Mucho más que ‘Ho hey’

Sorpresas te da la vida en la era viral. The Lumineers, una banda tan campestre que casi induce a la ingesta de antihistamínicos; un trío (en directo, quinteto) de ascendente rural con mandolinas, acordeones, un percusionista con tirantes, un cantante que parece granjero ¡y una violonchelista!, se convierte en uno de los 20 grupos más escuchados en España gracias al indudable potencial contagioso de Ho hey, canción imposible de no tararear aunque te vaya la reputación en ello. Y así es que los de Colorado congregan a casi 2.000 jóvenes espectadores en su debut madrileño, anoche en La Riviera, pese a la feroz competencia estival. Casi nada es casualidad: Wesley Schultz practica un bluegrass nada apolillado, es capaz de hacerse oír sin amplificación desde el centro de la sala y suministra el gran éxito a las cuartas de cambio, para demostrar que son mucho más que flor de una canción.

La tentación pasa por considerarlos una respuesta yanqui a los británicos Mumford & Sons, otros bucólicos con buena estrella. Sucede que los de Denver operan desde antes y seguramente tengan más que ver con The Tallest Man on Earth (que sonó dos veces en los prolegómenos), el hijo de Steve Earle, cualquier artista del sello Sugar Hill o Nickel Creek, que eran buenísimos pero no conocieron los años del dospuntocero. Y luego está Dylan, claro, del que recrean Subterranean homesick blues’como si se hubiera grabado diez años más tarde, en plena gira Rolling Thunder.

Queda la incógnita del siguiente álbum, pues el material inédito fue escaso e insulso. Pero la banda dispone de valses elegantes, escenografía con lámparas de araña y revulsivos como Submarines (o cómo hacer bailar con un compás quebrado), Big parade’y, sobre todo, Stubborn love’. Un estribillo para vocear en torno a un asunto universal donde los haya.