La percepción de lo invisible

La obra de Inmaculada Salinas (Guadalcanal, Sevilla 1967) dialoga entre sus componentes y con el espectador. Los últimos trabajos que expone en la galería Rafael Ortiz de Sevilla hasta final de año también lo hacen con mensajes nacidos de su experiencia en Londres durante 150 días, de su interacción con la ciudad, de la cultura expuesta en ella, de sus obsesiones y de la vida ordinaria. Y como siempre, la mujer en el centro.

La muestra, titulada Una hora es invisible, parte de una primera obra sobre el territorio que anticipa la dualidad que se repite en el resto de trabajos. Una transición cromática a lo largo de una serie de “fichas”, como ella define el formato que utiliza en esta y otras muestras, sobre un dibujo negro hecho a lápiz, prepara el camino para interpretar la obra surgida de su última experiencia en la capital británica.

Con una normalización casi obsesiva –“Necesito la sistematización”, admite-, Salinas ha plasmado su vida en Londres en cuatro grandes obras. Diario artístico recoge las impresiones y los títulos de decenas de exposiciones a las que ha asistido y que refleja mediante líneas onduladas hechas con rotulador negro entre las que se incorporan trazos de color.

Esta composición se repite, con otra secuencia cromática, en Diario Walden, un trabajo más reivindicativo donde parte del ensayo que escribió Henry David Thoreau en 1854, Walden, la vida en los bosques. Este texto refleja la experiencia ascética del autor durante dos años, dos meses y dos días junto a un lago donde quiso encontrar el sentido de la vida en la naturaleza y liberarse de las imposiciones de la sociedad industrial de su época. “No hace falta un bosque. La ciudad puede ser ese espacio que buscaba Thoreau para la reflexión”, comenta Salinas. De esa idea nace esta obra, donde los árboles son edificios y la naturaleza pura se transforma en ciudad.

El tono reivindicativo aumenta en la obra que ocupa el espacio central de la exposición: 150 días gratis, donde la autora recurre a una composición que le llevó a ocupar las salas del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo con Prensadas en 2011 y a participar en la muestra colectiva Narrativas domésticas: más allá del álbum familiar, organizada por la Diputación de Huesca en 2012. Salinas vuelve a recurrir a las imágenes de la prensa, principalmente mujeres, y las asocia a textos de la obra Londres de Virgina Wolf, donde la escritora convirtió la ciudad en un personaje con el que revisó la vida, la arquitectura, los habitantes y la historia de la capital, desde los muelles hasta las calles más céntricas, desde las iglesias hasta el Parlamento. Del mismo modo, Salinas deja que las imágenes recopiladas a diario de dos periódicos gratuitos se asocien entre ellas, dialoguen, se vinculen al texto y conformen un discurso rompedor e inquietante.

El recorrido finaliza con una experiencia irónica que interpreta la propia artista al disfrazarse de hombre, asumir sus roles y reflejarlo en forma de diario fotográfico. Con esta obra, Una semana de trabajo, Salinas sacude la conciencia del espectador al enfrentarlo a la realidad del trabajo que asume principalmente la mujer de forma gratuita y silenciosa y que representa un pilar básico de una sociedad que se beneficia de esta labor sin aportar reconocimiento alguno.