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Prat de Comte ficha familias

El Ayuntamiento busca nuevos habitantes para evitar el cierre de la escuela del municipio tarraconense de 164 habitantes

Marc Rovira
Prat de Comte, en la Terra Alta, tiene solo 164 habitantes.
Prat de Comte, en la Terra Alta, tiene solo 164 habitantes.

Rubén sube a paso ligero por la empinada calle principal de Prat de Comte. Están a punto de dar las tres y todavía no ha llegado a la escuela. Sabe que no tiene sentido acercarse un rato antes de que suene el timbre porque no va a encontrar a nadie con quién jugar a la pelota. Mientras avanza con el brío propio de sus 12 años comenta que el colegio “está aquí al lado”.

En Prat de Comte (Terra Alta) todo queda cerca. Y todos se conocen. El municipio más pequeño de las Tierras del Ebro tiene 164 vecinos y desde 2009 no para de encoger ni de envejecer. El pueblo se cubre de canas al mismo ritmo que pierde servicios. El Ayuntamiento, alarmado ante la posibilidad que el departamento de Educación cierre la escuela el curso próximo si se reduce la decena actual de alumnos, se ha propuesto fichar a nuevos vecinos. Se buscan familias con niños. Y para atraerlas se ofrece casa a buen precio y trabajo. “No podemos pagar un sueldo pero si podemos facilitar las cosas a quién se quiera instalar aquí y pretenda ganarse la vida” dice Joan Josep Malràs, el alcalde.

El albergue municipal está cerrado desde que la empresa que lo gestionaba se marchó sin volver la vista atrás. “Eran de fuera y no le sacaban todo el provecho” razona el alcalde. Anna, una vecina que vive justo enfrente de la casa de hospedaje recuerda que “antes venían muchos chiquillos de colonias, autocares llenos”. “Entonces no dormíamos siempre que queríamos”. Ahora nada perturba su sueño. En la misma calle, Mercè explica que trabajó en el albergue “lo menos siete u ocho años”. “Hay cinco habitaciones llenas de literas, tiene capacidad para 60 personas. Venía gente de todos los sitios pero estos últimos que lo cogieron no tenían ni idea de como llevarlo”. Las dos vecinas coinciden en que “para que funcione hace falta gente con ganas de trabajar”.

El pueblo tiene 164 vecinos y desde 2009 pierde habitantes

Si se hace caso al volumen de peticiones que han llegado al ayuntamiento desde que trascendió la propuesta para adjudicar el albergue a una familia con niños que acuda a Prat de Comte con voluntad de quedarse en el pueblo, candidatos no faltan. El alcalde, sorprendido y un tanto agobiado, explica que el albergue tiene vivienda: “Pensamos que dejarlo en manos de una familia que nos ayude a incrementar el censo y que aporte chiquillos a la escuela es una opción válida para todos”. A parte del albergue, Malràs dice que el municipio también tiene una vivienda (la antigua casa del médico) que puede ser alquilada a buen precio si aparece el candidato ideal para encargarse de la agrotienda del pueblo. Del mismo modo, también se miraría con buenos ojos, “y se pondrían todas las facilidades posibles”, a la familia que asuma el reto de comercializar el popular aguardiente de Prat de Comte. “Ahora lo hacemos como podemos y lo que sacamos sirve para pagar la fiesta del pueblo; pero bien gestionado, puede dar para un sueldo”.

A todo esto, en el ayuntamiento no para de sonar el teléfono. Carme Fosch, la administrativa, ha optado por grabar un mensaje de recurso en el contestador automático. “Que la gente eche un vistazo a la web, que allí queda todo bien claro”, dice. Encima de su mesa se amontonan los papeles. “Son correos electrónicos. He tenido que imprimir unos cuantos para poder aligerar el buzón de correo, lo tenía saturado”. Joan, el alguacil, los hojea y lee en voz alta. “Las Palmas, Málaga, Jaén. La gente nos escribe desde todas partes. Mira, aquí uno que dice que está en México y que su abuelo paterno era catalán”.

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Malràs, afiliado a Unió Democrática y que antes de ser alcalde había sido concejal en Tortosa, no tiene oposición en Prat de Comte. Las cinco concejalías están poder de CiU. Uno de los regidores, Robert Viña, se deja caer por el ayuntamiento para echar una mano con el teléfono y los correos. “Vamos a tener que pedir ayuda y asesoramiento para hacer el proceso de selección”, dice. El éxito de la llamada ha sido considerable pero admite que hay quién se apunta al asunto sin tener muy claro de qué va. “Nos llegan currículums de gente de 60 años o de otros que pretenden una segunda residencia”. Y de vecinos de fin de semana en Prat de Comte hay abundancia.

El alcalde está sorprendido ante el alud de solicitudes de familias

El concejal y Pepe, el operario de la brigada, señalan desde un rincón de la plaza las casas de la calle e indican: “esa es de uno de Barcelona; esa también es de gente de fuera; la de al lado es de un guardia urbano de Barcelona...”. Los requisitos están claros y no se hacen excepciones. Que se lo digan sino al marido de Mercè, la extrabajadora del albergue: “Yo soy de aquí y estoy en paro. Pero mis críos ya son mayores y van al instituto”.

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