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Especialistas extraen nuevos ataúdes en la cripta de Cervantes

Los féretros, menos de media docena, son muy semejantes al que contenía las iniciales MC. Prosigue la detección de plomo en los huesos

Varios ataúdes, en número inferior a media docena, que han sido extraídos del suelo de barro cocido de la cripta de las Trinitarias donde se buscan los restos de Miguel de Cervantes, están siendo examinados por el equipo que dirige la arqueóloga Almudena García Rubio y supervisa Francisco Etxeberría, presidente de la Sociedad Científica Aranzadi. Los ataúdes, muy semejantes al que contenía las iniciales MC atribuidas al féretro que contuvo los restos del escritor universal, conservan su madera y herrajes en buen estado. Algunos de ellos se encuentran repletos de fragmentos óseos procedentes de distintas reducciones aplicadas por los enterradores que operaron en la cripta, hecho que complica la individuación de osamentas dada su elevada mezcolanza.

Hay un dato que ha sido puesto de relieve por los expertos: bajo las iniciales MC, halladas en un tablero de la cabecera de un féretro, iniciales que se atribuyen al cajón funerario donde se recogieron los restos del autor de las Novelas ejemplares, se encuentra una tríada de hitos metálicos: son tres machones del mismo metal que los herrajes propios de los ataúdes. En las sepulturas de los miembros de la Venerable Orden Tercera, a la que Cervantes pertenecía desde julio de 1613, los nombres de los difuntos acostumbran llevar debajo inscritos tres puntos, que corresponden a las tres iniciales V.O.T. de la cofradía religiosa. Este dato permite fortalecer la atribución del féretro al ataúd donde fue depositado.

Por otra parte, la presencia de huesos infantiles es los nuevos ataúdes es muy elevada. Se atribuyen a párvulos, niños cristianados pero sin haber recibido la Primera Comunión, cuya mortandad era muy alta en el siglo XVII, de cuando datan los primeros enterramientos. Y lo era dadas las hambrunas, epidemias y enfermedades que mermaban la población infantil. Tres de cada cinco niños no llegaban a la adolescencia entonces. Sus restos ocupan las zonas más superficiales, las más cercanas al suelo de la cripta, donde ahora se centran las extracciones de féretros, mientras los de adultos fueron sepultados por debajo del metro de profundidad. A esa hondura corresponden tasas de condensación de humedad más bajas que en las zonas superficiales, según fuentes técnicas.

La atención de los investigadores se centra ahora bajo una hornacina situada a la derecha del muro que alberga 36 nichos, unos pocos de ellos vacíos. Esta oquedad en la pared derecha de la cripta, que mira hacia la zona de clausura de las monjas, y según testimonios de las religiosas era un altar dedicado a los oficios funerarios allí celebrados durante los entierros y se cree que a sus pies se encuentra un área significativa de sepulturas, que despierta una especial atención de los 36 facultativos que laboran allí en distintos turnos.

Hasta el momento, de la cripta donde se halla instalado el laboratorio de campaña y en cuyas mesas están depositados los ataúdes recién extraídos, no han salido aún paquetes de restos óseos para su examen en un laboratorio exterior, según fuentes oficiales. Los trabajos prosiguen a buen ritmo, y las técnicas empleadas para detectar metales como el plomo procedente de las pelotas de arcabuz, como las que hirieron a Cervantes en la batalla de Lepanto en octubre de 1571, todavía no han identificado más que los bastidores metálicos de los propios herrajes y tachuelas de los ferétros. Sin embargo, los huesos hallados siguen siendo sometidos a tal detección.

Por otra parte, la documentación de la investigación se ha visto fortalecida en la última semana con la incorporación del historiador Francisco José Marín Perellón. Se considera clave hallar los testimonios escritos de las obras realizadas en el convento de San Ildefonso y San Juan de la Mata, que así se llama el cenobio trinitario, así como las anotaciones registrales sobre inhumaciones, exhumaciones y misas encargadas por los deudos de difuntos allí sepultados. Mediante su cotejo se espera obtener localizaciones que podrían ser precisas y abreviar el hallazgo de los restos de Miguel de Cervantes y de otras personas relevantes, allí enterradas a partir de 1612.

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