El sueño de Silwan
Jesús Arteche es el responsable de que el Hai Al Bustan, un equipo de fútbol palestino, haya podido representar al país por primera vez en la Donosti Cup
Cuando Haití recibió 14 goles en la Copa de Mundo de 1974, la gran mayoría de los espectadores sintió lástima por aquella abusiva “paliza” que el equipo de Antoine Tassy recibió en tierras alemanas. Los jugadores, sin embargo, sabiendo del contexto dictatorial al que el pueblo haitiano estaba sometido, entendieron que recibir una decena de goles no era nada comparado con el régimen del 'Papa Doc' Duvalier.
Algo parecido ha sucedido esta semana con el Hai Al Bustan, un equipo de niños palestinos de 14 años que, gracias a la insistencia del tolosarra Jesús Arteche, han podido cumplir un sueño de siete días compitiendo en la edición de este año de la 'Donosti Cup' en San Sebastián.
Sin ninguna causa futbolística de por medio, la historia comenzó cuando Arteche se interesó por los bombardeos sucedidos en el conflicto de la Batalla de Yenín en 2002. “Ahí entendí que Palestina es como el niño al que en el colegio le pegan siempre y nadie hace nada”, apunta.
Arteche visita Palestina dos veces al año y se aloja cerca de 30 días “actuando como un ciudadano más”. Su relación con la cultura palestina le ha llevado incluso a pedir la nacionalidad. Empresa que no logró cumplir debido al impedimento de las autoridades israelitas.
Los responsables del equipo palestino desconfiaban del proyecto
Antes, Arteche llegaría a formar parte del Partido Comunista de Euskadi, un ciclo que acabó en 1977 cuando comprobó que no le gustaba “lo que veía”. Por aquellos años, la convivencia entre ideologías era un tema delicado, y en su caso le costó la expulsión de la universidad. Dejando la política, decidió ayudar humanitariamente fundando una organización en Tolosa llamada “Amigos de Palestina”.
“En 2002 me instalé en el área de Silwan, al este de la vieja Jerusalén, y un día me llevaron a un campo de fútbol, si es que aquel terreno se le puede llamar campo de fútbol”. “Allí había unos niños jugando con zapatillas despellejadas y no pude quitarme la imagen de la cabeza”.
A su vuelta a Euskadi, comenzó pidiendo material de todo tipo. “Me acuerdo que logré 25 balones gracias a amigos de algunas asociaciones de hostelería en Gipuzkoa”. Arteche peleó cada mínimo artilugio que pudiera ayudar a aquellos y otros niños de la zona.
Así, hasta que hace dos años, cuando se encontraba en los alrededores del estadio Anoeta en San Sebastián, vislumbró a un equipo saharaui jugando un partido perteneciente al torneo internacional de la 'Donosti Cup'.
“No me lo pensé. Salté la valla y me dirigí a los hombres trajeados que estaban presenciando el encuentro”. Resultó que Iñigo Olaizola, director del torneo, era uno de los que vestía de negro y escuchó atentamente la exposición de aquel hombre desconocido. “Me dijeron que considerarían la propuesta de traer al Al Bustan y me llamarían”.
Un año después, cuando Arteche prácticamente había tirado la toalla, recibió una llamada desde la dirección del torneo y le informaron que estaban interesados en su caso.
Sin embargo, los responsables del equipo palestino desconfiaban del proyecto. Y después de recibir "constantes espaldarazos" por parte de la autoridad palestina, Arteche decidió coger unos dossiers y enviárselos a los gestores del equipo para que comprobaran lo que significa realmente la 'Donosti Cup'.
“Tuve que insistir en incontables ocasiones para que gestionaran el pasaporte de los chavales. Luché para que se creyeran la importancia de traerlos a San Sebastián”. Finalmente, el recelo se convirtió en confianza y pudo trasladar al equipo a nuestras fronteras.
Según cuenta Arteche, su trayecto no hubiera resultado exitoso de no ser por la colaboración de Ana, una monja tolosarra que fue el “ángel de la guarda” después de realizar “un trabajo de campeonato” para sacar a los niños de aquellas tierras conflictivas por unos días.
En los que respecta al torneo, celebrado de lunes a domingo la semana pasada, el Hai Al Bustan se despidió después de lograr dos puntos en la fase de grupos. Una suma insuficiente para pasar a la siguiente fase eliminatoria, pero a la vez insignificante dado algunos de los episodios que han protagonizado durante su estancia en la capital guipuzcoana.
Entre otros, destacó el partido frente al Wisconsin International, un conjunto de jóvenes norteamericanos con el que concordaron guardar un minuto de silencio en recuerdo de las casi 100 víctimas que han aparecido en el conflicto entre Gaza e Israel. “Nosotros intentamos que no se enteren de las noticias que llegan desde allí. Aunque se interesan por el tema cuando me escuchan hablar en los medios”.
Abu Isi, como así le llaman los niños, dice que de no haber sido “un culo inquieto nada de esto hubiera ocurrido”. “No me caso con nadie, ni con mi mujer. Cuando algo se me mete en la cabeza lucho hasta conseguirlo”.
Por otro lado, Arteche sólo tiene “palabras de agradecimiento” para las instituciones vascasque, dejando a un lado su ideología, han mostrado una “actitud ejemplar”. “Esto me da fuerza para seguir luchando por y para los palestinos”.
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