Institutriz con paquete
Hidrogenesse, son una anomalía en el pop local, y es lamentable que no existan más propuestas de este cariz
La sala llena. El público contento de formar parte de un club, el de los seguidores del dúo que subía a escena. Un ambiente que se explicaba endogámicamente, no tanto por voluntad de los artistas sino a causa de esa complicidad implícita que se establece entre aquellos que siguen a un grupo singular con una modesta cuota de popularidad. Ellos, Hidrogenesse, son una anomalía en el pop local, y es lamentable que no existan más propuestas de este cariz dada su radical mirada a lo que nos rodea. Inteligencia y sentido del humor, parientes cercanos cuando no hermanos, son los motores de esta pareja adicta al pop electrónico tocado por una factura que en directo no pretende ser estilizada. Por todo ello que Hidrogenesse coseche más disensos que consensos. De ahí la sensación entre sus seguidores de formar parte de un club.
HIDROGENESSE
HIDROGENESSE
Apolo(2)
27 febrero 2.015
En escena dos hombres. Uno se dirigía al público como una institutriz repelente y estirada. Pero marcaba paquete gracias a un ajustado conjunto de interior color carne -un color de lencería entrada en años- para generar equívocos de desnudez. Genís. El otro tocado con una gorra de ciclista parecía con su cara de niño eso mismo, un niño con bigote. Danzaba suelto y con un estilo muy sui generis. Carlos. Ambos presentaban Roma, disco que como corresponde sonó en directo más imperfecto y juguetón que grabado. Hidrogenesse en puridad.
Dardos como Disfraz de tigre, Caballos y ponis o No hay nada más triste que lo tuyo fueron alguno de los clásicos que impactaron en la audiencia, entregada también al buen ramillete de temas que aparecieron de Roma. Entre ellos un canto a la vejez, A los viejos, en tono desenvuelto en el que cantan cosas como "los viejos de hoy fueron y siguen siendo el futuro", idea que casa con otra expuesta en la misma canción: "la juventud dura cinco minutos", frase muy en sintonía con una banda que canta lúcida, descacharrada, doméstica y dueña de una estética intransferible.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.