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El carrusel y la catedral

Un espectáculo hermoso, sensible, divertido e ingrávido sobre Pierre Avezard

Javier Vallejo
Jaume Policarpo y Adriana Ozores en un momento de la función de Petit Pierre en el teatro de La Abadía.
Jaume Policarpo y Adriana Ozores en un momento de la función de Petit Pierre en el teatro de La Abadía.

Un espectáculo hermoso, sensible, divertido e ingrávido sobre Pierre Avezard (1909-1992), pastor de vacas que construyó la máquina poética más perfecta de cuantas giran sobre la Tierra. Nacidosordo, con una fisonomía azarosa y asimétrica (un ojo en su sitio; el otro, agazapado; y los dientes, en doble fila, mirando cada uno para un lado), Avezard, apodado Petit Pierre porque apenas crecía, salió adelante gracias a su hermana Thérèse, que le protegía de los otros chicos.

Suzanne Lebeau, actriz y dramaturga quebequesa especializada en teatro para niños y adolescentes, fundadora dela compañía Le Carrousel, lo cuenta con humor y lirismo, entreverando la biografía del malhadado chaval con los grandes acontecimientos del siglo XX. Desde las navas donde pasta su rebaño, Avezard observa a los hombres y el progreso imparable de las máquinas. De latas de gasolina y del fuselaje de un avión británico derribado junto a su majada durantela II GuerraMundial, recorta los primeros autómatas de lo que en pocos años será un carrusel delirante, en el que giran, primero a pedales y luego a motor, pollitos picoteadores, perros coleadores, frisonas que rumian y sacuden sus orejas, parroquianos que alzan su vaso, beben y escupen; tractores laboriosos, helicópteros, biplanos, funiculares, trolebuses…

El carrusel de Avezard es la versión en arte bruto (valga la traducción literal) del Circo de Alexander Calder, multiplicado por diez, y el precedente de Las tribulaciones de Virginia, espectáculo electromecánico infinito de los Hermanos Oligor. Prima hermana suya, la catedral que en Mejorada del Campo, sin ayuda de las Administraciones Públicas ni de la Iglesia, está levantando Justo Gallego (labrador cuasi nonagenario) con latas de tomate, botes de pintura y escombros, es también buena prueba de que la fe y la necesidad de comunicarse mueven más que el dinero a la gente de alma noble.

La versión española de Petit Pierre, elaborada por Jaume Policarpo,de Bambalina Teatre Practicable, es excelente, como también lo es el concepto del espectáculo, dirigido por Carles Alfaro y protagonizado por una Adriana Ozores (bilocada en narradora y en hermanita Thérèse) cuya energía extraordinaria parece estar afinada exactamente a la misma frecuencia a la que lo está el universo creativo dela Lebeau. A su altura, el Avezard de Policarpo, que evoca la deformidad del pastor enrollándose en la cara medio metro de cinta de embalar transparente y que transmite su perplejidad e indefensión con economía gestual. Espléndida, la música evocadora de Albert Sanz.

PETIT PIERRE. Autora: Suzanne Lebeau. Traducción y escenografía: Jaume Policarpo. Intérpretes: Adriana Ozores y J. Policarpo. Luz: Víctor Antón. Dirección: Carles Alfaro.Teatro de La Abadía. Hasta el 28 de septiembre.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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