Orejas y rabo de lobo para Lluís Homar

No solo mató el lobo sino que cobró las orejas y el rabo. Lluís Homar triunfó anoche en el teatro Borràs en el estreno barcelonés de su Terra Baixa, insólita versión one man show dirigida por Pau Miró y presentada previamente en el festival Temporada Alta de Girona. Ante un público entre el que se contaba buena parte de la profesión teatral y que premió al actor con largos y cálidos aplausos, Homar representó con maestría el clásico de Guimerà —ese Cumbres borrascosas con pubilla—, devenido un extraordinario reto actoral en el que encarna a los cuatro personajes de la función. El actor pasa sin solución de continuidad de hacer con entrañable simpatía a la niña Nuri a encarnar al inocente y al final feroz pastor Manelic, al despótico amo Sebastian o a la desgraciada, depredada y codiciada Marta. Sin histrionismos, con sutileza, sin dejar de ser el propio Homar, diciendo con amor el texto, empleando de manera formidable toda su experiencia y sus registros, el actor llega a hacer dialogar a los personajes y a que el público los visualice casi a la vez. Lo más grande es que en poco más de una hora, con un solo actor, Homar logra que tengas la sensación de haber visto completa la obra.

Apoyado por una escenografía esencial, incluido algún fetiche personal y una cortina de hojas que representa la pura y salvífica terra alta, Homar transita entre los cuatro personajes y a la vez guiña el ojo al público mientras explica el drama.

Al salir a saludar, desde el escenario, Homar, dijo que era “una noche muy especial” y tuvo un emotivo recuerdo para la gente ya fallecida de los distintos montajes de Terra baixa que han jalonado su carrera: desde el de teatro amateur con 16 años, en 1974, hasta el de Fabià Puigserver de 1990. Entre los recordados, Armand Calafell, Maria Rosa Bonany, Pep Montanyès, Puigserver, Rafael Anglada y Joan Miralles. Una estupenda velada de teatro alrededor de un actor pletórico de facultades y en un momento especialmente feliz de su vida y su profesión.