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Urkullu pide “paciencia y esperanza” para lograr la paz y la convivencia

El lehendakari reflexiona en un artículo de opinión sobre el proceso de paz al cumplirse el tercer aniversario de la declaración de ETA del cese de su actividad armada

El País
El lehendakari, Iñigo Urkullu, en una imagen de archivo en el Parlamento.
El lehendakari, Iñigo Urkullu, en una imagen de archivo en el Parlamento.l. rico

El lehendakari, Iñigo Urkullu, pide "paciencia, esperanza y determinación" a la sociedad vasca para "consolidar el proceso de paz" cuando se cumplen tres años desde que ETA hizo pública su decisión de cesar si actividad armada. "Hasta ese día vivíamos peor; desde aquel día vivimos mejor", escribe en un artículo de opinión remitido a este diario.

Urkullu sostiene que, para alcanzar la "meta compartida" de la paz, la sociedad vasca necesita "una paciencia insistente para enfrentar las dificultades de un recorrido complejo", aunque considera que hay "motivos para la esperanza" y existe un proyecto del Gobierno vasco que "expresa nuestra determinación de recorrer el itinerario que lleve a la consolidación definitiva de la paz y de la convivencia".

El día 20 de octubre de 2011 supuso un "punto de inflexión", dice el lehendakari, porque se puso fin a "un daño injusto que provocó cerca de 850 víctimas mortales asesinadas y miles de personas heridas, afectadas o amenazadas".

Hasta ese día vivíamos peor; desde aquel día vivimos mejor IÑIGO URKULLU, LEHENDAKARI

El fin de la actividad terrorista de ETA, caracterizada por su "intención de imposición política antidemocrática", "no se trata de una graciosa concesión" de la barda armada, sino del "cumplimiento de una exigencia ética, social y política mayoritaria", aunque aún persisten sus "secuelas": "El efecto de un trauma grave no se supera de la noche a la mañana o por decreto. Necesita tiempo. Hoy la política vasca está todavía bajo los efectos de ese trauma del pasado, por eso no es fácil el camino que tenemos por delante". Entre esas secuelas, Urkullu cita "las dificultades para alcanzar consensos plurales en materia de paz y convivencia", porque "el pasado nos duele y nos divide".

El mandatario vasco mira al pasado para asegurar que queda pendiente "un reconocimiento por parte de ETA del daño injusto causado así como una revisión crítica de su pasado", así como un acuerdo sobre derechos humanos", pero se detiene en los "progresos" logrados: "Cuando se produce algún acto aislado de violencia ya todas las fuerzas políticas coincidimos en rechazarlo, y también todos empezamos a coincidir en actos de recuerdo y homenaje a las víctimas". "Estamos trabajando en la clarificación de las violaciones de derechos humanos de todo signo y en el reconocimiento de todas sus víctimas", añade.

Sobre el presente, Urkullu opina que falta "el desarme y desaparición de ETA, la modificación de la política penitenciaria y la consolidación de un foro de diálogo, como la Ponencia de Paz y Convivencia" creada en el Parlamento vasco. De cara al futuro, Urkullu anhela "un acuerdo de convivencia que explicite los mínimos que configuran nuestro punto de encuentro".

Hoy la política vasca está todavía bajo los efectos de ese trauma del pasado

Pero destaca los progresos visibles cuando "víctimas de distintas sensibilidades se reúnen y hacen gestos y discursos audaces para la convivencia", o los foros de "encuentro plural" que se organizan en "cada vez más municipios", además de "la normalidad  y los consensos" que se están dando en los colegios vascos "en la educación para la paz y la convivencia".

Tras este repaso de asignaturas pendientes y logros alcanzados, Urkullu afirma que hay motivos para la esperanza: "El más poderoso es la propia sociedad vasca que vive y convive con respeto a los principios democráticos, los derechos humanos y el pluralismo. La sociedad en su vida cotidiana consolida el proceso de paz y convivencia de un modo irreversible. Estamos mejor e iremos a mejor, en un proceso en el que la voluntad social mayoritaria de paz y convivencia se constituye en motor imparable".

