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elecciones andaluzas
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Quién teme a la minoría feroz?

En este país no hay estabilidades institucionales gobernando en minorías

El argumento esgrimido por Susana Díaz de convocar elecciones para garantizar la estabilidad institucional de Gobierno puede ser cierto, pero de vuelo corto. Analizando la radiografía del anuncio revela una realidad descorazonadora: la de que en este país no hay estabilidades institucionales gobernando en minorías, porque se infiere que no cabe auténtica honestidad en los pactos, que éstos, lejos de servir al interés ciudadano, siempre serán de conveniencia partidista. Hace tiempo observé que cuando uno habla con un político suele tener las pupilas dilatadas porque, más allá del objeto de la conversación, está pensando en la caja registradora de los votos.

Según los sondeos, a diario variables y tan interesados como lo puedan ser las empresas y los medios que las publiquen, en el “laboratorio andaluz” del 22 de Marzo nos vamos a ver abocados a una situación teóricamente ingobernable aunque, en puro rigor democrático, debería ser de saludable pedagogía cívica, en la medida que obligaría a profundizar en la cultura del entendimiento, del compromiso que comportan las promesas y, sobre todo, de la lealtad, para con los socios de gobierno y para con los ciudadanos. El panorama, según los pronósticos, será el de un parlamento fraccionado y gobernado por minorías condenadas a entenderse, expresión al uso que tampoco deja de ser descorazonadora, pues considera al entendimiento en sí como una condena. En cualquier caso, la anemia democrática que padecemos no nos va a permitir votar ideas sino intuiciones, imágenes, vocerío mediático, titulares, carteles, eslóganes tautológicos y, si alguna instancia reflexiva pudiera entrar en juego, ésta no sería otra que la del bolsillo. Ante eso, algún español o algún andaluz errabundo de la tipología de Chaves Nogales bien podría lanzar una demanda desgarrada: ¿Hay alguien por ahí que tenga algo sensato que decirnos? Quizás nos tapemos la nariz, pero si alguien hubiera, tendría garantizado nuestro voto.

En todo caso pueden esclarecerse algunos posicionamientos en este piélago: se libra una batalla entre los que, aún ultrajándolo a veces, son herederos del espíritu de la Transición (PP y PSOE), los desubicados tras la caída del muro (IU), los adanistas recurrentes dispuestos a implantar un “ordine nuovo” tan viejo como el cadáver de Lenin (Podemos) y los palomos que emergen entre el pañuelo estrujado de un prestidigitador (Ciudadanos). ¿Seremos capaces alguna vez de mantener una mínima conciencia de estabilidad histórica, de pertenencia a una inveterada comunidad de intereses como para no tener que reventar y reinventar un país desde sus cimientos en cada generación? Eso supondría que habríamos conseguido introducir por primera vez un poco de cordura en las escuelas y los españoles- los andaluces- tendríamos pegada a la piel la Europa de la Ilustración, de las Luces y las Cortes de Cádiz, y no la ulcerada corteza de los desventurados Balcanes.

Salvador Moreno Peralta, arquitecto

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