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Sanjosex y Roger Mas brillan en el festival de Sant Pere de Ribes

La primera edición del Sons Solers, propone un cartel de música local, al lado de lo que fue el Gran Casino de Barcelona

Sant Pere de Ribes -

Detalle importante en cualquier festival, especialmente si celebra su primera edición: el público ha de sentirse importante. Si para acceder al recinto has de caminar por una avenida de cipreses, y antes de llegar al escenario topas con un palacete de estilo renacentista, puede que vayas a ver a Manolo Kabezabolo, pero te sentirás como si asistieses a un concierto de la novena de Mahler dirigido por Simon Rattle. Tiros muy largos. Ese aspecto lo tiene resuelto Sons Solers, festival que se inauguró en la noche del viernes justo al lado de lo que fue el Gran Casino de Barcelona, en Sant Pere de Ribes, un lugar para ganar o perder, conforme a la ley, verdaderas fortunas.

Música local propone este festival, no en apartado artístico diferente a otros muchos. Es su entorno lo determinante, un patio abierto al cielo donde la música es la guinda de un entorno muy apreciable. Allí artistas como Roger Mas cantando un madrigal romántico de Monteverdi o reclamando un hermoso poema de Joan Maragall, Soleida, el de la joven hermosa que el sol germinó con su luz, cuadró como tomar una copa por el tallo, pues resulta adecuado, hermoso y delicado. Mas, en solitario y sólo puntualmente acompañado por un percusionista, repasó su cancionero, tan bello que brillaría a capella. Una delicia.

 Voz singular

Pero la estrella de la primera noche de este nuevo festival, sí, otro, es un artista cuyo encanto se encuentra en las antípodas: Carles Sanjosé. Carles tiene el encanto de lo cotidiano, la mirada romántica que cualquiera puede aspirar a alcanzar, todo y que después resulte inasequible. Dispone de una voz singular y poco ortodoxa, de un carisma que lo es por carecer del mismo y de un conjunto de canciones más que apreciables, con especial facilidad para las baladas. Pero todo su cancionero está pautado por una mirada que escapa de la distancia del artista que se siente parte ajena a quien le escucha, porque Sanjosé, Sajosex en grupo, con la inestimable guitarra de Xarim Aresté, es un artista de lo popular que mira con cierta desazón la desaparición de las pequeñas cosas que dan sentido a los lugares de siempre. Por ello, con él en escena, aquel espacio perdió algo de su prosopopeya y pareció un envelat sacudido por las canciones más alegres, buena parte de ellas de su último trabajo, adecuadamente titulado Festival, canciones, pues, de un artista que jamás entraría como cliente a un casino.

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