Hallado muerto un cura en Ourense con golpes en la cabeza
El sacerdote de Vilanova dos Infantes estaba en un cobertizo al lado de su casa
En Vilanova dos Infantes, una pedanía de la villa ourensana de Celanova, todavía están sobresaltados. Buena parte de los 250 habitantes del pueblo se arremolinaban en la tarde del miércoles en torno a la casa del cura, Adolfo Enríquez, de 77 años, acordonada y precintada tras ser hallado su cuerpo, tumbado boca abajo, en un pajar de la finca, con señales aparentes de violencia, concretamente, marcas en la cabeza, según relatan las fuentes consultadas. La Guardia Civil confirma la apertura de una investigación para determinar qué sucedió en el lugar durante las últimas 48 horas, ante las marcas que presentaba el cadáver y tras encontrar la casa totalmente revuelta. Por el momento, el cuerpo armado no confirma otros detalles y emplaza a esperar a los resultados de la autopsia que se le practicará en el Complejo Hospitalario Universitario de Ourense.
En el pueblo, nadie sabía nada del cura desde hace un par de días. Su hermano, extrañado también por la ausencia y porque no respondía al teléfono, decidió entrar a la construcción rectoral situada justo al lado de la iglesia y algo aislada del resto de casas de la localidad. Nada más acceder a la vivienda se percató de que estaba extrañamente desordenada, con armarios abiertos y objetos fuera de lugar. Al bajar de nuevo hacia la calle sin noticias de Adolfo, decidió entrar al cobertizo que hay en la misma finca, justo al lado de la casa, en el que guardaba algunos utensilios de labranza. La puerta tenía el cerrojo exterior echado, pero al acceder a su interior encontró a su hermano tendido boca abajo y con sangre en el rostro, en la zona de la boca.
El párroco de Vilanova dos Infantes, que vivía solo, no había oficiado la misa del martes y algunos vecinos achacaron esa ausencia a que podría estar de viaje, fuera de Galicia, por un funeral. Preocupados por la desaparición y porque el pan todavía estaba colgado de la puerta después del mediodía, decidieron avisar a la familia. El hombre llevaba casi 45 años siendo el párroco y según explica el alcalde de Celanova, José Luis Ferro, era un hombre “muy querido y muy popular” entre los vecinos. Por el momento, los investigadores no descartan ninguna hipótesis, aunque el estado de la vivienda, las señales violentas que presentaba el cuerpo y la puerta del pajar cerrada desde fuera –por dentro de no hay cerradura– son “indicios comunes” de un supuesto robo con violencia. En los últimos meses, al menos, cinco curas han sido asaltados en sus viviendas en diferentes localidades de las provincias de A Coruña, Pontevedra y Ourense.
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