad vigentes en la actualidad que permitan su apertura a cualquier uso público. Por eso, hace meses que las obras de arte que encontró el Ayuntamiento cuando fue recibió las llaves de la casa, las que las hijas quisieron dejar en lugar de las auténticas que su padre dejó en herencia a la ciudad de Barcelona, han abandonado el palacete. Las que tienen valor patrimonial, según los expertos contratados por la fundación y el Ayuntamiento, han viajado a varios museos barceloneses y de fuera de la ciudad para garantizar su buena conservación durante los trabajos de reforma. El resto están reubicadas en el interior de la casa en espera de saber qué destino último tendrán.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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