Diez años del proyecto estrella
El 44% de los colegios públicos y un tercio de los institutos han implantando ya el sistema bilingüe. Un programa, con tirón electoral, que no ha sufrido la crisis.
Cuando en 2012 Esperanza Aguirre, ex alumna del Colegio Británico, se despidió de la presidencia de la Comunidad, lo hizo recordando como su mayor orgullo la implantación en Madrid de la educación bilingüe en el sistema público. Un logro que pocos discuten —aunque se pongan peros— que cumple su primera década con una salud de hierro.
El programa en inglés está presente en el 44% de colegios públicos (337) y en un tercio de institutos (97, en los que se convive con alumnos que estudian en castellano con refuerzo optativo de inglés). Ha tenido una gran acogida entre las familias, y se ha convertido en un argumento de gran tirón electoral.
Se cuida al programa con máxima dedicación, lo que lleva a los sindicatos y padres de la Marea Verde a recordar que el bilingüismo ha sufrido menos recortes que el sistema en español. El cual se ha visto cercenado en los desdobles de las asignaturas o en la atención a los desaventajados o los inmigrantes recién llegados y en proceso de adaptación. En 2012, pese a la crisis, el presupuesto bilingüe subió un 20%.
Es también un estupendo escaparate de la región. Delegaciones de medio mundo, encabezados por Japón, han visitado Madrid para tomar nota de su programa desde sus inicios. Y hasta el New York Times alabó esta apuesta en 2011. El proceso es largo —los claustros tienen que estar conformes— pero Murcia y Castilla-La Mancha pretenden instaurarlo en cinco años.
El colegio de la Lotería, el San Ildefonso, en el corazón de la Latina, fue uno de los 26 centros pioneros que implantó el programa en el curso 2004-2005. Al principio con cierto temor hacia lo desconocido y hoy con lista de espera. Sus carteles en inglés en un edificio del siglo XV que se está rehabilitando despistan. “El centro ha cambiado mucho en estos 10 años. Antes el 80% de los niños eran inmigrantes y había mucha gente de origen social y cultural bajo. Y ahora los extranjeros son un 15% —muchos se han ido de España— y hay mucho alumno con alto poder adquisitivo y padres universitarios”, diferencia Ana Isabel Iglesias, antes profesora de Educación Física en inglés y hoy directora del San Ildefonso. Unas familias con estudios superiores que habitúan a sus hijos a ver en casa los dibujos animados en versión original y que no temen que tengan dudas con los deberes en otra lengua. Un hándicap para muchos padres a quienes frena ese obstáculo a la hora de decidirse.
Un informe de UGT basado en una encuesta entre 328 profesores de todos los niveles afirma que el bilingüismo se ha convertido en una piedra angular de la enseñanza. Y, dicho esto, encuentra muchos aspectos a mejorar. El 73% remarca que la mayoría de los estudiantes pertenece a una familia de clase media-alta, por lo que observan una “pérdida de equidad en el sistema”. O nueve de cada 10 considera, además, que así se dificulta la inserción de personas con necesidades especiales.
Bruno García, coordinador del programa bilingüe del San Ildefonso, pide voluntarios para salir a la pizarra digital entre sus alumnos de sexto de primaria (11 años). Todos, entusiastas, levantan la mano. Salen dos de ellos y al pararse la imagen —con la misma mecánica que en televisión La ruleta de la fortuna, lo que les cautiva— tienen que describir lo que están viendo. Lo hacen con un desparpajo asombroso, sin incluir ni una palabra en castellano. Ni siguiera cuando sisean entre ellos. “Lo tienen interiorizado”, cuenta García. “Se acabó el libro de texto y las listas de palabras que memorizar. Un idioma se aprende hablando y ellos tienen una mente abstracta que les permite llegar a lo que quieren decir en inglés aunque no conozcan las palabras”. Él, como otros docentes, ha viajado a Edimburgo y Boston para aprender nuevas pedagogías. “Quiero estudiar en inglés porque es la lengua más internacional y me permite comunicarme con gente de otros sitios y viajar”, argumenta Mateo, de origen hindú, con el asentimiento de sus compañeros.
El ansia por criar niños bilingües lleva a algunas familias a querer matricular a sus hijos en el San Ildefonso a finales de la primaria. “Les recomendamos que no vengan si es a un curso mayor de tercero”, prosigue la directora. En segundo ya son capaces de mantener una conversación. Todas las asignaturas son en inglés salvo Música, Ciencias Sociales (eventualmente) y Lengua Española y Matemáticas, estas dos materias obligatoriamente en castellano en todos los centros.
Algunos pedagogos critican que en el afán de aprender otro idioma al final los niños no sepan decir clavícula, pero sí collar bone. “No es un problema. Los profesores saben que determinados conceptos tienen que enseñarlos también en castellano”, sostiene la directora.
En primero de bachillerato del instituto Ángel Corella de Colmenar Viejo—la primera promoción que llega a ese nivel formativo del proyecto— sus alumnos no notan esas carencias de conocimiento. “Los conceptos los explico en inglés, pero si pienso que no están familiarizados con la palabra en castellano la aprenden. Ayer, por ejemplo, muchos no sabían lo que era una veta en la madera”, explica Claudio Abner, su profesor de Tecnología. Estos chicos no se plantean la dificultad de otro idioma porque no han vivido otra cosa. En Ciencias Naturales muchas palabras derivan del latín o el griego y no les cuesta aprenderlas, pero sí recuerdan con terror el listado de términos históricos que memorizaron.
