_
_
_
_

El pederasta utilizó un piso vacío y con acceso directo desde el garaje

Ni el portero ni los más de cien vecinos vieron al pederasta entrar con sus víctimas en la casa

Elsa García de Blas
Unos vecinos acceden al portal del edificio donde se encuentra la casa escenario de los crímenes del pederasta.
Unos vecinos acceden al portal del edificio donde se encuentra la casa escenario de los crímenes del pederasta.Claudio Álvarez

Es un piso grande, con terraza, y estaba completamente vacío. En el 4ºA del número tres de la calle Santa Virgilia, en el madrileño distrito de Hortaleza, el pederasta de Ciudad Lineal abusó de al menos una de sus víctimas. Es propiedad de su madre, pero nadie vive en él: está desamueblado desde hace años y lleva meses de reformas; la mujer había decidido volver ahora a su antigua vivienda y estaba haciendo algunas mejoras. Es, además, un piso en el que por alguna razón pudo cometer los crímenes a salvo de miradas: el pederasta más buscado del país abusó de las menores en la casa sin que ninguno de los más de cien vecinos del bloque de viviendas de ladrillo visto percibiera nada. Tampoco el portero de la finca, que vio por última vez a Antonio O.M. hace unos quince días acompañado de su madre. Ni siquiera los propietarios del piso de enfrente, que apenas sí notaron que en la casa de vez en cuando las persianas aparecían subidas o bajadas. Nadie supo, tampoco, que la policía llevaba vigilando la vivienda durante meses.

Más información
Detenido en Santander el presunto pederasta de Ciudad Lineal
Un “auténtico depredador” que ya abusó en los noventa de una niña de seis años
Cronología de los crímenes del pederasta de Ciudad Lineal
Un error que aceleró la investigación

El portero de la finca trabaja en el portal hasta las nueve de la noche. Nunca vio a Antonio O. M. acompañado de una niña, siempre acudía al piso solo, o con su madre. En agosto, cuando el pederasta cometió uno de los raptos, él estaba de vacaciones: su hijo le sustituyó, pero no conoce a los vecinos como él y no recuerda nada raro.

Esa pudo ser una de las casualidades que favoreció al criminal—y dificultó a los investigadores— pero la finca escondía otra ventaja: el edificio, con 107 pisos, tiene garaje, y desde el aparcamiento es posible acceder directamente en ascensor hasta la cuarta planta. Al salir a pie del parking, vigilado por la noche (no por el día) y con cámaras de seguridad, se atraviesa por un pasillo de trasteros a ambos lados y luz tenue. Por ese acceso pudo escapar a la mirada del portero. Tuvo suerte y no se cruzó con ningún vecino.

No hay rastro del pederasta en el barrio, como tampoco casi nadie conoce a su madre, María Ángeles M.D.R., que tiene otras dos hijas, porque no era su residencia habitual y solo iban de vez en cuando. El criminal no se prodigaba en palabras. “No se relacionaba mucho, solo le conozco de pasar y decir buenos días”, explica el portero, José Desviart, que coincide en la descripción de un hombre muy corpulento: “Estaba como un toro”. Los vecinos del piso de enfrente ni siquiera llegaron a cruzarse con él. “Estoy alucinada, no me he enterado de nada”, indica la vecina, Marga Macarro. Nunca escucharon ruidos ni percibieron algo extraño. También la policía, que llevaba meses vigilando el piso, desde dentro del edificio, fue especialmente sigilosa. Los agentes no habían interrogado a ningún vecino.

La vivienda escenario de algunos de los crímenes del pederasta, —según confirmó el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz— se encuentra además en una zona comercial muy animada. El bloque está rodeado de comercios y cafeterías, y se sitúa frente a la boca de Metro de Parque de Santamaría, por lo que es un lugar que atraviesan cientos de transeúntes cada día. La casa queda a solo cinco minutos en coche (unos 3,6 kilómetros) del lugar donde apareció la niña de origen chino a la que el criminal secuestró en el mes de junio (la calle del Jazmín). 

La última vez que la madre del presunto pederasta ya apresado acudió a la vivienda fue solo un día antes de su detención, ayer martes. Y ocurrió algo extraño. No pudo entrar a la casa con su llave y tuvo que llamar a un cerrajero. La puerta estaba atrancada.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Elsa García de Blas
Periodista política. Cubre la información del PP después de haber seguido los pasos de tres partidos (el PSOE, Unidas Podemos y Cs). La mayor parte de su carrera la ha desarrollado en EL PAÍS y la SER. Es licenciada en Derecho y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en periodismo de EL PAÍS. Colabora como analista en TVE.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_