“Se debe gobernar con funcionarios y acabar con la red clientelar”
La parlamentaria recurrirá al Tribunal Constitucional la sanción del PP en las Cortes
“La legislatura está acabada”, coincide Mònica Oltra con el portavoz de su grupo en las Cortes Valencianas, Enric Morera, que dijo lo mismo desde la tribuna tras la decisión del PP de suspenderla en su condición de diputada. “Y Fabra lo sabe”, añade esta abogada de 44 años, que se negó el 8 de mayo a salir del hemiciclo cuando la expulsó el presidente de la Cámara, Juan Cotino, hecho por el que fue sancionada a un mes solo con los votos del PP en un pleno a puerta cerrada. Oltra alega que no escuchó las llamadas al orden formuladas en un breve lapso de tiempo y sostiene que es inconstitucional que la despojen temporalmente de su acta.
Pregunta. ¿En este momento es usted diputada o no lo es?
Respuesta. Es una buena pregunta. Se la vamos a trasladar al Tribunal Constitucional. El artículo que me han aplicado habla de la suspensión de la condición de diputada. Sea temporal o permanente, tiene unos efectos claros. Una ya no es un representante, con lo que lleva asociado. Que hayan hecho la trampa de darle unas consecuencias jurídicas a la sanción que no se corresponden con lo que dice el artículo, que implica la pérdida de la condición de diputada, demuestra que saben que no tienen razón. Ese artículo, a mi entender, es manifiestamente inconstitucional. Genera inseguridad jurídica porque desde el punto de vista democrático no es comprensible que pierda la condición de diputada si lo decide una mayoría del PP, simplemente porque no pueden soportar las verdades que les he dicho.
P. ¿Qué grado de responsabilidad asume en el incidente y cuál atribuye usted a Cotino?
R. Lo expliqué en un artículo que publiqué en EL PAÍS. Es obvio que yo en ese momento no estaba tranquila. El problema es que la situación del parlamentarismo en las Cortes valencianas es insostenible. Si usted me pregunta: ¿Te gusta eso? A mí no me gusta. Lo que me gusta es poner las ideas sobre la mesa, intentar convencer, escuchar a otros… Pero aquí no se hace parlamentarismo. Esto es la caja de resonancia del Gobierno. Lo que me sublevó ese día es que pregunté al consejero qué piensa hacer sobre la pobreza y me contestó, burlándose, con las horas extraordinarias de un electricista en un Ayuntamiento. Entiendo que mi actitud, obviamente indignada, está más en los parámetros constitucionales que la del PP, de la propia presidencia, y que la sanción. En ese momento, en el hemiciclo no se podía oír nada, con el jaleo que montaron los diputados del PP a raíz de esa respuesta o burla.
P. ¿Cualquier mayoría absoluta conduce al abuso de poder?
R. Puede existir esa tendencia, pero lo que está pasando aquí no tiene parangón. Es difícil encontrar ejemplos tan lacerantes de cómo se confunde mayoría absoluta con poder absoluto. Y de cómo se confunde el papel que ha de hacer un presidente en una institución. Está claro que él forma parte de uno de los partidos, pero como presidente cobra el doble que el resto de diputados y tiene honores de “excelentísimo señor” porque ha de situarse de árbitro. No puede ser una persona que dirige en función de los intereses de la mayoría, que es lo que está pasando aquí. El abuso de poder, además, se demuestra en más de una docena de sentencias condenando al Consell y a la Mesa de las Cortes por vulneración de los derechos constitucionales.
P. Puede parecer sorprendente que defienda cuestiones formales. ¿Están vulnerando la democracia quienes más se supone que la defienden?
R. La han pulverizado. Llevan años haciéndolo. Defendemos una democracia más participativa, más avanzada, pero aquí estamos a un nivel tan precario que toca defender las formas democráticas esenciales que se vulneran cotidianamente. Las formas en democracia son muy importantes. Cuando se rompen todos los días, hay que acabar defendiéndolas desde una posición no formal. Eso es lo que hice yo. Mi responsabilidad ese día consiste en que me defendí de manera no formal porque la formalidad estaba rota de antemano.
“En este momento, la democracia no se puede defender del poder”
P. ¿El problema de la democracia actual consiste en cambiar las reglas o en cambiar las mayorías?
R. Las dos cosas. Tenemos que encontrar reglas que no sean vulneradas impunemente. Si hubiera una ética pública consolidada, a lo mejor con estas reglas sería suficiente. Pero viendo lo que ha pasado, creo que hemos aprendido una lección. Hay que cambiar las mayorías para que sea posible una regeneración democrática y también hay que cambiar las reglas para fortalecer la democracia. Hemos vivido un proceso legislativo, de práctica política, incluso en algún caso jurisprudencial, que ha hecho caer las defensas de la democracia una detrás de otra. La corrupción generalizada que tenemos en nuestra comunidad autónoma es una consecuencia directa de la caída de defensas de la democracia. En este momento, la democracia no se puede defender del poder, no es capaz de ponerle límites.
P. ¿En relación con las reformas constitucionales, son en Compromís más republicanos que demócratas o más demócratas que republicanos?
