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Un cumpleaños infantil, coartada neonazi

Los acusados por el brutal ataque frente a una sala de conciertos de Manresa alegan, en el juicio, que estaban celebrando un aniversario en un bar

Jesús García Bueno

Los skinheads acusados de perpetrar el brutal ataque frente a la sala de fiestas Stroika, en Manresa (Bages) negaron ayer los hechos con una coartada insólita y sensacional: la noche del 23 de marzo de 2012, acudieron al bar Cal Curro a comer “unos frankfurts” para celebrar el cumpleaños del hijo de la novia de Javier Cirera, amigo de todos ellos. Cirera es el presunto cabecilla de la banda neonazi y el principal acusado de un ataque salvaje y premeditado a un grupo de antifascistas que acudía a un concierto, y que acabó con un joven gravemente herido.

Cirera, que afronta una petición de más de 30 años de cárcel por diversos delitos —intento de asesinato, asociación ilícita, desórdenes públicos, tenencia ilícita de armas— fue el primero en abrir fuego en la sesión de ayer del juicio. Vestido con una camisa Belstaff de color rosa claro, el líder skin explicó que ese día estuvo trabajando en la fábrica de Seat; por la tarde, mientras su mujer “compraba en el Lidl”, él fue “a comprar unas chuches por el sur de Manresa” para celebrar el aniversario del hijo de su mujer, que cumplía cuatro años. Esa misma tarde llamó a algunos de sus “amigos” para que acudieran a la celebración, en un modesto bar del Pont de Vilomara.

Tanto Cirera como el resto de acusados trataron de desmontar la investigación de los Mossos d’Esquadra, que manejan contundentes pruebas sobre lo ocurrido. El registro del tráfico de llamadas indica que Cirera y el resto de acusados se comunicaron frenéticamente esa tarde; según los investigadores, para perfilar los detalles de un ataque que habían pensado y organizado mucho antes. Los geolocalizadores, además, situaron sus teléfonos móviles cerca de la sala Stroika a la hora en la que ocurrieron los hechos. Y para colmo, la cámara de seguridad de Cal Curro grabó a algunos de ellos en el interior del local, bromeando y reproduciendo con gestos —siempre según el fiscal— la agresión que acababan de cometer.

El ataque ocurrió sobre las 21 horas. La sala Stroika acogía un concierto de música antifascista y los neonazis vieron en ese acontecimiento una gran ocasión para la venganza: un año antes, coincidiendo con la celebración del Día de la Hispanidad, un centenar de jóvenes antifascistas armados con piedras y botellas arremetieron contra las puertas del local The Other Place, en el Poblenou de Barcelona, donde se celebraba un concierto neonazi. Algunos de ellos resultaron heridos. La respuesta fue letal: cubiertos con pasamontañas, armados y sembrando la confusión con bengalas, se acercaron a la sala Stroika y apalearon a un menor de 16 años que estuvo un mes en coma.

Los acusados, que se negaron a contestar al fiscal y solo respondieron a las preguntas de los acusados, también trataron de desmontar la tesis de que integran una asociación ilícita. En su escrito de acusación, el fiscal subraya que se trata de jóvenes de ideología neonazi, que pertenecen a partidos políticos de extrema derecha —Movimiento Social Republicano, Democracia Nacional e incluso Plataforma per Catalunya— y que militan en grupos de aficionados radicales de fútbol del Real Madrid y el Espanyol.

El fiscal señaló, en el juicio, las “flagrantes contradicciones” en las que incurrieron los acusados. Ante la juez que investigó el suceso, algunos llegaron a reconocer que habían participado en la agresión.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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