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Castellón recupera el trolebús

La Generalitat pone en servicio el Tram con una inversión de 100 millones

Mazón
Inauguración de la primera línea del Tram en Castellón. Ángel Sánchez

Los trolebuses de la línea 1 del Tram de Castellón —un transporte de vía reservada— circularon ayer por primera vez en todo su recorrido diez años después de que se anunciara para la ciudad un transporte público que debía ser revolucionario y tras una inversión que el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, cifró ayer en “más de cien millones de euros”. El nuevo transporte público se estrenó entre la expectación por el retraso de la obra, las masificaciones por el billete gratuito del primer día y las críticas por el dispendio realizado para un trazado de 15 kilómetros, contando ida y vuelta, para conectar el distrito marítimo del Grau con la Universitat Jaume I y que atraviesa todo el centro urbano.

 Alberto Fabra acudió a la última parada en el Grau a mediodía acompañado por el alcalde, Alfonso Bataller y el presidente de la Diputación, Javier Moliner, junto a una elevada representación institucional para realizar el recorrido inaugural. Una hora antes el foco se situó en el parque Ribalta, un jardín declarado Bien de Interés Cultural pero atravesado por la plataforma del Tram —los vehículos no pueden circular por este tramo porque el Tribunal Supremo dictó que las obras vulneraron la ley de patrimonio cultural valenciano—. Allí un centenar de personas protestó con pancartas que decían: “El dinero del Tram y de la corrupción, para sanidad y educación”.

El elevado coste del Tram fue el comentario más extendido entre los usuarios. Incluso entre quienes acompañaron a Fabra en el viaje inaugural. “Esto ha costado más de cien millones”, le dijo el jefe del Consell a una ciudadana que preguntaba si se había hecho con fondos europeos. “Es dinero de todos”, puntualizó el presidente. Hasta los usuarios que se encontraban satisfechos con el nuevo transporte, como Antonio, cuestionaron el coste de la inversión. “100 millones es demasiado”, aseguró el usuario y su compañera que criticaron también el trazado por el parque de Ribalta, que los trolebuses ahora bordean, y el trazado por el centro de la ciudad. “Por la calle de Colón pasa muy justo, no hace ruido y su paso puede ser peliagudo porque la gente estaba acostumbrada a que fuera peatonal”, señaló un pasajero.

Una línea incompleta

L. O.

Cuando hace más de diez años se proyectó este nuevo transporte público para Castellón se diseñó con la idea de que fuera de ámbito metropolitano. A la línea 1 inaugurada debía sumarse una segunda línea para enlazar Vila-real, Almassora y Borriana, así como una prolongación del trazado del Grau para conectar con Benicàssim. Una vecina a bordo del trolebús en el que iba el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, le preguntó por ello. “Todo llegará, si este nos ha costado cien millones…”, le respondió. A principios de año, la consejera de Infraestructuras, Isabel Bonig, descartó seguir adelante con esta segunda línea porque era “inviable” económicamente en esta legislatura. Ayer, el presidente retomó la idea.

“Todo a su tiempo, hemos conseguido en un momento con mucha dificultad por la situación económica algo que era fundamental para Castellón, el programa siguiente es avanzar para que esa conexión comarcal sea también una realidad en Castellón. Poco a poco iremos completando ese diseño”, manifestó Fabra. El plan completo anunciado en 2004 implicaba una inversión total de 332 millones para las dos líneas.

Nuria y José también quisieron aprovechar el día de Tram gratis. “Es absurdo que se hayan gastado más de 100 millones en esto; para eso, que hubieran puesto un buen sistema de autobuses eléctricos”, argumentaron mientras señalaban la plataforma roja que ha dividido la ciudad de Este a Oeste. El diseño ya fue duramente criticado por el Colegio Oficial de Arquitectos de Castellón cuyo presidente, Jaime Prior, firmó una carta al alcalde criticando la “línea roja de pavimento inmisericorde” y el trazado rectilíneo del transporte: “Lo que vertebra la ciudad es la estrategia de su urbanización, no el tipo de pavimento que se emplea ni lo recto que puede llegar a circular un transporte público”, advirtió en su escrito.

El trazado en línea recta ha sido una de las cosas que se han modificado sobre la marcha. El proyecto en el centro pasó de afectar a tres calles a ampliarse a otras seis más. Otros anuncios, como una estación subterránea de vanguardia y un puente para atravesar una rotonda sobre una autovía, quedaron en papel mojado. El transporte se anunció además como pionero porque iría sin conductor y por guiado óptico. “Los coches han cambiado mucho de lo que se dijo a lo que son”, dijo ayer un conductor del nuevo trolebús.

Alberto Fabra se refirió ayer a la “difícil situación económica” que provocó no solo estos cambios en el proyecto sino su retraso. Para él y el alcalde de Castellón, el desembolso de más de 100 millones compensa porque “es una apuesta por la movilidad” y el transporte sostenible. “Es el más moderno de España, solo hay dos ciudades en Europa con el mismo sistema —vehículos con suministro doble que circulan por catenaria y, cuando no, con batería—, Roma y Londres. A partir de ahora habrá una nueva ciudad”, dijo. La previsión es lograr 2,5 millones de pasajeros al año.

El servicio se inaugura con seis vehículos fabricados en Polonia con un coste de 850.000 euros cada uno frente a los 180.000 de un autobús convencional. El gasto lo asume la empresa concesionaria, una única firma que optó al concurso y que recibirá 16 millones en quince años por gestionarlo.

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