Escuchar y leer
Contracrónica de la sesión de control al 'Govern' dedicada a las políticas sociales
El lugar más vacío del Parlament es la biblioteca, y en esto el Parlament tampoco tiene mucho que ver con lo que pasa en la calle, pues en los barrios el personal entra y sale de las bibliotecas y, cuando puede, se queda dentro hasta la hora de cerrar. ¿Qué tipo de gente frecuenta una biblioteca? Pues, por lo visto, prácticamente de toda condición (vencedores y vencidos, desterrados de la vida y enterrados en vida, mayores de dieciocho y de libro de bolsillo, parados y lo que viene luego...), excepto diputados. También a diferencia de un vagón de metro de cualquier línea, o de los bancos de cualquier ambulatorio, e incluso a diferencia de muchos bares (¡qué lugares!), en el Parlament apenas se ve a nadie con un libro en la mano. Se ve más gente paseando el perro en el parque de afuera que ilustrísimos (que no ilustradísimos) llevando un libro. Luego en el hemiciclo, a la hora de interpelar a los consellers o al President, parece que los diputados en vez de leer su folio lo estén imprimiendo. Con esta música han creado los plenos su característico soniquete.
Como este miércoles era el día de la sardina, la sesión de control al Govern ha estado dedicada a las políticas sociales (igual que el Un, dos, tres se dedicaba una semana a los toros, otra a la zarzuela...), y todas las preguntas han versado sobre recortes en servicios sociales, pobreza energética, incremento de la pobreza y de las desigualdades, paro juvenil, reindustrialización, maltrato a los mayores... Las respuestas, ya no tanto. Por ejemplo, cuando la diputada popular Eva García ha requerido al honorable conseller Boi Ruiz sobre la sanidad universal, éste le ha preguntado qué se entiende por universal: “ustedes entienden por universal un universo concreto y nosotros entendemos que no hay universos concretos, que el universo es general”. Tales conclusiones las ha avalado el conseller explicando que todo eso lo había consultado previamente en un diccionario “universal”. (Claro que siguiendo esta lógica se entiende que un conseller de la Generalitat conteste siempre con generalidades). Ya lo decía Micromegas, el gigante cósmico de Voltaire: “Para hablar hay que pensar, o algo parecido”. También con una desenvoltura universal, el conseller de Empresa Felip Puig le ha asegurado a la diputada de ICV Laura Massana que todo el que haya recurrido a los servicios sociales tiene hoy día el suministro energético garantizado. No ha quedado muy convencida la parlamentaria con la respuesta; pero en las hemerotecas está que el señor Puig, siendo conseller de Interior, mostró que existen múltiples maneras de calentar al populacho. Eso también está garantizado.
Ha sido en el turno de las preguntas formuladas directamente al President Artur Mas, donde, al estilo del visir Iznogoud, el líder de ERC, Oriol Junqueras intentó dejar de ser jefe de la oposición para colocarse de jefe de la posición. Como tiene por costumbre, antes de nada le ha deseado “buen día a todo el mundo”, y sin perder un segundo le ha agradecido a Mas que compareciera ante la comisión de investigación sobre la corrupción (a la que tuvo que ir comprometido por los votos republicanos). El señor Junqueras quería saber qué le parecían al President estos dos años largos que llevan de convivencia informal y le ha confesado que en el fondo sus pretensiones son serias, de modo que está dispuesto a ayudarlo “desde las máximas responsabilidades institucionales posibles”. Entonces el President ha dicho que, bueno, que siempre se pueden hacer muchas cosas juntos, pero a la vez le ha recordado que cuando él quería le dejaba siempre con las ganas. De este modo, además del día de la sardina, se ha celebrado en el hemiciclo el día de San Valentín, que cayó en sábado y no había sesiones.
Sin embargo, ya lo cantaba El Puma: “¿Quién ha visto matrimonio sin correr amonestación?”, ha sido el dirigente de C's Albert Rivera el que ha amonestado y ha hablado ahora y no ha callado para siempre exhibiendo unas antiguas fotocopias en que Artur Mas aparecía en el puerto fluvial de Rosario en compañía de Jordi Pujol Ferrusola. Parece que a la diputada popular Alicia Sánchez-Camacho le ha dado alegría que saliera el tema de Rosario, pues no en vano en su formación gustan mucho los rosarios. Pero el President se ha sacado de encima el tema reprochándole a Rivera que no hubiese aludido a ese asunto cuando le interrogó en la comisión. A Sánchez-Camacho le ha afeado el tono y le ha dicho que “cada vez que habla tiene un grado de excitación mayor”. Cuando Artur Mas se enfada, se pone retador, y al terminar de decir algo mueve los hombros. No son las mismas las personas que mueven los hombros al callar (dándose importancia) que las que mueven la cabeza al callar (dándose la razón). Sin apartarse de la escuela franco-belga, el turno de preguntas a Artur Mas lo cerró el diputado convergente Jordi Turull, que elogió largamente a su President y tildó a algunos miembros de la oposición de “barrufets rondinaires”.
Detrás de la tribuna de prensa, se encuentra la tribuna de invitados, que es donde se acomodan, por ejemplo, los particulares que solicitan asistir a un pleno. A esta sesión acudieron tres amigos jubilados, y sin duda alguna instruidos, que escucharon muy atentos los debates. Antes de que acabaran de entrar los parlamentarios, querían saber dónde se sentaban ahora “los socialistas castigados” y les asomó una sonrisa burlona cuando se enteraron de que era en la última fila. Terminada la sesión de control, uno de ellos concluyó que los políticos no saben expresarse muy bien y señaló que Alicia Sánchez-Camacho se había referido a la reducción de la ocupación cuando a todas luces quería decir la reducción del paro. Escuchar es lo más parecido a leer, dos actividades desaprovechadas frecuentemente y para las que está muy bien habilitado el Parlament si no es que fue precisamente creado para eso.
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