Necesitamos una paciencia insistente para enfrentar las dificultades de un recorrido complejo

Pide "paciencia insistente", "esperanza" y "determinación", como la que a su juicio está demostrando su Ejecutivo autonómico a través del Plan de Paz y Convivencia, que consta de 18 iniciativas, "todas ellas están en marcha·", la última de las cuales, la iniciativa Hitzeman pretende "apoyar los procesos legales de resocialización de presos" de ETA.

"Necesitamos una paciencia insistente para enfrentar las dificultades de un recorrido complejo. Tenemos motivos para la esperanza porque estamos en marcha, estamos mejorando y tenemos amplio margen de mejora. Contamos con un proyecto que expresa nuestra determinación de recorrer el itinerario que lleve a la consolidación definitiva de la paz y de la convivencia", concluye Urkullu su artículo de opinión.

Paciencia, esperanza y determinación

IÑIGO URKULLU
Se cumplen tres años desde que ETA anunciara su final en la acción armada y violenta. Aquella decisión supuso un punto de inflexión. Hasta ese día vivíamos peor, desde aquel día vivimos mejor. La razón de ese cambio es que la violencia de ETA y su amenaza infligía un daño injusto al conjunto de la sociedad. Un daño injusto que provocó cerca de 850 víctimas mortales asesinadas y miles de personas heridas, afectadas o amenazadas. Eso es lo que acabó el 20 de octubre de 2011.
Un daño injusto por su prolongación en el tiempo, por su intención de imposición política antidemocrática y, sobre todo, por la gravedad e intensidad del balance de daños humanos e irreparables producido. Un daño injusto, en definitiva, porque supuso una violación grave de los derechos humanos, sostenida durante décadas. El fin de la actividad violenta ETA es, sin ningún tipo de aderezo, en sí misma, una buena noticia.
No se trata de una graciosa concesión sino del cumplimiento de una exigencia ética, social y política mayoritaria. Es el fin de un daño y de un error inconmensurable. Después de tres años, hoy podemos decir que aquella buena noticia está confirmada. Dicho fin de ETA abre la posibilidad real de iniciar una nueva etapa para la convivencia social y política en Euskadi.
No es un camino fácil. El terrorismo de ETA y su amenaza fue una losa que condicionó nuestro pasado. Ese condicionamiento no ha acabado, persisten sus secuelas. La historia de ETA ha tenido efectos traumáticos en nuestra sociedad y en la política vasca. El efecto de un trauma grave no se supera de la noche a la mañana o por decreto. Necesita tiempo. Hoy la política vasca está todavía bajo los efectos de ese trauma del pasado, por eso no es fácil el camino que tenemos por delante.
El pasado se proyecta sobre el presente. Este análisis puede ayudarnos a entender las dificultades que encontramos para alcanzar consensos plurales en materia de paz y convivencia y también en otros ámbitos. El pasado nos duele y nos divide. Lo vamos a superar, sin duda; pero necesitaremos un poco de paciencia, una paciencia insistente.
La paciencia se nutre de la esperanza en un objetivo alcanzable. Hay motivos para la esperanza. Podemos analizar la situación actual desde el punto de vista del recorrido pendiente o del ya recorrido. Un análisis correcto debe contemplar las dos perspectivas.
Sobre el pasado, está pendiente un reconocimiento por parte de ETA del daño injusto causado así como una revisión crítica de su pasado. Y está pendiente un acuerdo sobre revisión crítica que ha de tener una parte compartida por todos y que ha de ser específico en la medida y responsabilidad que en materia de derechos humanos toque a cada cual. Esto es muy importante y está pendiente, pero quiero subrayar también los avances.
Ha desaparecido la violencia de ETA, cuando se produce algún acto aislado de violencia ya todas las fuerzas políticas coincidimos en rechazarlo, y también todos empezamos a coincidir en actos de recuerdo y homenaje a las víctimas. Estamos trabajando en la clarificación de las violaciones de derechos humanos de todo signo y en el reconocimiento de todas sus víctimas. El cambio a mejor es substancial.
