El Teatre Principal, registrado por prostitución, pidió licencia de discoteca
Prisión para seis de los detenidos, entre los que hay cuatro guardias urbanos de Barcelona


El Teatre Principal, cuyo responsable, Carlos Caballero, que ingresó ayer en prisión tras ser detenido por los Mossos d'Esquadra el pasado viernes en una redada contra la prostitución, había solicitado al distrito de Ciutat Vella una licencia de sala polivalente para que el antiguo frontón Jai-Alai, que cubre la sala grande del teatro, pudiera funcionar como discoteca. Fuentes del distrito confirmaron que había una licencia nueva en trámite pero no especificaron en qué situación está. Tampoco aclararon si a raíz de la actuación de los Mossos por un delito de prostitución se ha iniciado algún expediente sobre el funcionamiento del Teatre Principal, de 15.000 metros cuadrados y propiedad de la familia Balañá. A diferencia de los otros dos locales donde entró la policía —el club Night Beach de la calle València y el Club Fuego de Còrsega— el teatro no fue precintado por la policía.
La titular del Juzgado de Instrucción número 10 de Barcelona dictó ayer prisión provisional para los tres agentes y un cabo de la Guardia Urbana de Barcelona, detenidos el pasado fin de semana. La misma medida acordó para Caballero y para el otro empresario de locales de alterne, Juan Balcells, que fue el propietario del conocido prostíbulo Bailén 22.
Las salas del Principal, una de las más antiguas de Barcelona, ya que se construyó a principios del XVII en unos terrenos donados por el antiguo hospital de Sant Pau, volvieron a programar actuaciones en octubre de 2013 después de que el teatro permaneciera cerrado desde 2006. Una reapertura que tuvo muy buena acogida en el primer acto público que celebró —el 6 de octubre de 2013— por parte del distrito, con la regidora Mercè Homs departiendo amigablemente con el ahora arrestado por prostitución y por entidades como Amics de la Rambla.
La empresa Principal Project es la que explota la gestión del Teatre Principal en esta última etapa, a cuyo frente figura Carlos Caballero, un empresario de espectáculos responsable del Cabaret Berlín, el heredero del conocido prostíbulo de Bailén 22.
El grupo Balañá se desentendió ayer de todo lo ocurrido: “Nosotros no llevamos la gestión”. Tampoco quisieron hacer comentario alguno el equipo de Principal Project que lo gestiona y del que salió, hace meses, Xavier Balaguer, que se encargaba de la comunicación.
Balaña, dueño del edificio, señala que no tiene nada que ver con la gestión
“En realidad, la actividad como teatro era una excusa para el clubbing —discoteca— que es lo que les interesaba más porque era lo más rentable”, explicaba ayer el actor Toni Albà, que fue el director artístico del Teatre Principal desde su apertura hasta el pasado mes de marzo. Albà dejó el Principal después de acabar “muy cansado” por la falta de entendimiento con el equipo: “pueden conocer bien el mundo de la noche y de los espectáculos, pero no el de las artes escénicas”, añade. Y también porque económicamente no salía rentable. Cree que es muy difícil montar un espectáculo en la sala Latino —la más pequeña de las dos— y al acabar tener que retirar deprisa las butacas para que se convirtiera en una discoteca.
Y es que para ser un teatro, el Principal tiene muchas barras de bar: 13 entre las de los accesos, la sala principal, la sala Latino y el frontón Jai Alai. En la más grande —con capacidad para 600 personas— se montaban cenas espectáculo y al terminar este se retiraban mesas y sillas para convertirlo en discoteca. Esa era la publicidad que hacía el teatro por las redes sociales desde que abrió, mientras que el distrito de Ciutat Vella insiste en que esa sala solo tiene licencia de teatro. La sala Latino —para unas 300 personas— y en la que ahora se representa Els Homes són de Mart i les dones de Venus con Jordi Martínez es la única que tiene licencia para sala de fiestas. En las dos se celebraban eventos y fiestas privadas que junto con la actividad de discoteca eran las que reportaban más ingresos al Principal.
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