Siroco cumple un cuarto de siglo
La histórica sala del centro de la ciudad celebra su aniversario con 25 conciertos
En plena resaca de La Movida, hace 25 años, la discoteca Ellas, situada en la calle San Dimas 3, colgaba el cartel de “se traspasa”. Era un local con solera que había albergado otras salas de espectáculos como el Dimas Club o el Fantasy, refugios de libertad incluso antes de la muerte del dictador.
Dos veinteañeros, David Novaes y Miguel Calvete, que venían de la universidad y ya tenían un bar, cogieron el local con el fin de materializar su sueño, crear una sala de conciertos. “Queríamos ponerle un nombre que transmitiera fuerza y que pudiera convertirse en un clásico”, explica Calvete. El primer concierto en Siroco fue en diciembre de 1989 y ahora cumple sus bodas de plata convertido en un referente de la escena musical española por el que han pasado centenares de bandas. Los propietarios, 25 años después, se muestran orgullosos de haber sabido evolucionar con el tiempo, apostar por los sonidos del momento y adaptar su espacio, que experimentó una remodelación en 2011. Convirtieron la parte superior en Siroco Lounge, que alberga sesiones o directos acústicos y renovaron el equipo de la otra planta, el sotano, dónde se celebran los conciertos.
Y aunque sigan vistiendo camisas estampadas también han crecido como empresarios: aparte de Siroco han tocado sectores como la consultoría musical y el management o la hostelería (tienen dos locales más). Así que ya no pueden pasar las madrugadas en la sala: “madrugamos, si no es imposible pagar 70 salarios cada mes”, explican en sus amplias oficinas.
Para celebrarlo organizan un aniversario que dura nada menos que hasta enero, con 25 fiestas como 25 velas de cumpleaños. “La idea era celebrar una serie de eventos que ilustren cómo somos… y había que esponjarlos en el tiempo para hacerlo todo”, dicen. Hoy inauguran los fastos con la celebración de los Premios Siroco 2014 y el martes 24 será el primero de los conciertos con la actuación de Depedro, el seudónimo del músico de Aluche Jairo Zavala, que ha logrado una exitosa carrera internacional que incluye ser el guitarrista en directo de los estadounidenses Calexico; Al día siguiente tocarán Los Coronas, una formación de surf rock instrumental. Todos son músicos cuyos orígenes están vinculados con la sala. La cosa continúa a través de los meses con fiestas de sellos con los que han crecido como Subterfuge, Elefant o Rock Indiana y grupos como Superskunk, Hermanas Sister, L-Kan, La Bien Querida, Edredón o Aviadro Dro, entre muchos otros.
La escena musical ha cambiado mucho con el tiempo. “Antes los grupos eran siempre guitarra, bajo, batería, teclado, gente muy poco virtuosa, tocaban peor y los mismos estilos”, dice Novaes, “ahora son mejores, quizás por la proliferación de escuelas de música. y el público es mucho más culto, probablemente gracias a las nuevas tecnologías. Eso sí, antes cualquiera pensaba que podía ser fichado por una multinacional y triunfar. Eran las vacas gordas, luego llegó el desencanto”.
Respecto a la escena actual destacan la aparición de pequeñas promotoras de conciertos en Madrid, como La Fonoteca, Giradiscos o Holy Cuervo, con las que colaboran. “Siguen una línea estética y ofrecen una marca propia, personal y reconocible”, dicen.
La noche madrileña también ha cambiado mucho: entonces había muy pocas normas en la hostelería (“después ha habido una revolución normativa”), la gente salía todos los días y era menos exigente, se citaba más temprano, al anochecer, y era más común el cliente habitual, el parroquiano que durante varios años hacía de un bar concreto el centro de su vida social. “Hay que tener en cuenta que no había telefonía móvil”, dicen los dueños, “si querías que la gente te encontrase tenías que decirle dónde parabas”.
Si se les pregunta cuáles son los problemas actuales de un negocio como el suyo destacan uno de los más visibles: “La prohibición de fumar dentro de la sala, hace que los clientes salgan a la calle. Allí compran latas de cerveza a los vendedores callejeros —es necesario atajar la venta ambulante cuanto antes— y molestan a los vecinos”. También, añaden, les perjudican los horarios de cierre que, a juicio de estos empresarios, arrojan a la calle a riadas de gente que deambula buscando la última copa o haciendo botellón y generando suciedad y ruidos. “La buena convivencia entre hosteleros y vecinos es fundamental”, sentencian.
Es de suponer que dos decenios y medio dan para una buena retahíla de anécdotas. “Sí”, admiten. “Pero las anécdotas nocturnas son siempre canallas y no se pueden contar”, bromean. Nos quedamos, pues, con unos versos de otra banda que ha crecido en esta sala, Pereza, cuando dicen aquello de “controlar cada baldosa del baño del Siroco / salir cada noche a matar / hacer un par de rotos / amanecer charlando con cara de locos”.
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