El alma en vilo
Es una necrológica sobre el Espanyol si empieza la operación de desguace, desmoronamiento y destrucción de la actual plantilla
La familia Pujol entra en sede judicial, pero no haremos leña del árbol caído, ¿de qué nos serviría tanta leña, si ya casi todas nuestras estufas son eléctricas? La casta y la anti-casta se van pareciendo cada vez más, pero no vamos a caer en el escepticismo, ¿cómo íbamos a caer en un lugar del que nunca hemos salido? Un delfín llega al Port de la Selva para morir en su playa y los técnicos se empeñan en salvarlo, ¿para qué tanto empeño si él había escogido el momento y el lugar para morir? Demis Roussos vio a la muerte de cara, y se miraron y se citaron amorosamente para 30 años más tarde, cuando el 14 de junio de 1985 viajaba en un avión de la compañía TWA secuestrado por terroristas de Hezbolá. Ese día Demis Roussos viajaba junto a su futura esposa Pamela, cumplía 39 años y acabaría cantando para los terroristas, que le buscaron una guitarra y una tarta de cumpleaños. Esta no es una necrológica sobre Demis Roussos. Es una necrológica sobre el Espanyol si empieza la operación de desguace, desmoronamiento y destrucción de la actual plantilla, que tantos momentos de gloria pequeña y humilde nos está dando, a la espera de glorias mayores si la venta de jugadores clave no acaba destruyendo este maravilloso proceso iniciado por Sergio González y su equipo.Triki triki triki mon amour.
Al central periquito Eric Bailly apenas lo hemos podido disfrutar, se va a ir casi con total seguridad al mejor postor, quizás al mejor impostor. Nuestras mejores expectativas desaparecen. Ya lo dice el querido profesor Maturana, las expectativas nunca se cumplen. Así, Eric Bailly, pinta futbolística de crack, quien nos despertaba tanta ilusión verle jugar, crecer y triunfar en Cornellà, se marcha apenas visto, apenas crecido, apenas intuido el triunfo. “Apenas” es una palabra con sabor triste. Adiós, Erik, ojalá no te eches a perder en esos campos de Dios, rodeado de lujos, oropeles y mañanas de terciopelo, como nos cantaba el tío Demis. Triki triki triki mon amour. Cristian Stuani también suena como el siguiente que volará lejos de Cornellà-El Prat, quizás hasta México, que será lindo y querido, pero que nos puede hurtar una de las piezas anímicas clave de este equipo. Todos sabemos de la presión fiscal, de las deudas, de la ruina que nos acecha por doquier; todos sabemos también de la fragilidad de los equilibrios, del tiempo necesario para que los procesos cuajen y lleven a un equipo a sacar lo mejor de sí mismo, y todos sabemos con qué facilidad esos equilibrios se rompen irremediablemente. Hacía ya unos cuantos años que no disfrutábamos como lo estamos haciendo ahora, con un equipo que nos hace revivir —por intensidad, por ilusión, por entrega— los tiempos del gerente Caszely, de Jeremías, de Amiano, de Ortiz Aquino, de Urruti, de Glaría, de Ayfuch, en fin, del Espanyol finalista de la Copa de la UEFA, con la ventaja de que Sergio González no es Javier Clemente. Sergio González sí hubiera puesto a Lauridsen en Leverkusen.
El pesimismo de posguerra, del que no somos protagonistas pero sí herederos, nos dice que poco, que los pajaritos y pajarracos empiezan a sobrevolar el vestuario en forma de ventas y traspasos.
¿Cuánto durará este estado de gracia? El pesimismo de posguerra, del que no somos protagonistas pero sí herederos, nos dice que poco, que los pajaritos y pajarracos empiezan a sobrevolar el vestuario en forma de ventas y traspasos. Afortunadamente, los jóvenes de hoy en día creen en la autoayuda y se levantan cada mañana con un optimismo que a algunos nos resulta incomprensible. De acuerdo, todo es posible, lo dice Martí i Pol y la física cuántica. Ojalá que el alma de este equipo sobreviva al menos hasta final de temporada. Por si acaso y mientras tanto, bailemos un sirtaki, que algo queda
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.