Licenciado en producto y estética
El nombre de este chef mallorquín es sinónimo de atractivo concepto gastronómico
1. El Rastro. He pasado muchas horas paseando y localizando piezas para mis restaurantes o mi casa.He hecho amigos a los que siempre recurro cuando busco algo especial. Me encanta hacer de guía por la zona. Tengo una ruta muy completa, de dos horas, donde caben los anticuarios y las gambas a la plancha de La Paloma.
2. La Copita Asturiana. La familia que lo regenta es encantadora y el trato es formidable. Te hacen sentir como en casa. En mi comanda nunca faltan las fabes con almejas, los callos, la chuleta de ternera y, por supuesto, el mejor flan de queso que he comido jamás (Tabernillas 13).
3. Mercamadrid. Si estuviera tan céntrico como el mercado de pescado de Tsukiji en Tokio, aparecería como visita obligada en todas las guías de Madrid. Cuando vivía allí, iba con frecuencia, era muy divertido mezclarte entre los trabajadores. Aquí lo mejor es ir pronto (4.00) y ver el movimiento frenético de la entrada y salida de producto.
4. Club Financiero Génova. Desde que llegué varias azoteas me han llamado poderosamente la atención. La del Círculo de Bellas Artes, el pirulí de Moncloa y ésta, que es privada. Por fortuna conseguí subir en una ocasión. Sus salones y comedores son de los años 60, dispone de una terraza con piscina y en la azotea hay una visibilidad de 360 grados sobre la ciudad que te deja pasmado (Marqués de la Ensenada, 16).
5. O' Clock. Ambiente clásico con coctelería clásica y no tan clásica. Gran conocimiento del producto que utilizan y maestría al mezclarlo. Su terraza cubierta tiene mucho encanto, aunque siempre escojo sentarme dentro. El mobiliario es elegante y está muy cuidado pero creo que también conserva un punto decadente muy atractivo (Juan Bravo, 25).
Exitosos proyectos
Javier Bonet (Palma de Mallorca, 1971) abrirá en enero Academia del despiece. Muta, un divertido espacio donde la propuesta culinaria cambia esporádicamente, y Sala de despiece brillan ya entre la nutrida oferta de Chamberí.
6. Calle de Ponzano. Llevo año y medio viviéndola día y noche. La llamo la calle del producto porque hay muchos locales que enfocan su oferta desde la selección de la mejor materia prima, sean conservas, mariscos, pescados, carnes o verduras. No todo el mundo lo sabe pero, como curiosidad, es la calle con más bares de Europa.
7. El Bocaíto. Es una de las barras más divertidas por cómo la trabajan y por lo que sirven. Digamos que la barra da a dos locales, depende de la puerta por la que entres. Lo curioso es que hay un cocinero a cada lado y preparan lo mismo aunque lo realmente interesante son sus canapés, raciones y una curiosa tarta de manzana que puede ser de las mejores del país (Libertad, 6).
8. Pantanos. Un picnic con mi chica en cualquier pantano de la sierra madrileña me conecta, de alguna manera y salvando las distancias, con mi tierra. Siendo mallorquín echo de menos el mar y en algunos de ellos he encontrado la calma que me produce el Mediterráneo en invierno.
9. Soy Kitchen. Muchos motivos para visitarlo: la comida, el trato con el cliente, el local… Nunca esperarías comer algo sorprendente ahí. Pero el motivo más importante es ver a Julio, un "chiflado" por la cocina que no para de sacar platos muy locos y que consigue que tu estomago sonría y tu cabeza se haga muchas preguntas. Me diviertemucho ir con él al Mercado de los Mostenses. Es insaciable, un crack (plaza de los Mostenses, 4).
10. Colmados étnicos. Me encanta perderme por las pequeñas tiendas de Lavapiés. Son micro-viajes a países árabes o africanos. Ahí encuentras productos únicos, esas pequeñas diferencias si quieres cocinar algo realmente auténtico. Por calidad y precio también vale la pena acercarse hasta Tetuán (General Margallo). Hay dos negocios de alimentación asiática y dos de menaje imprescindibles.
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