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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Fabra y la bola de partido

El presidente ha tenido poca capacidad para construir un equipo que impulse su proyecto

El jefe del Consell con la portavoz María José Català y la coordinadora del PPCV, Isabel Bonig, durante la copa de Navidad con los periodistas.
El jefe del Consell con la portavoz María José Català y la coordinadora del PPCV, Isabel Bonig, durante la copa de Navidad con los periodistas.MÓNICA TORRES

“He superado muchos match ball en esta legislatura, no perderé ni un minuto en cuestiones que no dependen de mí”. El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, en una entrevista a la agencia Europa Press, recurrió ayer a la imagen del tenis para explicar que el debate sobre su candidatura a la presidencia de la Generalitat es como una bola de partido más. Una pelota, vino a decir, como las que ha tenido que jugar desde que accedió al cargo para evitar in extremisla bancarrota de la Administración valenciana, sortear las contestaciones a su línea roja contra la corrupción o los desplantes del Gobierno hacia su figura. Expresado de otra manera, Fabra presumió de que sigue en pie tras haber superado situaciones en las que muchos vaticinaron que sucumbiría.

Quizá debió elegir el presidente la imagen del ciclismo para explicar su situación, porque llega al último puerto de montaña —la precampaña electoral— con el equipo roto, poco predispuesto a tirar de él y con los aguadores pidiendo al director de equipo que traspase el liderazgo a cualquiera de los gregarios que acompañan a Fabra.

¿Qué ha pasado para que el PPCV, que presumía de granítico, exhiba ahora con tanta nitidez sus grietas?

Las razones, como suele ser habitual, son múltiples pero entre ellas destaca la poca capacidad de Alberto Fabra para construir un equipo con el que impulsar su proyecto. En estos tres años y medio, el jefe del Consell ha evitado que cualquiera de quienes le rodean le hiciese sombra. Aupó a José Ciscar desde la cartera de Educación a la vicepresidencia del Consell y le otorgó tantas competencias que llegó a ser incapaz de atenderlas adecuadamente. Y luego lo destinó a la presidencia provincial del PP de Alicante, para alejarlo del Palau de la Generalitat, pero sin facilitarle el control del territorio.

A Serafín Castellano lo sacrificó como secretario general del PP y consejero ante las presiones de los barones provinciales del partido. Para sustituirlo nombró a Isabel Bonig, que elaboró un plan para dinamizar la estructura partidaria hasta que el presidente descubrió que podía ser el relevo que auspiciaban quienes le cuestionan. Y, desde ese día, Fabra ejerce de presidente y de secretario general del PPCV en las reuniones con los afiliados.

No son los únicos clavos que han asomado demasiado la cabeza y han sido remachados. Puede que el jefe del Consell tenga razón cuando explica que la herencia que recibió es grande y pesada. Y también cuando asegura que hay una fuerte resistencia dentro del PP a los cambios que la sociedad exige tras 20 años de gobierno y tolerancia hacia prácticas reprobables —ética o penalmente—. Sin embargo, difícilmente podrá abordar los últimos repechos de la legislatura sin apoyos. Aunque él asegure que “progresa adecuadamente” nadie gana solo una gran vuelta.

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