La Comisión Europea dice que el 9-N es asunto de “organización interna”
Bruselas reitera que no comentará escenarios hipotéticos
Bruselas no se pronuncia. La Comisión Europea ha eludido hoy pronunciarse sobre el resultado del 9-N en Cataluña y sus posibles consecuencias. “No es el papel de la Comisión expresar opiniones sobre cuestiones de organización interna que tienen que ver con el orden constitucional de los Estados miembros”, ha explicado un portavoz del Ejecutivo comunitario. La nueva Comisión, que preside el socialcristiano luxemburgués Jean-Claude Juncker, sigue así la línea marcada por el anterior equipo de José Manuel Durao Barroso. Aun así, varios miembros de la Comisión han reiterado en los últimos meses, en relación al proceso catalán y al referéndum escocés, que si una parte de un Estado miembro alcanzase la independencia pasaría a ser un “tercer país” con respecto a la Unión, y debería solicitar el reingreso.
La Comisión no quiere incomodar al Gobierno español y, a pesar de las reiteradas preguntas de la prensa bruselense, se ha referido una y otra vez a que Bruselas no entra en “asuntos de organización interna”. “No tengo nada más que decir sobre esto”, ha subrayado el portavoz.
Por otro lado, el primer ministro británico, David Cameron, ha expresado su "apoyo" al Gobierno español tras la consulta alternativa en Cataluña. "Le diría a mi amigo Mariano Rajoy y a todo el mundo en España que el Reino Unido es un gran amigo y un gran aliado. Amamos España, queremos que siga unida y creemos que los referéndos deben hacerse a través de los marcos constitucionales y legales adecuados y no fuera de ellos", ha subrayado desde Londres.
La participación en la consulta alternativa del 9N en Bruselas superó ayer las expectativas de los organizadores. En la capital europea votaron 1.271 personas, con colas de hasta aproximadamente tres horas de espera en las que había catalanes procedentes de diferentes puntos del Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo) y de localidades del noreste de Francia, del oeste de Alemania e incluso de Suiza. En un ambiente festivo, entre banderas independentistas, senyeras y camisetas de la selección catalana de fútbol, los voluntarios habilitaron hasta un total de tres mesas para poder agilizar el proceso.
“Aunque nuestro voto no sea un voto real, tendrá consecuencias. El Gobierno no puede quedarse inmóvil ante esta demostración democrática”, argumentó Robert, procedente de Fráncfort y que prefirió no dar sus apellidos, minutos antes de depositar su papeleta en la urna. A la salida, caras de entusiasmo y alegría. “En algún momento pensé que no podríamos votar. Aunque esto no sea lo mismo que tuvieron en Escocia, peor sería no tener nada. Así, Rajoy sabrá a través de nuestros votos, lo que quiere el pueblo catalán”, apuntaba, María —que tampoco quiso revelar sus apellidos—, tras cuatro horas de cola en compañía de sus hijos.
Jaume Bardolet, coordinador de la Asamblea Nacional Catalana en Bruselas, estuvo al mando de la jornada en la capital comunitaria. Para ello contó con 25 voluntarios. “No esperábamos a más de 600 personas”, celebró, antes de dar a conocer que finalmente votaron más de 1.200.
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