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Blancas, eléctricas, y a 50 céntimos de euro la media hora

Guía para entender el funcionamiento y el modo de pago de BiciMad

Pablo León
Ana Botella pasea en bicicleta por la Puerta de Alcalá.
Ana Botella pasea en bicicleta por la Puerta de Alcalá.Carlos Rosillo

“¿Cómo van a funcionar estas bicicletas?”, pregunta un taxista al ver una de las flamantes bicis blancas de BiciMad. El sistema público de bicicleta de la capital se estrenó ayer y no dejó indiferente a nadie. Conductores, peatones y otros pedaleantes no disimulaban su curiosidad al ver los velocípedos circular por las calles de Madrid. Tras el paseo inaugural, a las 10,30 y de la mano de la alcaldesa Ana Botella, 1.560 bicicletas entraron en la red de transporte de la ciudad. Aunque Madrid llega tarde a la bicicleta pública —Barcelona estrenó el Bicing en 2007— lo hace con una atrevida propuesta, como la primera capital europea con un sistema basado íntegramente en bicicletas eléctricas.

Distribuidas en 123 estaciones en seis distritos (Centro, Salamanca, Arganzuela, Retiro, Moncloa-Aravaca y Chamberí), el planteamiento de BiciMad es completamente diferente a la mayoría de sistemas públicos. Por un lado, el motor eléctrico, que ayuda a pedalear en tramos especialmente duros, como las mitificadas cuestas madrileñas. Por otro, el sistema tarifario. La bicicleta pública madrileña cuesta dinero. Además del abono anual (una tarjeta que vale 25 euros; 15 si se dispone del abono transporte en el momento de adquirirla, y que se puede obtener a través de la web del sistema, www.bicimad.com), habrá que pagar por cada trayecto en bicicleta: media hora, 50 céntimos. Cada 30 minutos adicionales, 60 céntimos más. Así, hasta las dos horas de uso. A partir de ese momento, el coste asciende a 4 euros por hora. “El sistema tarifario es un poco confuso”, se quejaban ayer algunos usuarios.

El técnico que montó el sistema barcelonés apoya el elegido en Madrid

Y es que estos precios se ven modificados en función del tótem (las estaciones) donde se recoge y se aparca la bicicleta. Si se saca de una base donde en ese momento estén estacionadas un gran número de bicis, se descuentan 10 céntimos. La misma rebaja se aplica si se devuelve la bicicleta en un soporte con menos de un 30% de vehículos. “La finalidad es favorecer el equilibrio natural del sistema”, aclara Miguel Vidal, director de Bonopark, la empresa navarra adjudicataria del servicio. En Barcelona, el traslado de bicicletas de la zona baja de la ciudad a la parte alta de la urbe fue uno de los primeros problemas a los que se enfrentó el Bicing. Ángel López trabajaba en el servicio de movilidad de la ciudad catalana cuando arrancaron las bicicletas públicas. “La estructura tarifaria flexible y las bonificaciones pueden evitar problemas posteriores”, defiende el técnico municipal barcelonés en apoyo del sistema madrileño.

BiciMad funciona 24 horas al día, todos los días del año. Y lo podrán usar todas las personas que visiten la capital, ya que también hay abonos de uno, tres o cinco días para usuarios ocasionales. Eso sí, con un precio diferente: 2 euros la primera hora y 4 cada una de las restantes. “Queríamos un modo de pago porque nuestra intención es que la bicicleta sea contemplada como una opción de transporte. No queríamos que los peatones cambiaran el paseo por las dos ruedas sino que los usuarios del coche privado o del metro y el autobús se plantearan la bici como una opción”, comenta Elisa Barahona, directora general de sostenibilidad del consistorio. Al descongestionar la red pública, esta se puede hacer más atractiva para los usuarios del coche. “La promoción de la bici va de la mano de la defensa del autobús y del metro”, incide Barahona. En esta línea, BiciMad entra dentro del Plan de Movilidad Urbana Sostenible de la ciudad, y tiene adjudicada una dotación de 2.820.588 euros anuales que comparte con otros servicios municipales.

El plan distribuye 1.560 bicicletas en 123 estaciones dentro de la M-30

Acompañando a la bicicleta pública, el Ayuntamiento va a ampliar en 70 kilómetros la red de vías ciclistas de Madrid, que actualmente tiene 321 kilómetros, la mayoría fuera de la almendra central. De ahí que la mayor parte de las nuevas infraestructuras se desarrollen dentro del radio de la M-30. La solución elegida por el consistorio ha sido la de ciclocalles: vías compartidas, señalizadas con una gran bicicleta pintada en el asfalto. En ellas, las bicis tienen preferencia, deben circular por el medio del carril y los automóviles no pueden rebasar los 30 kilómetros por hora. Del mismo modo, se va a ampliar el número de líneas avanza-bicis en los semáforos, que permiten a los velocípedos adelantarse con respecto a los coches.

“Yo no soy muy de eléctrica, pero me parece que la propuesta está muy bien”, opinaba Dani Cabezas, redactor jefe de la revista Ciclosfera tras probar el vehículo. “Madrid tiene muchas ganas de bici”, agrega. No se equivoca: antes de que acabara la mañana, ya había más de 600 usuarios registrados en el sistema. Casi ninguno de ellos pudo probar las bicicletas blancas de Madrid debido a un problema informático que provocó quejas continuas a través de las redes sociales.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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