El ritmo hipnótico

Enero arranca con dos de los representantes que mejor definen presente y futuro de la música electrónica. Productores singulares y de culto dentro del underground más estimulante que durante este último año han ido acaparando buenas críticas. Sus trabajos se deslizan tangencialmente hacia géneros como el grime o el techno, ritmos en constante mutación que muestran lo cómoda que está la música de baile en ciertos terrenos de vanguardia.

Brrrrrap, colectivo formado en 2012 y principal instigador en las noches de la capital de sonidos heredados de la bass music, presenta el viernes en Siroco (S. Dimas, 5) a Murlo, productor londinense de algunos de los mejores beats de 2014. La sensibilidad de este joven inglés lo sitúa dentro de lo que se ha denominado en algunos círculos glacial sound, una evolución reciente del grime instrumental que ciertos productores empezaron a realizar de manera autónoma, sin necesidad de raperos.

Las sesiones de Murlo, cuyo nombre real es Chris Pell, se adentran en el r&b más futurista y en hibridaciones altamente imaginativas del dancehall. Sus últimas obras para sellos como Rinse o Mixpak lo acomodan en un futuro distópico, lleno de percusiones envolventes y melodías flotantes. Es toda una suerte poder presenciar una de sus sesiones en Madrid. Murlo, acompañado por varios de los integrantes de la crew de Brrrrrap —Nadsats, Don Fuegote y After Disaster quienes—, llenará la pista de sonidos como el footwork, el grime o el southern rap.

Al día siguiente, sábado, en Mondo (Alcalá, 20) hay otra oportunidad de conectar de nuevo con el presente electrónico más intenso e inventivo. El alemán Kassem Mosse traerá por primera vez su directo a Madrid, donde descubrirá su último disco para Workshop, uno de los mejor situados en las listas de 2014. Su visión del techno y elhouse rescata elementos clásicos de pioneros como Theo Parrish u Omar S para crear ritmos enfocados a la pista de baile menos acomodada, producciones ligadas al tech-house más profundo y rupturista. Estos dos productores facturan sonidos hipnóticos que experimentan con la música de club para avanzar lo que se escuchará en un futuro no muy lejano.