Entre la artesanía y el diseño
Un nuevo espacio en Gràcia plantea cuadros, mesas o paneles mutables
Todo empezó por una puerta en una calle de Gràcia. “Estaba en medio de otras dos y el cliente me dio libertad para hacer. Yo llevaba ya tiempo dándole vueltas a las posibilidades de la madera de abedul, a jugar con formas y tonalidades. El resultado fue una puerta panelada que nada tenía que ver con las otras”. Lo explica Alberto Fernández, de 41 años, que ha pasado gran parte de su vida realizando todo tipo de trabajos de reformas en casas y comercios.
Siguieron otros encargos, de más puertas y algún cabezal de cama, siempre hechos con pequeñas piezas: cuadrados y rectángulos. A base de cortar y cortar madera. “La idea de poder cambiar algo cuando te apetece, que no sea estático nos llevó a pensar en introducir un pequeño imán en las piezas de madera”, continua Sonia, su mujer, que también se ha embarcado en la aventura de abrir un peculiar espacio, Tottetris, a un paso de la plaza de la Revolució. En una zona del barrio de Gràcia en la que proliferan pequeños locales de creación artística.
Tottetris es un comercio, pero también es galería y taller. La primera pregunta que hacen los visitantes al entrar suele ser: “¿esto qué es? Las paredes, plafones, mesas y cuadros con todo tipo de composiciones a todo color llaman poderosamente la atención.
Después de los tonos madera de las puertas y cabezales, pasaron a plantearse más: la imagen, todos los colores y fotografías. “Las posibilidades son infinitas”, comenta Alberto. A forma de tetris, las piezas de un cuadro —cuya superficie está imantada— pueden cambiarse. Pero lo mismo se puede hacer con murales, lámparas, mesas, plafones de empresa, logos, impresionar fotografías........”
Tottetris es un comercio,
Nos sorprende la capacidad de imaginar de las personas que entran y preguntan. Y esa era la idea: que fuera algo en transformación y abierto a la creatividad de todos”, apuntan. Normalmente, los fondos de los cuadros —una de las composiciones que trabajan más— son blancos. “Pero si alguien lo quiere verde, pues lo hacemos. O dorado, como se quiera”, concretan. La peculiaridad de poder colocar las piezas a diferentes niveles da la sensación de profundidad en las composiciones.
La madera que utilizan es abedul —es flexible, no se parte— y los colores o son vegetales —marrones, tierra y verdes— o son ecológicos en el caso de los rojos, negros y otras tonalidades fuertes. Todas se someten a un tratamiento en agua. La zona de trabajo, donde dan color a las piezas, parece un herbolario más que un taller de pintura. Los botes huelen a manzanilla, a miel. Hasta el disolvente huele a flores. El principio que han aplicado es huir de todo producto químico. “Es el resultado de estar años y años teniendo que trabajar respirando porquerías de disolventes y pinturas que deberían estar prohibidas”, resume Alberto. Como el producto es singular, las propuestas y proyectos que les llegan son también muy variopintas. La posibilidad de diseñar muebles auxiliares que pueden ser cambiantes, porque las piezas de madera están imantadas, llama mucho la curiosidad: “Claro que es más caro que un mueble de Ikea, pero es que es ‘tu’ mueble”, añade Sonia. “Está a caballo entre el diseño, la decoración y el arte pero, sobre todo, la imaginación”, intentan definir. Tottetris tiene también un espacio que estará abierto a pequeñas exposiciones. La primera de ellas será de trabajos del artista Eduard Minobis.
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