“Lo que hemos percibido es que los profesores no tienen problemas con el inglés, pero sí con la metodología para dar clase. Es cuestión de confianza, de soltura", opina Mark Levy, del British Council. Esta institución junto al Ministerio de Educación puso en marcha un programa bilingüe en 1996 hoy paralelo al madrileño. En la región cuentan con diez centros. Colegios privados —presionados por la demanda de los padres de un mayor peso del inglés— se han puesto en contacto con el British, pero no como asociación.
El empuje del alumnado rema a favor del éxito. En el Ángel Corella organizan estancias cada año en Inglaterra, Francia o Alemania —con un coste de unos 300 euros, asequible para bastantes bolsillos— y en bachillerato hay este curso una alumna alemana y otra austriaca del programa Erasmus +, más un brasileño. ¿Quién iba a imaginar tanto cosmopolitismo en la sierra hace unos años? De los nueve colegios públicos de Colmenar Viejo siete son ya bilingües. En los otros dos tienden a concentrarse los niños inmigrantes, más recientes a otra lengua. “En el norte de Madrid hay más centros bilingües. En Tres Cantos ya lo son todos”, cuenta orgulloso Cuevas.
Tres de cada cuatro alumnos, según datos de Educación, obtiene una nota de notable o sobresaliente en las pruebas externas del Trinity College o la Universidad de Cambridge. Y aseguran que no se resienten el resto de conocimientos en las pruebas de diagnóstico de Lengua y Matemáticas que hace la Consejería de Educación. Es más, un balance encargado por el Ministerio de Educación y el British Council sobre la experiencia de 120 colegios públicos españoles confirma la tendencia que ya apuntaban otros estudios: que el alumno bilingüe mejora su capacidad de aprender.
“Cada vez los niños tienen más nivel de inglés cuando llegan a la ESO. Antes el 90% de nuestros alumnos tenía ya un certificado KET (intermedio inferior) y ahora la mitad tiene el PET (intermedio superior)”, cuenta Cuevas. Es difícil evaluar el nivel de estos chicos en la preadolescencia porque dominan el oral, pero les falla el estudio, por ejemplo, de construcciones gramaticales complejas.
Disgusta también a los docentes encuestados por UGT que la implantación suponga el cambio de plaza de los profesores no habilitados y las diferencias de sueldo provocadas por un complemento bilingüe de hasta 215 euros mensuales (el coordinador). Y, sobre todo, indigna a los docentes que nativos que no han aprobado una oposición impartan clases. “Lo que se está promoviendo desde el Gobierno de Madrid es la creación de un sistema de contratación paralelo para los centros financiados con fondos públicos”, se queja Isabel Galvín, secretaria general de la Federación de Enseñanza de Madrid de Comisiones Obreras.
La consejería insiste en que son auxiliares de conversación que participan siempre junto al profesor y su situación de estancia legal en España —en el caso de los estadounidenses— es la de estudiante. En cursos pasados, los sindicatos denunciaron otras contrataciones de extranjeros fuera del cupo marcado. Este curso son 1.880.
En pocos años el profesor que no domine el inglés será un outsider porque no hay marcha atrás. Ya hoy opositores sin plaza trabajan como interinos por su destreza idiomática saltándose a otros con mejor puntuación. Y por ello cada vez más facultades ofertan Magisterio en inglés. El ministerio, por su parte, contempla que un tercio de los grados sean en inglés y uno de cada dos másteres en el plazo de cinco años. Una ventaja para los futuros profesores y una continuación de los estudios para estos pioneros en el bilingüismo. Ya 9.000 españoles estudian cada año la carrera en Reino Unido.
Sequía de profesores habilitados
El gran problema organizativo al que se enfrenta la Comunidad de Madrid es la falta de profesores y maestros habilitados en bilingüismo. En este momento son 5.000 y unos cuantos en espera.
La carencia de profesorado habilitado —se exige un nivel avanzado C1 en el marco europeo de referencia— es tal que en julio fue necesario abrir una nueva convocatoria para las materias de Dibujo, Música, Educación Física y Tecnología.
Ante una suplencia, en el instituto Ángel Corella, en Colmenar Viejo, ya saben que llegará un profesor que imparte clase en español. Laureano Cuevas, su director y profesor de Francés, y Sergio Quirós, el jefe de estudios, tratan ahora se habilitarse en inglés. "Hay que dar ejemplo", argumenta el primero. "Pero es complicado. Tengo poco tiempo. He metido una au pair en casa", explica el segundo.
Hay centros que se resisten al cambio. En el instituto Guadarrama por segundo año consecutivo el claustro se ha negado a ser bilingüe: 41% se decantó por el no, el 37% por el sí y el 22% votó en blanco.
Los opositores consideran que con el modelo propuesto no se alcanzan las necesidades formativas de la etapa de Secundaria, algo que, en su opinión, solo es posible impartiendo las materias en castellano. Argumentan que, además, se disminuyen los contenidos de Ciencias Naturales y Ciencias Sociales.
La consecuencia es que, para desesperación de sus padres, los niños del colegio Villa de Guadarrama, donde reciben la enseñanza en inglés, no pueden continuar el programa que iniciaron en primaria en su pueblo y se tienen que trasladar a los centros de El Escorial o Cercedilla.
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