Mossos y enfermedad mental: el ‘caso Bayard’
No se discute la necesidad de utilizar la fuerza en caso de trastorno; la cuestión es quién debe dirigir el operativo
Hace poco, Alfonso Bayard murió en unas circunstancias tristes que trascendieron en los medios de comunicación por ser quien era —un actor reconocido y una persona con muchos amigos— y sobre todo, por lo que rodeó su muerte. Alfonso Bayard era un hombre cordial, de una clara inteligencia, sensato y tranquilo, con un sentido del humor muy afinado y buen amigo de sus amigos, que éramos muchos, como se demostró en su multitudinario y emotivo funeral. También había sufrido algún episodio de trastorno mental puntual, que lo habían llevado, en el pasado, a algún ingreso y tratamiento psiquiátricos.
El día de su muerte Alfonso Bayard estaba en una terraza de un bar, en la ciudad de Barcelona. Llevaba allí un rato largo y todos los testigos han coincidido al declarar que era obvio que no estaba mentalmente bien, sin mostrar, sin embargo, ninguna agresividad hacia los clientes del local. De hecho, la misma mañana ya había tenido un episodio parecido, en la perrera municipal donde hacía de voluntario, que acabó con la llamada a la Guardia Urbana y al SEM por parte del personal de la perrera.
Después de una charla con él y cuando volvía a estar aparentemente bien, la ambulancia del SEM se fue y una patrulla de la Guardia Urbana, tras recomendarle dejar la moto en la perrera, lo acompañó hasta cerca de su casa. Por la tarde, cuando llegaron los Mossos a la cafetería, los trabajadores del local les dieron a entender que Alfonso Bayard estaba en un estado mental anormal. Después de unos minutos de conversación entre los Mossos y él, se produjeron los hechos conocidos, con una reducción por la fuerza que acabó con el trágico final que todos sabemos.
Lo que queremos es plantear la necesidad de mejorar las actuaciones policiales en casos como el de Alfonso Bayard, cosa que sería posible aplicando los protocolos que ya existen
No discutimos la necesidad de la utilización de la fuerza y sabemos que cuando se aplica siempre hay un riesgo inherente de daño físico, que tampoco se discute. Los psiquiatras y personal de enfermería sabemos de sobra que, a veces, no hay otra forma de reducir a un enfermo de estas características. Lo que está en discusión es: ¿Quién tiene que emplear esta fuerza en un caso como este?, ¿los Mossos o el personal médico especializado?; ¿quién es responsable en un caso así: los Mossos o el personal sanitario?, ¿qué tienen que hacer los Mossos cuando se encuentran ante estas situaciones?
Estas cuestiones son muy importantes porque el tratamiento del enfermo y la resolución del caso puede variar sensiblemente, incluso vitalmente, en función de quién dirige la acción y, eventualmente, quién utiliza el recurso de la fuerza. Se podría pensar que todas estas cuestiones no tienen respuesta o no están previstas. Pero no es así. Están previstas y están muy especificadas en el Protocolo de actuación para la atención a las urgencias, los traslados y los ingresos involuntarios urgentes de personas con enfermedad mental firmado y vigente desde 2006 y elaborado conjuntamente por la Generalitat de Cataluña (Departamentos de Interior, Justicia y Salud), el Ayuntamiento de Barcelona, la Delegación del Gobierno en Cataluña, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, la Federación de Municipios de Cataluña y la Associación Catalana de Municipios y Comarcas. Las conclusiones de este documento no pueden ser más claras:
“Ante una urgencia psiquiátrica tendrán que actuar siempre en primera instancia los servicios sanitarios. Sólo excepcionalmente hará falta la presencia de los cuerpos de seguridad. A menudo la situación se puede resolver con la presencia del personal sanitario. Es importante recordar que la persona con trastorno mental tiene que ser tratada en igualdad de condiciones y los mismos derechos que cualquier ciudadano que presente una urgencia sanitaria. La probable asociación de un ingreso involuntario con la presencia policial es absolutamente desaconsejable y muchas veces innecesaria”.
El caso de Alfonso Bayard nos afecta a todos. A algunos, nos afecta muy directamente porque le conocíamos y lo queríamos. Pero cualquier lector y cualquier ciudadano tienen que saber que todo el mundo, sin excepción, se puede encontrar en un momento dado en la misma situación que se encontró él, sea cual sea el origen de la causa del trastorno. No se trata de un caso excepcional y aislado.
Lo que queremos es plantear la necesidad de mejorar las actuaciones policiales en casos como el de Alfonso Bayard, cosa que sería posible simplemente aplicando los protocolos que ya existen. Pedimos y exigimos a las autoridades competentes que pongan todos los medios necesarios para evitar que un caso así se repita en el futuro. Si la muerte de Alfonso Bayard y el tipo de reclamaciones que este escrito representa sirven para evitar futuros errores y mejorar el trato al enfermo mental, nos sentiremos, los abajo firmantes y toda la ciudadanía, mínimamente confortados.
Jordi Obiols y Susana Subirá son psiquiatras, catedrático y profesora titular, respectivamente, de la UAB.
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