Bandas de varios países desvalijan miles de viviendas en Madrid
Los asaltos a pisos se han incrementado en la capital un 12,6% desde enero. Cada hora se produce un asalto de media en la ciudad, según fuentes policiales
Grupos integrados por delincuentes de varios países, especializados en robar pisos, han convertido la capital y algunos municipios de la región en su campo de acción. Los robos en viviendas constituyen, de hecho, el único de los delitos importantes que ha subido en los nueve primeros meses del año en la comunidad.
Los delincuentes aprovechan el fácil acceso que les brindan las puertas o la cerraduras antiguas de algunas viviendas, y se están cebando, sobre todo, en distritos como Ciudad Lineal, Salamanca, Hortaleza y San Blas. Fuentes policiales reconocen que es muy difícil atajar esa oleada de robos debido a las medidas de seguridad que adoptan los ladrones para evitar que los detengan. Para frenarlos, muchas veces es preciso arrestarlos in fraganti, pero ni siquiera esta fórmula vale. Su permanencia en la comisaría y en los juzgados se cuenta por horas, en el mejor de los casos.
Los datos del Ministerio del Interior dejan pocas dudas. Si en los nueve primeros meses de 2013 se denunciaron 4.934 robos con fuerza, en ese mismo periodo del presente año se han alcanzado 5.557, lo que supone un 12,6% más. Es decir, un robo casi cada hora. Esa es la cifra oficial, pero la real es mayor, porque muchas veces los asaltos se catalogan como delitos de daños si los ladrones no han forzado más que la cerradura, o incluso no suponen una infracción penal si el dueño de la vivienda no detalla lo que le han sustraído, según denuncia el secretario general del Sindicato Independiente de Policía Española (SIPE), Alfredo Perdiguero.
La forma de acceder a los pisos es muy variada, pero predominan dos métodos. Uno consiste en comprar una ganzúa que puede adquirir cualquier persona por un precio ínfimo —de 15 o 20 euros— tanto en negocios especializados como en Internet. Al ser una llave maestra, actúa sobre todos los bulones de la cerradura y la libera. El otro modo consiste en meter un tornillo en la cerradura y con un pequeño gato hidráulico arrancar el bombín.
El presidente de la Federación de la Unión de Cerrajeros de Seguridad (FUCS), David Ormaechea, señala: “Es necesario que el Ministerio del Interior adopte medidas para que esas herramientas solo las puedan adquirir los profesionales que están controlados y que carecen de antecedentes”. Según Ormaechea, con algunas ganzúas se puede abrir hasta el 60% de las cerraduras que hay en España, en especial las más antiguas.
El presidente de los cerrajeros recuerda que las puertas han ido evolucionando con el paso del tiempo. Hace años eran huecas. Después se hicieron macizas, para impedir que los cacos pudieran romperlas de una patada. Después se blindaron para que no se pudieran abrir a hachazos. Para evitar el uso de gatos hidráulicos, se fabricaron puertas acorazadas que reforzaban hasta los marcos. “Ahora el punto débil de muchas puertas está en la cerradura. Si no se cambia desde hace tres años, la vulnerabilidad es muy alta y el ciudadano está en riesgo”, advierte Ormaechea.
Los ladrones suelen hacer un control de la zona en la que roban. Muchas veces ponen un pequeño testigo de material transparente en la puerta de la vivienda que se han marcado como objetivo, gracias al cual saben si el morador ha entrado o no. Si esa pieza no está, lo dejan para otra ocasión, según fuentes policiales. Un detalle que caracteriza a estos robos es que no se dan en un horario fijo. Los fines de semana y los puentes suelen ser los días preferidos por los ladrones. Y en una sola mañana pueden desvalijar cuatro o cinco viviendas de una misma zona. Así ocurrió, por ejemplo, hace poco en la calle de Luis Ruiz, en el barrio de Ascao, donde los ladrones se entraron en tres pisos en una mañana.