Sobre al presente, está pendiente el desarme y desaparición de ETA, la modificación de la política penitenciaria y la consolidación de un foro de diálogo, como la Ponencia de Paz y Convivencia. Todo ello está pendiente; pero no debemos olvidar los progresos.
Todas las sensibilidades políticas tienen una representación legalizada, y no sólo   las hasta ahora cuatro grandes tradiciones políticas, dialogamos, acordamos y discrepamos con normalidad en el Parlamento sobre distintos temas. Ahora mismo está constituida y trabajando una Ponencia sobre el Instituto de la Memoria y la Convivencia con las cuatro grandes familias políticas. Con un poco de perspectiva podemos valorar el avance que hemos experimentado. También con la constitución del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo.
Sobre  futuro, está pendiente la configuración de un acuerdo de convivencia que explicite los mínimos que configuran nuestro punto de encuentro. Eso está pendiente; pero subrayemos lo realizado.
Cada vez más a menudo, víctimas de distintas sensibilidades se reúnen y hacen gestos y discursos audaces para la convivencia. En cada vez más municipios se organizan foros de encuentro plural. En el sistema educativo se trabaja con normalidad y consensos en la educación para la paz y la convivencia. La red asociativa contribuye a todo ello.
Este balance de asignaturas pendientes y logros, me permite afirmar que la esperanza es una hipótesis no arbitraria. Hay motivos objetivos para ello. El más poderoso es la propia sociedad vasca que vive y convive con respeto a los principios democráticos, los derechos humanos y el pluralismo. La sociedad en su vida cotidiana consolida el proceso de paz y convivencia de un modo irreversible. Estamos mejor e iremos a mejor, en un proceso en el que la voluntad social mayoritaria de paz y convivencia se constituye en motor imparable.
            La paciencia insistente necesita de una esperanza cierta en un objetivo realizable. La paciencia y la esperanza necesitan finalmente determinación. Es decir, necesitan fuerza, convicción y claridad en torno a un proyecto sólido. La determinación del Gobierno Vasco en este ámbito se expresa a través de su Plan de Paz y Convivencia.
Nuestro proyecto despliega 18 iniciativas. Todas ellas están en marcha. La última la propuesta Hitzeman para apoyar los procesos legales de resocialización de presos/as. La próxima, esta misma semana, el estudio de proyectos de colaboración europea con el Peace Program.
La determinación del Plan de Paz y Convivencia se asienta en los principios éticos y en  las voluntades sociales mayoritarias. Ambas coinciden y configuran la centralidad social y política.
Este marco de principios y voluntades define con claridad las cinco prioridades éticas del Plan de Paz y Convivencia: (1) desarme y desaparición de ETA; (2) memoria crítica del pasado y reconocimiento del daño injusto que han causado el terrorismo, la violencia y todas las vulneraciones de derechos humanos; (3) apoyo a todas las víctimas, sin discriminaciones, sin exclusiones y sin compensar unas violaciones de derechos humanos con otras; (4) acuerdo básico entre las grandes familias políticas para dar prioridad a la convivencia; y (5) modificación de la política penitenciaria y promoción de la reinserción de presos.
Necesitamos una paciencia insistente para enfrentar las dificultades de un recorrido complejo. Tenemos motivos para la esperanza porque estamos en marcha, estamos mejorando y tenemos amplio margen de mejora. Contamos con un proyecto que expresa nuestra determinación de recorrer el itinerario que lleve a la consolidación definitiva de la paz y de la convivencia. Esa es nuestra meta compartida. Termino como he comenzado. Se cumplen tres años desde que ETA anunciara su final. Hasta ese día vivíamos peor, desde aquel día vivimos mejor.

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