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LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

La honra de la derrota

'El Barça segrestat' es un libro documentado que ayuda a entender la fuerza del club

Ramon Besa
Inauguración del monumento a los caídos durante la Guerra Civil, ubicado en el exterior de la tribuna del campo de Les Corts, el 18 de julio de 1939.
Inauguración del monumento a los caídos durante la Guerra Civil, ubicado en el exterior de la tribuna del campo de Les Corts, el 18 de julio de 1939. FC BARCELONA

A la espera de noticias de la prensa comarcal para negociar la posibilidad de regresar a casa, opción que se interpreta como un signo de rendición, me sigo aplicando en EL PAÍS. Mis compañeros de Deportes todavía me soportan y los que mandan en el diario me dejan escribir de lo que quiera, quizá porque mientras tecleo el ordenador no hablo ni grito, cosa que a menudo es casi lo mismo. No tengo más presión que la propia, circunstancia que a veces degenera en engaño o autocensura, un drama.

Aprendo de la sabiduría de los compañeros de Cultura, me solidarizo con la tarea desgastadora emocional y profesionalmente de los de Política, me asombra el ir y venir de los de Sociedad con noticias que pueden convertirse en una apertura o quedarse en un breve y procuro que no pare delante mío el “camión de nitroglicerina”, término acuñado por Andreu Missé, un clásico del periódico tan admirado como añorado, para definir las informaciones de difícil gestión vinculadas a los poderes fácticos.

El camión de nitroglicerina acostumbra a aparcar en Economía, un sitio duro, exclusivo para periodistas que se manejan con material inflamable, nada que ver con aquellas páginas aparentemente blandas y con títulos genéricos que por influencia de internet aparecen en muchas publicaciones y que hablan de aquellas cosas que no se tratan en las secciones tradicionales por pudor, encubrimiento, desgana o porque nunca habían sido noticia cuando los diarios se hacían en la redacción.

Ahora que hay que integrar al digital mientras el papel durará lo que se tarde en prejubilar a los que se resisten a subir textos a la web, puede que cansados de aprender y desaprender sobre lo mismo o porque entienden que es una manera de claudicar después de perder la batalla informativa. La sensación de derrota acostumbra a ser infinita, y a veces puede que también interesada, de manera que es difícil encontrar consuelo. Yo me refugio en los libros que hablan de vencidos que hace poco eran ganadores como el Barça.

Lo abrí para reforzar mi condición de perdedor, pero me ha animado a no rendirme

No me atrevo a escribir un libro, ni siquiera del Barcelona. No sabría cómo darle trama a un relato, acostumbrado como estoy a un máximo de cinco folios, y por otra parte darle vueltas a un libro supondría dejar de pensar en el diario. Puesto que Eduardo ya no se deja caer por el periódico, me paso por las librerías o me encomiendo a la generosidad de las editoriales que te hacen llegar sus novedades a la redacción. Estos días tengo entre manos El Barça segrestat. Set anys intervingut pel franquisme (1939-1946).

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Es un trabajo de investigación, documentado y riguroso, de Xavier García Luque y Jordi Finestres, que trata sobre la depuración del Barça después de la Guerra Civil con decisiones como la del cambio de nombre, la modificación del escudo, la utilización franquista de Les Corts, el fusilamiento del presidente Josep Sunyol y la imposición de directivos y presidentes a los que ni les interesaba el fútbol ni eran socios del Barça. Aunque la represión afectó a la mayoría de clubes, el régimen se cebó con el Barça.

A partir de un informe policial de 1940, especialmente crítico con el pasado de la entidad por su vinculación a la causa republicana y catalanista, se deduce que la obsesión de Franco era desnaturalizar al Barça, víctima de distintos agravios, pocos como un 11-1 encajado en Chamartín, “el partido de la vergüenza”. “Dudaban entre cargarse al Barça o hacérselo suyo”, sostiene García Luque. “No pudieron. Resistió el club y se convirtió en muy popular”.

“El Barça perdió la guerra y estuvo secuestrado”, continúa uno de los dos autores. “Ocurre que fue dirigido por gente ajena al club cuyas decisiones curiosa y seguramente habrían sido parecidas a las que habrían tomado directivos próximos o vinculados a la entidad. Aunque cumplen órdenes, defienden al Barça. El caso más paradigmático es el de Enrique Piñeyro, Marqués de la Mesa de Asta, un aristócrata franquista designado presidente en 1940 y que dimitió por entender que se era injusto con el FC Barcelona”.

El volumen (editado por Ara Llibres) aporta documentos inéditos, como los Estatutos de 1940, en que se especifica que los organismos superiores tenían potestad para disolver al club, o la carta que en 1943 el presidente Josep Vendrell dirigió a sus socios para advertirles que el futuro de la entidad dependía de su comportamiento durante la visita del Madrid. La capacidad analítica, obsesiva con el detalle, incluso científica, de García Luque mezcla muy bien con la narración amena y bien escrita de Finestres, gran conocedor del deporte y de la historia del Barça.

Ambos ya escribieron también sobre el fichaje de Di Stéfano y su obra ha sido admirada y reconocida por la crítica en una materia que provoca interpretaciones antagónicas en función del club con el que se simpatiza, y más en el caso de Barça y Madrid. No son los únicos: Frederic Porta, Ángel Iturriaga, Carles Santacana, Manuel Tomás o David Salinas, por ejemplo, han publicado artículos y libros interesantes que ayudan a entender al Barça glosado de forma única por Manolo Vázquez Montalbán.

Aunque abrí el libro para abrazarme a la derrota, reforzar mi condición de perdedor, rabiar por haber dejado de ser un ganador en la cancha de fútbol y en la redacción, como si la una dependiera de la otra y mi estado anímico estuviera en función del tono vital del Camp Nou, su lectura me ha animado a no rendirme, aunque me niego a reinventarme si las condiciones no las pongo yo. Ni mártir ni tonto; tampoco consuelo ni ayuda. Puede que alcance con un punto de rebeldía contra lo inevitable, simplemente para no traicionarse a uno mismo, fiel al sueño de ser un puto periodista.

Igual para cuando llamen de la prensa comarcal ya tengo decidido seguir donde estoy, ni que sea renegando cada vez que abro la boca como un buen hijo de payés que de niño simpatizó con la causa barcelonista porque el equipo perdía los partidos como mi padre perdía la cosecha de trigo. La victoria nos hizo perder definitivamente el mundo de vista por un tiempo, y nos divertimos con locura, hasta recuperar la honra de la derrota. ¿Resistir es vencer?

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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