Las últimas detenciones han mostrado que estos delitos son cometidos tanto por españoles como por bandas extranjeras, sobre todo de ciudadanos latinoamericanos y de ciudadanos procedentes de países del este de Europa.
La forma de actuar de los ladrones es siempre la misma. Tras controlar la casa, abren a toda velocidad la puerta mientras alguno se queda a vigilar en el exterior. Roban los objetos más fáciles de transportar y de vender en el mercado de segunda mano. Teléfonos móviles, joyas, tabletas, pequeños electrodomésticos, gafas de sol y relojes están entre sus favoritos. Muchas de estas piezas salen al extranjero en cuestión de días o se venden a peristas con los que ya se ha concertado la compra.
En Alcobendas los asaltos han aumentado el 52% en lo que va de año
En algunas comisarías de la capital se reciben hasta una decena de denuncias de robos de pisos y establecimientos en un turno (ocho horas). “Lo mejor que pueden hacer los ciudadanos es contactar con un buen cerrajero y poner cerraduras eficaces”, insiste Ormaechea. Y subraya que llamen a un cerrajero acreditado, ya que recientemente los Mossos d’Esquadra (la policía autonómica catalana) detuvieron a un grupo de cerrajeros que, contratados por una aseguradora por sus bajos precios, pasaba una copia de las llaves de las nuevas cerraduras que instalaba y las direcciones a una banda de ladrones.
En el resto de la región, la situación es desigual. En toda la Comunidad de Madrid los robos en pisos han subido un 2,9%, según los datos de Interior. En las localidades más grandes (50.000 habitantes o más), la situación es muy diversa. En Alcobendas los robos han subido un 52,9%, al pasar de 119 a 182 en los nueve primeros meses del año. Algo parecido ha ocurrido en Móstoles, donde se han incrementado un 30,5%, al pasar de 213 a 278 las denuncias. El caso opuesto se da en Pozuelo de Alarcón, donde han descendido un 40,4% (de 94 a 56) y en Arganda del Rey, con una caída del 32,8% (de 104 a 72).
En general, la zona controlada por la Guardia Civil (municipios más pequeños) sale mejor parada, ya que solo suben los asaltos en Las Rozas, con un incremento del 4,9% (de 245 a 257 denuncias).
Un delito que suele salir barato
Las bandas de ladrones de pisos que operan en toda la región toman muchas precauciones cuando delinquen. Entre ellas destaca el llevar guantes para no dejar huellas dactilares. Esto dificulta el poder inculparles de los robos en una zona. El secretario general del SIPE, Alfredo Perdiguero, señala: “Los jueces en estos casos siempre les ponen en libertad aunque se logre demostrar que han hecho un montón de robos en una zona. Si a eso se suma que si se les coge in fraganti, se considera tentativa de robo, los jueces no decretan la prisión preventiva”.
Según fuentes judiciales, esta situación se da porque la prisión preventiva es “una medida muy restrictiva” que solo se debe adoptar cuando existan las causas tasadas en la Ley de Enjuiciamiento Criminal: riesgo de fuga, peligro de huida, probabilidad de que el delincuente destruya pruebas o vestigios que lo incriminen o que el detenido siga cometiendo delitos. “En todos los casos, aunque nosotros queramos, no es posible meterlos en prisión, porque el fiscal no lo pide. La ley impide que el juez tome esa decisión de manera unilateral”, puntualiza un magistrado de Madrid.
Fuentes de la Jefatura Superior de Policía de Madrid reconocen que para los policías es “frustrante” detener a una banda organizada y que sus miembros salgan en libertad en horas. Largas investigaciones quedan reducidas a las hojas de un atestado, pese a que estén perfectamente acreditados los delitos. “A veces los delincuentes tardan menos en salir del juzgado de guardia que nosotros en trasladarlos desde el centro de detenidos de Moratalaz”, se queja una de estas fuentes. “El problema fundamental es que el Código Penal no protege la propiedad como debería. Tendría que ser más riguroso”, añade.
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