Los peces también tienen alma
Los ‘gyotakus’ de tinta china y papel inundan el edificio gótico de las Drassanes
Según una leyenda japonesa en 1862 un sogún quería regalarle al emperador la dorada de asombrosa belleza que había pescado durante una competición. Ante la imposibilidad de trasladarla decidió inmortalizar el alma del pescado, fijando con tinta china su huella en papel de arroz. La imagen elaborada fue donada al soberano como substituta de la dorada. Fue en aquel momento que nació el primer gyotaku, peculiar técnica pictórica que ha inspirado la exposición Gyotaku: capturar l’anima dels peixos de Victòria Rabal que puede verse en el edificio de las Drassanes del Museo Marítimo de Barcelona hasta el 28 de septiembre.
La práctica del gyotaku, término japonés que se compone de las palabras gyo (pez) y taku (frotar), consiste en cubrir la superficie de un pescado con una delicada capa de tinta china y luego colocar encima una hoja de papel de arroz que gradualmente irá absorbiendo esta tinta. Al retirar escrupulosamente el papel, queda reflejada de forma precisa su imagen. “Se trata de una técnica de impresión por contacto muy primitiva y táctil porque con tus manos vas captando y recibiendo la anatomía del pez”, cuenta la artista y directora del Museo Molí Paperer de Capellades, quien afirma que no se sabe con certeza si esta técnica nació en Japón.
La exposición presenta más de 150 dibujos de 70 especies diferentes, la mayoría realizados en el Mercat del Peix de Mercabarna pero también en otras ciudades como Catania, Baton Rouge y Rosario. Con ellos, la artista pretende capturar la esencia, el alma de peces espadas, meros, corvinas, rayas, esturiones, pulpos y muchos otros animales acuáticos. “Lo más seguro es que tras volverse popular en la cultura nipona, el gyotaku se difundió también en Estados Unidos y Hawaii, donde los pescadores deportivos siguen cultivando esta práctica como forma de custodiar sus propios trofeos, una huella sin engaños que representa el pez mismo”, explica. Además, en los mercados y pescaderías nipones esta técnica tenía un sentido práctico ya que se utilizaba para anunciar los productos recién llegados del mar y sus precios.
De la mano de los arquitectos Santi Soto y Martí Cabestany, la exposición se ha ideado como un recorrido que permite a los visitantes descubrir, conocer y perderse entre las impresiones de gyotakus que cuelgan como sábanas en una de las enormes naves gótica que acoge el museo. “Quiero que la exhibición provoque en sentimiento, una emoción en el público; que las personas puedan pasear y dejarse guiar por estas imágenes”, explica.
La exposición, delicada, poética e ingeniosa como un haiku japonés que además de enseñar en detalle la fisionomía de una amplia variedad de peces y moluscos, deja aflorar “el rastro de un cuerpo que ya no está, la traza de una ausencia”, revela Rabal.
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