“Avanza el populismo, pero la sociedad aún es muy moderada”
"Feijóo ha hecho en Santiago una apuesta política de indudable valor", afirma Pedro Puy
Nunca ha sido hombre de frases estridentes, sino más bien de análisis académicos, y en las circunstancias actuales se esfuerza por desdramatizar. Pedro Puy (Granada, 1962), portavoz del PP en el Parlamento gallego, cree que los resultados de las elecciones europeas pueden ser engañosos y que la normalidad política se recuperará si lo hace la economía.
Pregunta. ¿Está tocado el bipartidismo?
Respuesta. Creo que no. Lo que está en crisis básicamente es la credibilidad de las instituciones como consecuencia de una crisis social que a su vez es consecuencia de una económica. Y eso provoca una cierta huida hacia movimientos populistas, que están avanzando en toda Europa.
P. O sea que esto pasará si se recupera la economía
R. En la composición sociológica que muestran encuestas como las del CIS vemos que tenemos una sociedad muy moderada, que sigue tendiendo hacia el centro. Los grupos mayoritarios de identificación ideológica siguen estando en el centro derecha y el centro izquierda. Creo que hay una manifestación específica en un momento de crisis muy fuerte, que puede recuperarse siempre que los partidos sepan adaptarse a las nuevas circunstancias y darle una solución al problema de fondo, que es la crisis.
P. ¿No cree que se repitan los resultados de las europeas?
R. Es difícil. Han sido unas elecciones que técnicamente se denominan de segundo orden: el voto no tiene la misma consecuencia que en unas municipales o unas generales. Es razonable pensar que estos resultados en unas elecciones concretas y en unas circunstancias históricas concretas pueden no repetirse. Lo que no quiere decir que si la economía volviese a ir mal y se agravase la situación social, se podrían repetir e incluso incrementar.
“Algunos debates en el Parlamento magnifican la corrupción”
P. Los partidos se quejan de que es injusta la imagen de corrupción generalizada. Pero vemos debates como estos días en el Parlamento en que se dedican a arrojarse todas sus miserias. ¿Eso no fomenta la misma idea?
R. Es posible, sí.
P. ¿Y qué habría que hacer?
R. Respetar las normas y a la justicia, y no jugar a corto plazo. Estamos descubriendo que hay prácticas, que yo no diría que están generalizadas, pero que no se deben consentir. Y hay que mejorar los mecanismos de prevención sobre los procesos administrativos y de gasto para evitar que no lo tengan fácil esas personas que creo y confío en que son una minoría. Es verdad que a veces los debates en el Parlamento se centran en cuestiones del momento que tienen un impacto mediático evidente. Y ese tipo de debates pueden magnificar la situación. Hay sociedades en que la corrupción está institucionalizada, pero no es el caso de la nuestra.
P. ¿Está resuelta la crisis de Santiago?
R. Básicamente, sí. Y creo que muy bien. Es una solución que tiene tres pies: el máximo respeto a la ley y a las decisiones de los tribunales; el respeto a la autonomía local y la posición política de los concejales, y una posición clara del presidente de resolver una situación sobrevenida con una apuesta política de indudable valor, como es proponer para alcalde a Agustín Hernández.
P. ¿No había que haber tomado antes medidas drásticas?
R. Es posible, pero también es cierto que si la sentencia que llevó a dimitir a siete concejales fuese distinta, probablemente ahora no estaríamos hablando de esto.
“La crisis de Santiago está básicamente resuelta. Y muy bien”
P. ¿Hay un cambio de actitud en el PP tras las europeas? También ha dimitido la portavoz del partido, Paula Prado.
R. Su dimisión no tiene que ver con esto, sino con su propia reflexión en el sentido de que estaba sujeta a una presión mediática [por sus implicaciones en el caso Pokémon] que no le permitía difundir los mensajes del partido.
P. El propio Feijóo ha reconocido el coste electoral de la corrupción. ¿Eso no urge un cambio?
R. A veces no tiene tanto que ver con la corrupción como con la percepción social de que se están haciendo cosas para atajarla. Es en eso en lo que hay perseverar.
P. ¿En todos los asuntos locales no pesa el hecho de que el PP en toda España tiene encima una sospecha grave de corrupción institucional?
R. Es cierto que eso no contribuye en absoluto. Pero todos los partidos que tienen alguna responsabilidad institucional, desde IU al PP pasando por el PSOE y los demás, tienen que jugar con el equilibrio entre las circunstancias procesuales concretas, las imputaciones, y lo que es un derecho fundamental de las personas a la presunción de inocencia. Si cualquier incidencia de un tribunal conlleva la inmediata dimisión de un cargo público, se atenta gravemente contra la esencia del sistema representativo. Porque cualquiera puede, por una denuncia más o menos fundada, forzar un cambio en las personas que ejercen responsabilidades. A mí no me gustaría vivir en una sociedad así. A corto plazo hay una tendencia a exigir responsabilidades inmediatas, sobre todo para evitar críticas, pero debemos tener un poco de perspectiva. Y salvo un caso flagrante, esas actuaciones inmediatas pueden generar un incentivo muy complicado. Yo hasta he oído que en Santiago el PP debería haber actuado en base a rumores y cotilleos.
P. Las encuestas son claras: los ciudadanos creen que no están haciendo lo suficiente.
R. Se puede hacer más, mejorar algunos mecanismos. Y tanto en el Estado como en Galicia estamos analizando seriamente reformas legales para impedir o dificultar esas conductas.
“El que habla de casta es un populista en su sentido más objetivo”
P. La legislatura comenzó muy tensa. ¿Se ha calmado ya?
R. Va por días. El comportamiento institucional del Grupo Popular en líneas generales mantiene un tono respetuoso. Cíclicamente hay incidentes provocados intencionadamente para tener mayor impacto comunicativo. Pero nosotros tratamos de mantener la normalidad institucional.
P. ¿Han cambiado algo las relaciones con el PSdeG tras la llegada de Besteiro?
R. Siempre hemos intentado mantener una interlocución con todos los grupos. En algunos temas es más fácil y en otros no. Yo no tengo quejas, ni antes ni ahora, de la posición del PSdeG sobre cuestiones institucionales, porque nunca fue mala.
P. Ustedes alimentaron muchas expectativas de acuerdo con Besteiro que no fraguaron.
R. Sí. Pero eso debería explicarlo quien se reúne con el presidente y dice una cosa, y luego fuera dice otra.
P. ¿Asumen que la nueva ley electoral que reduce diputados la van a aprobar en solitario?
R. No voy a adelantar propuestas que le haremos a la oposición a partir de las enmiendas que presentaron. Espero que la ley recoja parte de esas enmiendas. En lo que se refiere al número de diputados, dependerá de ellos, pero por sus declaraciones parece que será más difícil el acuerdo.
P. ¿A usted también le molesta mucho lo de “la casta"?
R. Ese término es la manifestación más evidente de que quien lo emplea es un populista en el sentido más objetivo del término. Una de las características del populismo es acuñar un término para convertirlo en la referencia contra la que luchar, para focalizar un enemigo. Le Pen habla del extranjero, y los populismos de extrema izquierda, de la oligarquía o de castas. Se manejan mediáticamente bien esos conceptos con un propósito político. El concepto de casta no es propio de una sociedad democrática en la que hay mucha circulación de las personas que están en puestos de responsabilidad. Y eso depende del voto de los ciudadanos. El uso de ese concepto es la prueba del éxito del populismo aprovechándose de un descontento lógico.
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