Inmigrantes que cuentan para mucho más que para votar
El 24 de mayo miles de ciudadanos participarán por primera vez en unas elecciones
La actualidad marca la agenda de los medios de comunicación y, cuando un asunto no está en la agenda, se ignora o se olvida. Si no hay saltos en la valla de Melilla o de Ceuta, si no llegan pateras a Tarifa o a Málaga, si no llegan cayucos a Canarias, no tratamos el tema. Pero las migraciones han sido un hecho crucial para el ser humano desde el principio de los tiempos. El contexto marca mucho cómo se trata un asunto. No es lo mismo abordar los flujos migratorios y sus consecuencias mientras comemos o cenamos con imágenes de la llegada de pateras o de la Guardia Civil conteniendo a personas que quieren entrar en territorio español, que hacerlo sin que esto sea noticia.
En la mayoría de las ocasiones, los medios, sobre todo las televisiones, no son capaces de tratar este asunto si no es desde lo negativo o el suceso. Recuerdo perfectamente la primera vez que acudí a un programa de televisión y el asunto del cual hablábamos. El programa trataba sobre los disturbios provocados por franceses, hijos y nietos de inmigrantes, en noviembre de 2005 en París. Se quería hablar de integración, de convivencia y de diversidad en un plató rodeado de pantallas de plasma con imágenes de coches ardiendo y de policías disparando botes de humo y pelotas de goma. Aún recuerdo la bronca que tuve en directo con el presentador al preguntarle si no íbamos a hablar de las cosas buenas que tienen los hijos de inmigrantes y su respuesta fue que ese programa era para hablar de los incidentes y de si estos podrían replicarse en España y que para hablar de lo bueno ya se haría otro programa. Todavía estoy esperando.
Es sólo un ejemplo, pero nueve años después seguimos con la misma dinámica: resulta difícil hablar de cosas buenas fruto de la inmigración en nuestra sociedad. Las últimas veces que las televisiones han hablado sobre las migraciones y la convivencia en nuestra sociedad diversa, ha sido desde el planteamiento del conflicto y el incidente o el drama. A mí, por el contrario, me gustaría que se hablase más de lo que gana nuestro país cuando su ciudadanía ve a Serge Ibaka, un joven negro, con la camiseta de la selección española jugando el Mundial de baloncesto, o cuando el ganador de un Goya al mejor corto en 2007 fue un español que se llama Abdelatif Abdeselam Hamed, o cuando Layla Dris Hach Mohamed se convirtió en 2012, en la primera mujer en dirigir una comisaría de policía en la provincia de Jaén, o de Munir El Haddadi, un joven nacido en Madrid, al que Vicente Del Bosque ha elegido en alguna que otra ocasión para jugar con la selección española de fútbol.
Y aunque muchos lo desconozcan, estas personas pueden votar. Tanto los medios de comunicación, como los partidos políticos, deberían tener esto en cuenta y hacer una profunda reflexión que incida en la gestión de la diversidad y las ventajas que esta tiene.
Hoy celebramos el Día Internacional de las personas migrantes y esta celebración es una buena ocasión para recordar que el próximo 24 de mayo cientos de miles de personas podrán votar por primera vez al acceder a un derecho fundamental que el Gobierno de Zapatero facilitó. La firma de convenios de reciprocidad durante la etapa socialista permitirá que en la Comunidad de Madrid miles de personas puedan elegir a sus alcaldes y alcaldesas, lo que facilitará que en muchas ciudades de nuestro país se lleven a cabo políticas que tengan en cuenta al conjunto de la ciudadanía que reside en estos municipios, evitando así casos de discriminación que en muchas ocasiones son hirientes.
Aún está reciente el lamentable suceso del cierre del único cementerio musulmán existente en la Comunidad de Madrid. Esta irresponsabilidad provocó que durante tres semanas seis cuerpos no pudiesen ser enterrados, añadiendo indignación a unas familias que ya estaban sufriendo por la pérdida de un ser querido. Con la participación política, a través del voto, de aquellas personas que decidieron migrar y que hoy en día son ciudadanos de pleno derecho, las personas en las que se depositará la confianza para gestionar los recursos municipales se verán en la obligación de tener en cuenta todas las necesidades de sus vecinos y vecinas, independientemente de dónde hubiesen nacido.
La España de hoy no tiene nada que ver con la de hace 20 años, ni tan siquiera con la de hace 5 años. Nuestro país ha cambiado y deberíamos asumirlo lo antes posible. De nosotros depende si queremos hacerlo desde lo positivo o desde lo negativo. Parece que espacios como el de la cultura o el deporte se adaptan con mucha mayor rapidez a la realidad social y lo hacen desde lo positivo. Ya lo ven, alguien llamado Abdelatif Abdeselam Hamed ganando un Goya o un joven musulmán jugando con La Roja. Pero, por desgracia, todavía hay algo que se resiste y no termina de arrancar para poder promover un debate en condiciones sobre las ventajas y los posibles inconvenientes que acarrea la diversidad. Este espacio -el político, el de las instituciones- está muy lejos de alcanzar el objetivo de ser un fiel reflejo de la sociedad que quiere y debe representar. Pero probablemente esto empiece a cambiar a partir de las próximas elecciones municipales y autonómicas, ya que el peso del voto de la Diversidad podrá inclinar la balanza hacia un lado o hacia otro.
Por último, no debemos olvidar que los partidos políticos deberán afrontar un reto de cara a las listas electorales que presenten a los comicios de mayo, procurando la incorporación de personas que representen la Diversidad, en puestos que garanticen su elección. Esto significará que los partidos políticos materializarán una reivindicación ciudadana que no es otra que la de conseguir que en las instituciones haya una parte de la sociedad representada que a día de hoy no lo está. Sólo hay que ver cualquier parlamento autonómico o cualquier pleno municipal para comprobarlo.
Mohammed Azahaf es miembro del equipo coordinador de la Sectorial de Participación y Diversidad del PSOE.
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