“Era un personaje entrañable para Sevilla”
Miles de vecinos desfilan frente a la capilla ardiente
Cuentan que entre las primeras coronas de flores en llegar estaban las del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, la de los humoristas Los Morancos y la del Betis, club de fútbol del que la duquesa de Alba era seguidora. En el Salón Colón del Ayuntamiento de Sevilla, la ciudad en la que murió este jueves la aristócrata Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, se ha instalado su capilla ardiente. Miles de sevillanos —muchos con el móvil listo para hacer fotos— han desfilado desde las dos de la tarde frente al féretro.
Tres cuartos de hora antes de que se abriera la capilla, un Mercedes plateado salía de la Casa de las Dueñas, donde residió los últimos años la aristócrata. Dentro viajaban los restos de la duquesa en dirección al Consistorio. Cayeron claveles blancos y gritos de “guapa” de algunos vecinos. En el Ayuntamiento fue recibida con aplausos y entró a hombros de familiares y amigos.
Los priostes de la hermandad de Los Gitanos se han encargado de la escenografía de la capilla ardiente: el féretro cubierto con una bandera de España y de la Casa de Alba, un cuadro del Cristo de los Gitanos, otro de la Virgen de las Angustias y dos cojines en los que reposaban las medallas y títulos que la duquesa atesoraba.
Miles de vecinos de Sevilla, donde este jueves fue día de luto oficial, han acudido al Ayuntamiento. María Jesús Velázquez, que el domingo cumple 50 años, ha sido la primera en entrar. Estaba por el centro cuando una amiga le avisó de que la duquesa había muerto. “Me he acercado a verla. Es un personaje entrañable de Sevilla”, ha dicho.
De su pertenencia y vínculos con la capital andaluza ha hablado el confesor y amigo de la duquesa, el sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp. “Ella tenía una espina clavada: haber nacido en Madrid”. Pero, según este sacerdote, “para ser un sevillano de los pies a la cabeza uno tiene que morir en Sevilla”.
Sus restos serán incinerados y parte de las cenizas reposarán en la iglesia del Valle, sede de la hermandad de Los Gitanos. Este templo, situado a unos minutos de la Casa de Las Dueñas, se terminó de restaurar a principios de 1999. Y parte de las obras de la iglesia fueron sufragadas por Cayetana Fitz-James Stuart, que también donó un manto a la virgen con el escudo del ducado de Alba.
Los seis hijos de la duquesa han estado presentes este jueves en la capilla ardiente. También, los representantes de los grupos políticos del Ayuntamiento, con el alcalde Juan Ignacio Zoido a la cabeza. Fue el regidor el que anunció a través de Twitter la muerte de la aristócrata. Su fallecimiento tuvo una gran repercusión en las redes sociales. Y muchos de los jóvenes que han acudido a la capilla ardiente no se resistieron a la tentación del selfie o a fotografiar el féretro.
“Esto es histórico para la ciudad y creo que teníamos que estar aquí, en primera fila”, ha argumentado Ana, a la que le llamó la atención la cantidad de coronas que rodaban el féretro. Cristina, que se confesaba gran admiradora de la fallecida, salía de la capilla ardiente con el móvil en la mano y enseñándole las fotos que acababa de hacer a su amiga Loreto. Unas instantáneas que en segundos subieron a las redes sociales.
“He venido por el reconocimiento histórico que creo que hay que darle a esta señora, porque ha hecho mucho por Sevilla”, comentaba la joven, que no quería marcharse tan pronto del lugar y daba un último vistazo a la fachada del Ayuntamiento. Ambas quisieron dejar unas palabras cariñosas en el libro de condolencias. “Para ti hay vida detrás de la muerte”, escribió Cristina.
Está previsto que la capilla ardiente vuelva a abrirse a las nueve de la mañana de este viernes. A las once se trasladarán los restos a la catedral, donde se celebrará el funeral, que oficiará el cardenal emérito de Sevilla Carlos Amigo.
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