R. Ser más demócrata es también ser republicano, en el sentido de que todas las instituciones del Estado sean elegidas de forma democrática, y ya veríamos si esa elección se hace a través del Parlamento, como en Italia, Portugal o Alemania, o de manera directa y se va a un sistema presidencialista. Lo fundamental es preguntarse si es razonable, en el siglo XXI, que el jefe del Estado lo sea por haber nacido Borbón y Borbón.
P. ¿Considera compatible una democracia de calidad con una monarquía parlamentaria?
R. Hay muchos ejemplos de países que lo han hecho compatible. Pero no por la monarquía. Los países nórdicos son ejemplo por sus políticas de igualdad, por su transparencia, porque han sabido generar un Estado fuerte en el que la gente no es excluida por problemas económicos o por tener una discapacidad o por pertenecer a una minoría… Esos países son ejemplos por las políticas que han aplicado durante años y los han convertido en sociedades de bienestar. ¿Posible? Sí. Pero en este momento, en que nuestro país no es ejemplar, en términos democráticos y sociales, cuando se incumple sistemáticamente eso del Estado social y democrático de derecho, es normal que parte de la población plantee ese debate. Se ha convertido la Constitución en un búnker intocable si no es para defender intereses de las élites económicas.
P. ¿Se refiere a la reforma del artículo 135 para forzar la estabilidad presupuestaria?
“Claro que me veo gobernando. Y también no gobernando”
R. En ese caso se pudo tocar con una reforma exprés. Hay mucha gente que no lo aceptamos.
P. ¿Va la sociedad valenciana de una mayoría absoluta que ha generado abuso de poder y corrupción a una etapa de ingobernabilidad por falta de una mayoría estable?
R. Eso de que las mayorías absolutas son estables es muy cuestionable. Hay pocas situaciones más inestables que la del Gobierno de Alberto Fabra, con las tensiones y luchas abiertas que afectan a la gobernabilidad. No creo que un gobierno de un solo partido sea más estable. Creo que puede haber gobiernos plurales eficaces, con iniciativa política y que tomen decisiones para mejorar la vida de la gente. Es cierto que para eso hace falta tener un gobierno plural y no tres o cuatro dentro de un mismo gobierno. Será muy importante la capacidad de diálogo, de empatizar, de transigir y de ponerse de acuerdo.
P. ¿Cuáles serían las medidas más perentorias?
R. ¡Hay tantas!
P. Se parte de una situación complicada…
R. Complicada y desconocida. La falta de transparencia en la acción del PP hace que no sepamos a qué nos vamos a enfrentar. Lo primero sería hacer un buen diagnóstico, saber lo que hay y decir la verdad a la gente. La primera medida es dejar de tratar a la gente como si fuera menor de edad. La gente encaja muy bien la verdad. Obviamente, habrá que tomar medidas económicas, de rescate social, de cambio de modelo… Hay mucho trabajo.
P. ¿No es un poco paradójico que tenga que llegar una izquierda diversa a poner orden?
“Hay que dejar de tratar a la gente como si fuera menor de edad”
R. La palabra que más hemos escuchado es austeridad, para enmascarar recortes a las posibilidades de una vida digna de la gente. Pero ni el de Fabra, ni el de Camps, ni ningún gobierno del PP se ha caracterizado por la sobriedad y la austeridad. Eso de que la Administración pública sea su agencia de colocación particular tiene que acabarse. Se debe gobernar con funcionarios. El personal de confianza, el personal político, ya lo forman los consellers, los secretarios autonómicos, los directores generales… A partir de ahí, se debe gobernar con funcionarios.
P. ¿Se ve usted gobernando con funcionarios?
R. Sí. Mucho mejor que con toda esa red clientelar que habrá que limpiar.
P. Lo dice muy segura.
R. Claro que me veo gobernando. Y también no gobernando.
P. Para eso tendrá que presentarse antes a unas primarias en Compromís, previstas en septiembre. ¿Ya ha tomado una decisión?
R. Sí. Estoy perfilando los últimos flecos, venciendo alguna resistencia de mi círculo más querido y estrecho. Pero estoy en ello.
P. ¿Lo dará a conocer pronto?
R. Sí.
P. Puestos en el trance de que gobierne la izquierda. ¿Cómo debería tratar al PP en la oposición?
R. Como no nos han tratado ellos. A la oposición hay que darle medios, facilidades. Hay que integrarla en el debate público. Eso tiene un requisito previo: ellos han de limpiar su casa. La línea roja de la que tanto se ha hablado es la decencia. Hay que apartar de la vida pública la indecencia. Es un trabajo que deberá hacer el PP en la oposición para poder jugar un papel muy valioso.
P. La he oído decir que en Compromís han aprendido a gestionar sus discrepancias. ¿Es eso trasladable a un gobierno de varias fuerzas políticas?
R. Gestionar esa diversidad ha sido un aprendizaje. Nos vendrá bien si finalmente se configura un gobierno plural y nosotros estamos en él, que es algo que tendremos que decidir de forma participativa, abierta y democrática. En todo caso, el panorama político será mucho más diverso y dará más juego.
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