“Las sociedades musicales entramos en la agenda política a garrotazos”
Tras ocho años al frente de la entidad con 200.000 asociados, Almería deja el cargo
Ya en la recta final de su mandato ha tenido que lidiar con un Valencia CF bajo la influencia de empresario de Singapur Peter Lim por la decisión del club de acabar con la tradición de que las bandas de música toquen sobre el césped. “La verdad es que el frente de actuación y batalla es muy amplio”, comenta Josep Almería, que el próximo domingo dejará de presidir la Federació de Societats Musicals de la Comunitat Valenciana. Sus 200.000 asociados y las 545 bandas de músicas que representan dan cuenta de la dimensión e importancia de la entidad que, sin embargo, no ha ganado visibilidad hasta que la Generalitat decidió unilateralmente en 2009 dar un tajo de más del 50% a las ayudas que prestaba a las escuelas de música, fundamentalmente.
La respuesta de la federación que ha dirigido durante ocho años este consultor de empresas y pianista de Alcoi fue abrir un diálogo con los entonces consejeros de Educación y Cultura, Alejandro Font de Mora, y Trini Miró, respectivamente. Pero el acercamiento resultó infructuoso. “El gobierno que no apoya la cultura de su pueblo pierde la dignidad para gobernar”, apunta Almería. Las sociedades musicales tomaron entonces la determinación de organizar una movilización multitudinaria cuya imagen, sin duda, hubiera dado la vuelta al mundo. Corría el verano del 2010. El propósito anunciado era convocar en el centro de Valencia a miles de músicos con sus instrumentos en un insólito pasacalles de protesta.
El gobierno que no apoya la cultura de su pueblo pierde la dignidad para gobernar
Si no se llegó a celebrar no fue por falta de intérpretes. La tradición valenciana por la música está muy arraigada, desde que las élites dejaron de pagar las clases en el siglo XVIII. Arrancó entonces “el proceso de democratización de la enseñanza musical” que se articuló a través de una red de escuelas, que florecieron durante el siglo XIX en la Comunidad Valenciana. Hoy, el 90% de los municipios valencianos con más de 200 habitantes tiene una escuela de música, y la mitad de las bandas de España son valencianas. La singular estructura asociativa de las sociedades musicales ha servido de modelo para países como Colombia, cuyo Gobierno buscó la colaboración de la Federació.
Al final, el pasacalles de protesta se suspendió y se llegó a un acuerdo. “Las sociedades musicales entramos en la agenda política, social y ciudadana a garrotazos. Me hubiera gustado entrar de forma más suave, pero no fuimos consultados. Creo que calibraron nuestra capacidad de movilización. Muchas entidades de todo tipo nos expresaron su respaldo”, repasa Almería.
Las negociaciones fueron muy duras. Por parte de la Generalitat, la responsabilidad pasó a Serafín Castellano, a la sazón consejero de Gobernación. “Estaba empeñado en que detrás de nosotros había algún partido político. Me preguntó varias veces con qué intermediario político [de la oposición] debía negociar. Daba por hecho que detrás había un movimiento político contra la Generalitat. Le dije que yo era el único interlocutor. Y así es. La Federació aglutina a un colectivo muy amplio y plural, con opiniones políticas muy diversas. Sólo defendemos nuestra cultura”, señala Almería.
Acuerdo
El acuerdo se sustanció en “la mejor dotación presupuestaria para el colectivo”, que en 2011 se tradujo en 6,4 millones de euros, de los cuales 4,5 van destinados a las escuelas musicales.
Una de las asignaturas pendientes es el refuerzo de la música en el sistema educativo. Almería planteó su inclusión en la LOMCE al ministro del ramo José Ignacio Wert de la mano de la consejera de Educación y Cultura María José Català —“sensible a la música”, apostilla—. La petición derivó a los Gobiernos autonómicos”. “Ya veremos”, concluye Almería, que renunció a volver a presentarse. Para ocupar su cargo, optarán este domingo Pedro Rodríguez, vicepresidente de la actual directiva y que, por tanto, cuenta con el respaldo de la misma, y Vicente Parra.
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