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La borrosa pista del asesino de Elisa

Los investigadores de la muerte de una mujer hace un año cerca de su casa de Cabanas tienen claro el móvil sexual pero solo “un hilo débil del que tirar”

Investigadores en la zona de Cabanas donde fue encontrado el cadáver.
Investigadores en la zona de Cabanas donde fue encontrado el cadáver.EFE

El asesino de Elisa Abruñedo dejó su firma en el cuerpo de su víctima. “Es un hilo débil del que tirar. Se trabaja duro y se avanza despacio”, explican fuentes de la investigación iniciada hace un año tras hallarse su cadáver, acuchillado con saña, junto a un camino forestal a 400 metros de su casa del municipio coruñés de Cabanas. Una única pista sólida que ha sido insuficiente para resolver el crimen de esta mujer de 46 años y con dos hijos porque el perfil genético del criminal no coincide, por ahora, con el de ninguna persona fichada. Ha pasado un año entero, pero en Cabanas no olvidan que tienen una vecina menos y que su asesino sigue suelto.

El suceso les ha cambiado la vida. Sus padres, ya septuagenarios, quieren saber como murió su hija porque ignoran el resultado de la autopsia y las dudas los consumen. Su familia exige medios para una investigación atascada y el consuelo de ver al culpable entre rejas, explica José Raúl Fernández, cuñado de Elisa y portavoz de sus más allegados. “Nos sentimos impotentes porque no vemos adelantos y el hijoputa no aparece. Más que nada, por la tranquilidad de la gente, porque a ella nadie nos la devuelve”. Cuenta José Raúl Fernández que ninguna paisana se atreve ya a caminar sola por los senderos de Cabanas, a medio camino entre Pontedeume y Fene, como hacía Elisa la tarde del 1 de septiembre del 2013, el domingo que no regresó a su casa.

Tenía 46 años, un marido, dos hijos varones de 24 y 25 años y un trabajo al que volver el lunes en un geriátrico de Narón. Una vida que la esperó inútilmente. Su familia empezó a buscarla esa misma noche, extrañados por su tardanza y seguros de que no se había marchado por su propia voluntad. Organizaron batidas con canes de rastreo y un vecino dio con el cuerpo la madrugada del martes 3 en un camino forestal a escasos 500 metros de su casa, una vivienda unifamiliar en la parroquia de Lavandeira. Le habían arrancado la ropa para violarla y la acuchillaron, al menos, tres veces. La zona boscosa donde hallaron su cadáver, desnuda y ensangrentada, fue el escenario de su muerte.

Los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Ferrol y A Coruña que se ocupan del caso no olvidan los detalles de un suceso macabro que se les atragantó en las primeras horas porque apenas hallaron indicios que seguir para estrechar el cerco sobre el criminal. Apenas un resto biológico recogido por los forenses del Imelga para acotar la búsqueda que pasó por el laboratorio central para el cotejo de perfiles. Tienen claro que el móvil fue sexual pero entre la aparente precipitación del acto y la premeditación del mismo la frontera es difusa, apuntan. “Cuando en las primeras 48 o 72 horas no encuentras líneas de las que tirar la cosa se complica”, explican fuentes de la investigación, que entienden los lamentos de la familia por no haber apresado aún al responsable pero afirman, categóricos, que se sigue trabajando “mucho y muy duro” hacia la resolución de un caso todavía bajo secreto judicial asignado a la Sala de Instrucción número 2 de Ferrol.

“Hay datos que permiten albergar esperanzas de que el caso se resuelva”, afirmó esta semana Samuel Juárez, delegado del Gobierno en Galicia. No ocultó su “preocupación” por un crimen sin resolver al que dice dedicar “todos los medios necesarios”. Las primeras semanas los agentes asignados al caso se centraron en seguir la pista de un vehículo y el rastro de un exconvicto pero ninguna de estas dos vías prosperó.

“Una muerte así, de una persona que conoces en sitio tranquilo como éste te carcome. Y encima, ni lo cogieron”, cuenta una vecina consternada. Ninguna camina sola. En grupo, como mucho, siempre de día y aún así, admite, no hay quien les quite un cierto temor.

El crimen de Elisa precedió al de Asunta, la niña compostelana cuyo cadáver fue hallado el 21 de septiembre en Teo desatando un auténtico culebrón mediático en torno a sus padres y presuntos asesinos —Alfonso Basterra y Rosario Porto— que desplazó temporalmente cualquier información sobre otro suceso.

Desde el instituto armado dicen que los agentes destinados a uno y otro caso componen unidades diferentes y son reticentes a facilitar cualquier información que pueda torpedear los progresos, por pequeños que sean. “La investigación está plenamente abierta y vigente”, zanjan.

El pasado lunes, en el primer aniversario de la muerte de Elisa, centenares de vecinos se concentraron en el parque del Areal, al borde de la carretera nacional N-651 y exigieron más recursos para que la investigación no decaiga sin un culpable. Detrás de la convocatoria estaba el Ayuntamiento de Cabanas y la Asociación de Mulleres Cabanas Rural, que encabeza Beatriz Carbón, y que ha estado detrás de otros tres pequeños homenajes a su vecina a lo largo de este último año en el polideportivo local con idéntico objetivo: recordar a Elisa y pedir respuestas para un crimen que sacudió a todo el municipio. “Elisa no te olvidamos ni dejamos que te olviden”, leyó Esperanza Gayoso, concejal de Cultura de Cabanas, que puso voz al manifesto conjunto. Uno de los hijos de Elisa les agradeció el gesto: “Gracias a todos por apoyarnos siempre en esta putada”. Esperan tener, al menos, el consuelo de ver al asesino cumpliendo condena.

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