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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Oportunidad

Ahora habrá que ver si las fuerzas que están a la izquierda de la socialdemocracia son capaces de unir esfuerzos y programas

Pasados 10 días de las elecciones uno tiene la sensación que han sido de todo menos europeas. Políticos, medios de comunicación y contertulianos se empeñaron en no hablar de las políticas austericidas que padece la ciudadanía y que la mayoría de ellas provienen de las decisiones de la troika. Los dos grandes partidos se conjuraron en debatir poco y mal. El debate televisivo entre Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano fue patético, demostrando que les importaba más las cuestiones domésticas que no informar a la ciudadanía de sus propuestas para una Europa que legisla sobre más del 80% de nuestra vida cotidiana.

Ni una palabra sobre el Tratado de Libre Comercio e Inversiones entre USA y la UE que puede provocar un cataclismo en nuestro Estado de bienestar, ni una mención a la democratización de las decisiones de la Comisión. Un debate que solo tomó protagonismo al día siguiente cuando Cañete mostró su lado oscuro de machista ibérico de rancia cuna. Su verborrea y la incapacidad de asumir su error fueron los verdaderos protagonistas, a nivel nacional y europeo, de los últimos seis días de la campaña. Uno se queda con la amarga sensación de que les vino bien el dislate, ya que así evitaban enseñar sus vergüenzas como protagonistas (populares y socialdemócratas) de las políticas de empobrecimiento que han sacudido a la mayoría de los países del sur de Europa, y que han conseguido que el 27,3% de los ciudadanos españoles esté en riesgo de exclusión social.

Los medios de comunicación públicos y privados también han participado de este apagón informativo de propuestas. En el debate a dos se aceptaron las condiciones marxistas (de Groucho) de los jefes de campaña de los dos partidos mayoritarios. También claudicaron en el debate a cinco sin la participación de los cabezas de lista de PP y PSOE y ninguna cadena de televisión estatal programó el debate de los cinco candidatos a presidir la Comisión Europea (sí lo hizo la televisión pública catalana en su canal de noticias).

En Cataluña, la mayoría de partidos, excepto honrosa excepción, solo han hablado del derecho a decidir y la respuesta ciudadana se ha ceñido casi exclusivamente a votar en clave nacionalista. Solo así se puede comprender que hayan ganado las elecciones los dos partidos (ERC y CiU) que han aprobado los presupuestos más antisociales de nuestra historia, provocando un deterioro alarmante de la sanidad pública, un aumento de la pobreza infantil, unas cifras de paro y de éxodo juvenil espeluznantes, una cantidad indigna de desahucios y una pérdida de derechos intolerable.

El debate entre  Arias Cañete y  Valenciano fue patético, demostrando que les importaba más las cuestiones domésticas que no informar de sus propuestas

Aunque en Cataluña es donde han aumentado más las desigualdades, la mayoría de partidos han priorizado debatir sobre la relación administrativa con el Estado español en vez de condenar el austericidio y proponer políticas alternativas. La adormidera nacionalista se ha impuesto al debate y a las propuestas contra las políticas neoliberales.

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Ante la situación de crisis que padece la ciudadanía desde hace seis años y ante este panorama durante los 15 días de campaña, la respuesta fue el voto cabreado que se distribuyó entre los abstencionistas (54,2%), los votos en blanco y nulos (4,1%) y a castigar a los partidos mayoritarios (PP y PSOE han perdido un 40% de los votos conseguidos en el 2009).

A pesar de todo, el análisis de los resultados nos deja una brizna de esperanza para todas aquellas personas que creen que es necesario, urgente y posible una alternativa. Han aumentado de manera exponencial los votos a la izquierda real y alternativa, a aquellas formaciones que dicen basta a la troika y a sus políticas de destrucción del Estado de bienestar contraponiéndolas a las políticas de austeridad que han seguido a rajatabla liberales, populares y socialdemócratas en nuestro país y en otros de Europa. Por eso, éstos han reaccionado de forma virulenta tachando a estas formaciones de "bolivarianas", "friquis" o "prochavistas".

Es necesario que las fuerzas políticas y sociales a la izquierda de la socialdemocracia tengan la capacidad de unir esfuerzos y programas

Ahora solo falta que esta brizna de esperanza se proyecte hacia el futuro. Para esto es necesario que las fuerzas políticas y sociales a la izquierda de la socialdemocracia tengan la capacidad de unir esfuerzos y programas para convertirse en un referente para millones de ciudadanos que esperan un proyecto político alternativo, integrador y honesto.

Que nadie piense que la alternativa es irrealizable. Solo hay que mirar hacia algunos países de Sudamérica que se han sacado de encima el expolio de unas élites económicas y políticas que los empobrecían. Han sido las coaliciones entre partidos de izquierda como la del Frente Amplio en Uruguay, las que han reducido la pobreza a la mitad y han devuelto al poder político su legitimidad de gobernar imponiéndose a los intereses del poder económico. La ciudadanía ha abierto una senda llena de oportunidades por la que deben circular los valores republicanos de la libertad, la igualdad y la fraternidad.

Joan Boada Masoliver es profesor de Historia.

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