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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Otro desprecio

Hace unos días saltó la alarma: parece ser que el CSIC, organismo dependiente del Ministerio de Educación, se propone suprimir el Instituto López Piñero

Hace unos días saltó la alarma: parece ser que el CSIC, organismo dependiente del Ministerio de Educación, se propone suprimir el Instituto López Piñero de Historia de la Medicina y de la Ciencia. A perro flaco, todo son pulgas. ¿A que no se atreven a cerrar un centro en Andalucía, en Galicia o, ya puestos a rizar el rizo, en Cataluña? Pues claro que no, como de costumbre nos tenemos que comer el marrón los valencianos: si nos dejaron sin sistema bancario, si nos cerraron Canal Nou, si nunca se han dignado remediar nuestra escandalosa carencia de infraestructuras ferroviarias, si hasta un tal Beteta se permite chulearnos y Madrid no lo destituye fulminantemente, si el Palau de les Arts recibe menos de 400.000 euros de subvención del gobierno central al tiempo que el Teatro Real de Madrid percibe ocho millones y el Liceu de Barcelona otros seis…, ¿por qué no habrían de atreverse con una pieza minúscula, un centro en el que trabaja un puñado de investigadores y que se dedica a esa rareza de la historia de la ciencia? Para historias estamos, debieron pensar nuestros prebostes, ahora que el viento helado del hundimiento electoral les provoca escalofríos y tienen cosas más urgentes que hacer. Ya los veo argumentando ante sus fieles votantes —por increíble que parezca todavía hay personas que confían en ellos— con la matraca de siempre: no estamos cerrando un centro que salva vidas, de investigación médica o biológica, total “solo” es de historia de la ciencia; cuando se puede, se puede, pero ahora no está el horno para bollos. Les falta añadir que el centro de investigación básica, el Príncipe Felipe, lo han dejado listo para el arrastre también y que aquí lo único que se salva son los Jaime I, esa espléndida ocasión para lucirse ante las cámaras rodeados de premios Nobel. Dime de qué presumes y te diré de qué careces.

Oigan, ya está bien, ¿qué les hemos hecho los valencianos? Me imagino la respuesta: no somos gente fiable, nos hemos gastado el dinero en chorradas, la corrupción es algo generalizado en ‘Levante’, etc, etc. De acuerdo. El problema es que la culpa no la tenemos los valencianos, la tiene el Partido Popular de la Comunidad Valenciana, que no es lo mismo. Fueron prebostes del PPCV quienes construyeron un aeropuerto innecesario en Castellón, quienes construyeron un edificio absurdo con el que no saben qué hacer en Valencia —lo llaman el Ágora: ¡venga ya!—, quienes construyeron una Ciudad de la Luz en Alicante en la que nunca se ha rodado ninguna película que no subvencionase… la propia Ciudad de la Luz. Y en cuanto a la corrupción, claro que es mayor que en ninguna otra comunidad autónoma de España, pero recuerden: el caso Gürtel de Camps y Martínez, el caso Bancaixa de Olivas, el caso Emarsa de Crespo que arroja la sombra de la duda sobre Barberá, el Caso Brugal de Castedo, el caso Cooperación de Blasco y así hasta el escándalo de ayer mismo, el caso Cotino y su nepotismo flagrante. La pandilla de gente nada fiable de los que ustedes parecen avergonzarse no somos los valencianos, son los próceres que ustedes mismos promovieron y a los que apoyaron sin fisuras, comenzando por ese Camps al que usted, señor Rajoy, prometió apoyar siempre, delante, al lado o detrás. ¿No cree que va siendo hora de que nos pida perdón y nos pague lo que nos debe? Porque no tengo claro que España robe a Cataluña, pero, desde luego, el gobierno español menosprecia a Valencia. Y mucho.

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