Más ventanas aislantes y menos placas solares
El economista suizo Massimo Filippini reclama defende la importancia de la eficiencia energética
Lleva dos décadas analizando en clave económica la eficiencia de los sistemas de salud, los transportes y de consumo de energía de varios países de Europa. Massimo Filippini (Lugano, Suiza, 1963), profesor del Instituto Federal de Tecnología de Zúrich, contrapunto europeo al MIT de Boston, llega a Galicia esta semana para participar en el Workshop Atlántico sobre Economía Energética y Ambiental, un taller que reúne a un reducido grupo de científicos europeos en A Toxa cada dos años para debatir sus investigaciones. El profesor tiene claro que el ahorro empieza en casa y que la amenaza de la pobreza energética, que afecta a los hogares que deben destinar más del 10% de sus recursos a pagar la luz y la calefacción solo se puede evitar con eficiencia. Y para convencer a los ciudadanos, hace falta educación.
Filippini presentó en A Toxa la llamada Plataforma Europea de investigación sobre economía de la eficiencia energética, un grupo de trabajo junto a otros expertos reputados en Europa, entre ellos Xavier Labandeira, de la Universidad de Vigo, para discutir, entre otras cuestiones, por qué estando ya disponibles técnicas para el ahorro de costes no se acaban de aplicar a gran escala. El suizo ofrece varias razones. “Cuando alguien va a renovar la casa no se pone a hacer un análisis de inversiones. Si quiere cambiar las ventanas las cambia y no se para a pensar que dependiendo de la decisión que tome puede estar ahorrando durante 20 años”.
El profesor también ve un problema de educación y de falta de consideración social de la cuestión. “Uno pone placas solares en el tejado y le dice a sus amigos: Mirad qué ‘verde’ soy”. Pero poner unas ventanas que aíslen, que es algo con un impacto mucho mayor, no es atractivo, no es ‘sexy”, lamenta. Por ello incide en la necesidad de que los gobiernos apuesten por encarar la cuestión de forma didáctica. Advierte, igualmente, contra los efectos perversos de gravar la ineficiencia. “Quienes viven con pocos recursos tiende a vivir en casas ineficientes. Así que si introduces una tasa sobre el CO2 va a tener un efecto enorme”. En ese sentido, cree que las subvenciones se deben otorgar a quienes realmente los necesiten, y no de forma indiscriminada.
Filippini señala que cada país tiene su propia idiosincrasia y que no hay soluciones únicas a escala europea, pues el gasto en calefacción de un andaluz es necesariamente menor que el de un sueco, pero sí cree en una coordinación a escala continental que supere el marco estrictamente económico. “Las reformas europeas del mercado eléctrico se hicieron para el ahorro económico. Introducir la competencia está bien, pero el cambio climático, la seguridad del suministro o la contaminación del aire son muy importantes. Los mercados solo pueden resolver estas cuestiones parcialmente. Tampoco es que la intervención estatal lo pueda hacer todo, pero tiene que haber incentivos, y los políticos se lo están planteando. En el Reino Unido sobre todo”.
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