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Papá, ¿me compras un fanzine?

Dos valencianos inculcan a los niños el amor por el papel con revistas artesanales

Los ocho fanzines editados por Paiorfa.
Los ocho fanzines editados por Paiorfa.Mònica Torres

El ilustrador Abel Jiménez cree que hay que dedicar tiempo a los hijos. Lo tiene claro ahora, con un niño de 11 meses en el mundo, pero no lo dudaba tampoco en marzo de 2012, cuando fundó junto a su pareja, la también gráfica Marta Insa, una pequeña editorial independiente. En ella encargan a dibujantes de diferentes partes del mundo unos productos, en principio, atípicos para los niños: fanzines. Paiorfa, que así se llama el proyecto, se dirige a padres con otra visión de la infancia.

'Corfú', de Abel Jiménez, basado en la trilogía homónima de Gerald Durrell.
'Corfú', de Abel Jiménez, basado en la trilogía homónima de Gerald Durrell.Paiorfa

"Lo que queremos, básicamente, es que se diviertan", intenta resumir Abel. Sin embargo, un vistazo rápido a las ocho publicaciones que Marta y él han lanzado hasta ahora, con sus cuidadas ilustraciones fotocopiadas en folios blancos, doblados y unidos con grapas o hilo, delata que quieren ir un poco más allá. Para empezar, la mayoría invita al pequeño lector a interactuar con ellas.

Van Gogh y su 'Noche estrellada', en 'Yo, el artista', de María Herreros.
Van Gogh y su 'Noche estrellada', en 'Yo, el artista', de María Herreros.Paiorfa

Es el caso de Yo, el artista, de María Herreros. Este cuaderno tamaño cuartilla quiere servir de introducción al mundo del arte. Porque, como la propia autora dice, "el arte es algo que muchos adultos sitúan fuera del alcance de los niños, pero que tiene siempre un componente muy intuitivo que ellos son perfectamente capaces de pillar".

María Herreros y Abel Jiménez, autores en la Editorial Paiorfa. Abel es, además, fundador y editor de la misma junto a Marta Insa.
María Herreros y Abel Jiménez, autores en la Editorial Paiorfa. Abel es, además, fundador y editor de la misma junto a Marta Insa.Mònica Torres

El retrato de un pintor célebre y un cuadro emblemático suyo —adaptado por María— saludan desde cada página doble. Un escueto texto explica al niño qué es lo que está viendo, aclara de manera sencilla algún término y le anima a colorear. Aunque no de cualquier modo. "Se los limito un poco para que aprendan cosas. Si es un paisaje, les quito el azul, así ven por sí mismos que un cielo también puede ser rojo, o un mar verde. O les propongo una selección sin tonos calientes". Para La noche estrellada, de Van Gogh, se pueden usar "amarillo dorado como un lingote de oro" o "azul oscuro como unos vaqueros nuevos".

Abel se sorprende de que haya padres que le pongan la televisión a sus hijos para tenerlos tranquilos, aunque matiza que por un poco y de vez en cuando "tampoco pasa nada". "Pero creo que hay que empujarles un poco fuera de eso". A su lado, María asiente y compara los dibujos animados actuales con máquinas tragaperras: "Son lo mismo, con esos golpes de sonido y de luz… han perdido su calidad artística en detrimento de la capacidad hipnótica".

Los fanzines de Paiorfa también se alejan de la cultura infantil comercial evitando infantilizar su mensaje, en el sentido de limitarlo. "Los tienen en una especie de burbuja", opina María, "en nuestra época leíamos 20.000 leguas de viaje submarino, que daba bastante miedo, o Tom Sawyer, en la que se hablaba de pobreza. No sirve de nada limitar la realidad". Según Abel, nunca limitan a los autores a la hora de elegir el estilo visual que crean más conveniente.

Distintos tipos y distintos idiomas

La edición independiente equivale a variedad. En Paiorfa, si en El universo donde cabemos todos el dúo de ilustradoras Cachete Jack también proponen juegos y algún pasatiempo con temática interespacial y en Seis máscaras Hey Sosi propone un paseo por las caretas de diferentes culturas (a las que hay que poner mucho color), Mi pelo, de la portuguesa Maria Rosa Bragança, tiene un formato mucho más cercano al cuento infantil.

En cualquier caso, todos los fanzines se pueden pedir en más de un idioma (cada uno está, al menos, en inglés, y muchos en valenciano) y oscilan entre las 24 y las 12 páginas, con precios entre 3,5 y 4,5 euros.

"Nosotros [su pareja y él] apostamos por ellos al 100 %. Nos limitamos a contactar con ilustradores que nos interesen, aunque también nos ha llamado alguno a iniciativa propia. Nos ponemos de acuerdo en el formato y el número de páginas, nos envían la maqueta, imprimimos y grapamos". Se distribuyen en librerías amigas, por el boca a boca y gracias a las redes sociales. Puro estilo fanzinero.

Las tiradas van de los 10 a los 50 ejemplares, aunque las maquetas quedan guardadas y siempre se pueden sacar más. Abel admite que en 2014 han estado un poco más inactivos por sus compromisos profesionales —la edición de fanzines, infantiles o no, nunca tuvo una finalidad profesional—, pero ya han acordado uno nuevo con María y aseguran que están con ganas de crecer. "Quizá mejorando un poco la impresión, jugando un poco con el formato [como ya ha hecho Abel en su segundo fanzine en Paiorfa, Corfú, basado en la trilogía homónima de Gerald Durrell].

Eso sí, no queremos dejar la grapa, ni, por supuesto, el papel. Yo ya tengo una copia guardada de cada uno para verlas con mi hijo cuando pueda hacer algo más que destrozarlas", cierra con una sonrisa en los labios.

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