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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La marea negra y el Tratado indio

La marea negra ha llegado a los escaños del Parlamento Europeo, y que nadie se llame a engaño: la marea es la expresión de los objetivos neocon que tanto entusiasmo despiertan ahora en analistas

Es la última (¿) coartada de la derecha de siempre para poder concluir su tarea de demolición de las bases del estado de bienestar con el que tuvo que cohabitar durante los años posteriores a la II Guerra Mundial, y amenazar así a la ciudadanía democrática y a la clase media que subsisten como pueden. La marea negra ha llegado a los escaños del Parlamento Europeo, y que nadie se llame a engaño: la marea es la expresión de los objetivos neocon que tanto entusiasmo despiertan ahora en analistas como silencios cuando la crisis inició su primera danza macabra.

Las víctimas una vez más son los culpables. No acaba la cosa aquí, cualquier recorte, que no reforma, adicional será justificado por la presión, por supuesto que indigna, de una marea negra de la que la derecha educada y conservadora no se siente responsable. “Nos salieron respondones, y eso que los teníamos dentro y aquietados”. Ahora hay que contar con ellos para el gran retroceso. Los ha votado el pueblo soberano, aquella lejana ciudadanía que alumbraba como conclusión del gran edificio de la reconciliación y el reencuentro de Europa en Maastricht en 1992.

En efecto, están por derecho propio, por delegación democrática de los electores y electoras que, en manera poco edificante en cuanto a participación les otorgaron el voto la semana de mayo de 2014 que concluyó el domingo. El desagüe pestilente de todos los fascismos europeos se dieron la mano y contribuyeron al alborozo de la derecha que nunca renunció a sus muchachadas aguerridas cuando entendió que le hacían falta para provocar primero el desorden y organizar más tarde la represión. Parece que ahora era el momento, para consumar el desguace del edificio y orillar los siempre olvidados, de manera voluntaria hay que decirlo, viejos y actuales valores republicanos. En algunos casos, como en España y reconocido por los mismos dirigentes de la derecha no la hay extrema porque está dentro...

La miseria forma parte de la condición humana, incluida la miseria intelectual y política de este y otros olvidos. “La desigualdad forma parte de la humanidad”. “Los mejores ganan por sí”. “No hay alternativa”. “El mercado se ocupa de situar a cada quién en su lugar, se trate de personas, de países, o de industrias y actividades”. Ningún límite para estos y otros cachivaches mentales de la derecha reaccionaria, si es que hay otra. “Ahora”, se dicen los prebostes que nunca se presentan a unas elecciones ni en el seno de sus juntas de accionistas, “vamos a la liquidación final”.

No quedan enemigos exteriores, pese a los intentos de erigir a Rusia y Putin en algo semejante, con el aplauso de los ociosos tratadistas y analistas de la guerra fría. Una guerrita caliente, se dicen, siempre limitada y que en ningún caso afecte a las cuentas de resultados de mis empresas, o de la mía para ser más precisos. Vociferar lo que sea, sobre todo si no tengo en juego ni un 0.1 % de mis intereses. Represalias, todas, siempre que el flujo de recursos financieros y demás no deje de acudir a la City. Lo de Ucrania, bien que se hable mucho y se haga menos, sobre todo si no estamos dispuestos a emprender ninguna acción que arriesgue los negocios y tampoco a unas capacidades militares que no están para enfrentarse a lo que se consideró gigante dormido o aniquilado en los años noventa del pasado siglo. Por otra parte, el gigante se volvió hacia otro vecino, China, con más posibles y menos inconvenientes. Y además los resultados electorales son este 25 de mayo también se acomodan a un cierto diseño tranquilizador, tiros aparte.

Para aderezar el comistrajo, unos pocos ingredientes más. El comisario, se supone que en funciones, Gucht empleado del Comercio en la Comisión Europea, se supone asimismo que en funciones, se apresura con sus huestes no elegidas a fabricar en sigilo un Tratado a la manera de los tratados indios del siglo XIX: primero te machacamos, después firmas lo que no sabe tu gente, ni acaso tú mismo y luego además incumplimos lo acordado. Se trata del TAFTA (Transatlantic Free Trade Area), aunque el nombre como todo su trámite todavía no es definitivo pero que podría ser el de Tratado de Comercio de Servicios, Inversiones, y Comercio electrónico... del que nadie, o casi nadie habló durante la campaña electoral europea. Nadie, no. La portada de la revista Time, que es sabido que la cuida mucho en función de los intereses de l derecha norteamericana, anunciaba una Europa con Marine Le Pen, y auguraba la marea negra. Bueno, y Corinne Lepage, una digna eurodiputada que señaló (19 de mayo) que la firma del tal Tratado podría significar el fin de los objetivos democráticos, sociales y económicos, el final de la misma UE.

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Un desarme unilateral de los logros conseguidos durante décadas en materias como las libertades individuales, por ejemplo el secreto de las comunicaciones o de nuestros datos personales; la posibilidad, que ya ejercen, las grandes corporaciones de demandar a los estados si modifican sus legislaciones de modo que “lesionen” las expectativas de los inversores; el fin de las legislaciones y territoriales o locales que se opongan a lo acordado y otras gabelas que los borradores puestos a la luz por Le Monde el 15 de abril de 2014 han ido dejando con el ídem al aire a la Comisión Europea que ahora se extingue. Se dice, y se sabe, que se negocia, pero han procurado que no nos entremos de qué se negocia, de los contenidos... Que la próxima no lo continúe, por supuesto aunque la marea negra tan nacionalista y antieuropea y que no son tantos, les facilite el trabajo a quienes no quieren vernos como un espacio de libertad, de prosperidad compartida, de igualdad, y de valores y por el contrario les interesamos fragmentados, sin seguir el camino de una Europa más unida, solidaria, como queríamos desde los inicios.

Claro está que todo pasa, también, por desalojar de sus cómodas madrigueras a los cómplices que ocupan los gobiernos de estados, territorios y municipios. Todos orgullosos patriotas dispuestos a sacrificarse ante el gran jefe blanco por el bien de sus tribus respectivas.

Habrá que estar muy atentos, y dejarnos de esperpentos locales, histriónicos, analfabetos voluntarios, y cínicos de pelaje cambiante. Por supuesto encima de los representantes recién elegidos y de la Comisión cuyo presidente y componentes no resultará tan sencilla como hemos, entre todos, procurado convencer al electorado: estados e intereses, o viceversa para ser más exactos darán de que hablar en los próximos días y meses.

Volveremos sobre los efectos más locales, territoriales, de estas y nuevas reflexiones europeas.

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