Mehta pone música a Pedralbes
Los gemelos Torres ofrecen un espectáculo lumínico gastronómico antes de los 14 conciertos
Una alfombra roja se extendió en las puertas del Palau de Pedralbes, ocupando hasta el asfalto toda la acera de la Diagonal. Así daba la bienvenida a su selecto público el Festival Jardines de Pedralbes, cuya segunda edición dio comienzo ayer con un concierto del director de orquesta Zubin Mehta y la Orquesta del Maggio Musicale. Este festival novel, que en su segunda edición, con 14 conciertos, duplica el número de actuaciones respecto a la primera, arrancaba el mismo día que lo hacía el Sonar en Montjuïc y el recinto de Gran Via; dos festivales opuestos —escaparate de la innovación y las nuevas tendencias uno, homenaje a lo clásico el otro— que difícilmente se harán competencia durante los breves días en que coincidan en la misma ciudad. La primera edición del Jardines de Pedralbes supuso un éxito con casi un 90% de entradas vendidas. Esta vez no se esperan cifras globales tan positivas, aunque el arranque de ayer fue esperanzador para la organización: a las 9 de la noche, a una hora del inicio, tan sólo quedaban veinte localidades libres y se preveía una asistencia de 2.200 personas.
Aunque el concierto principal no empezaba hasta las diez, a las ocho se abrieron las puertas de palacio y comenzó el goteo de asistentes, constituido mayoritariamente por parejas de mediana edad vestidos de punta en blanco. Los jardines del Palau, engalanados para la ocasión, estaban salpicados de mesas cubiertas con manteles, azafatos elegantes y paradas donde se repartían gratuitamente helados y abanicos: armas contra el bochorno del verano barcelonés. El Àurea Quartet, un cuarteto formado por dos violines, una viola y un violoncelo, amenizaron la tarde desde un pequeño escenario a quienes esperaban el concierto de Zubin Mehta con una cerveza o un bocadillo, siempre abanico en mano. En esas mismas tablas tocarán otros días Joan Dausà, Maria Rodés o Amadeu Casas con Myriam Swanson.
Mientras tanto, dentro del Palau tenía lugar una cena que era a la vez un espectáculo lumínico, audiovisual y gastronómico a cargo de los hermanos Torres, cocineros del restaurante Dos Cielos de Barcelona. Éstos se han inspirado en las cuatro estaciones de Vivaldi y en la serie de poemas homónimos de Miquel Martí i Pol para elaborar un menú degustación de 30 platos: Seis para cada estación, más un extra de seis postres. “Los menús están elaborados con productos de temporada propios de cada estación. Son nuestros mejores platos”, aseguraban ayer con entusiasmo los gemelos cocineros, quienes a su vez se declararon “muy fans” del poeta catalán. Luces cambiantes y música de jazz —con alguna versión instrumental de Moon River— acompañaban la cena. En cada cambio de estación, la iluminación cambiaba, una voz femenina recitaba el fragmento correspondiente del poema de Martí i Pol y los Torres avanzaban hacia el centro de la sala para, solemnemente, substituir el contenido de la vitrina del medio: ésta debía contener flores en primavera, arena en verano, hojas secas en otoño y una bola de nieve en invierno.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.