Los lazos que unen
Hay algo de funcionarial en las frecuentes visitas que Dean Wareham nos lleva brindando en los últimos tiempos
Sin tratar de menoscabar en lo más mínimo la clase de un músico al que no se le discuten los galones, hay algo de funcionarial en las frecuentes visitas que Dean Wareham nos lleva brindando en los últimos tiempos. En esta ocasión el neoyorquino se presentaba con un más que solvente nuevo álbum bajo el brazo, el primero que edita a su nombre en casi tres décadas de carrera. Y aunque temas como The Dancer Disappears o Heartless People nos lo muestren algo menos sujeto a ese reconocible libro de estilo que ha guiado sus pasos en sus dos trayectos grupales (al margen del dúo junto a su pareja, Britta Phillips), al final son siempre los temas de Galaxie 500 y Luna los que encienden, no sin motivos, el entusiasmo del público.
Dean Wareham
Dean Wareham+Lost Tapes. Dean Wareham: voz y guitarra; Britta Phillips: bajo y teclados; Roger Brogan: batería; Raymond Richards: guitarra. Wah Wah.
Valencia, jueves 9 de mayo de 2014.
Ya sea por voluntad propia o porque las circunstancias no le aconsejan un margen mayor, el protagonismo de la nueva etapa que acaba de iniciar queda muy empequeñecido ante al legado que representan Temperature’s Rising, Tiger Lily, Lost in Space o Indian Summer, lazos que le unen con vigor a su propio pasado (de ahí el titular springsteeniano que nos hemos gastado). Lo que no tiene en sí nada de reprochable, aunque se antoje magra progresión para un músico relajado (quizá demasiado) y con aspecto de diletante ilustrado, que hace solo tres años revestía de efeméride la recuperación del repertorio de Galaxie 500 sobre nuestros escenarios, y que no dejó nunca de presentar con puntualidad cada uno de los trabajos de Luna en nuestro país, incluso el que anunciaba su despedida. Buenas noticias, en fin, para los fans irredentos, pero quizá no tanto para quien no se conforme con el déjà vu.
La noche la habían abierto estupendamente Lost Tapes, el dúo formado por Pau Roca (La Habitación Roja) y RJ Sinclair (Tokyo Sex Destruction), quienes se nota que disfrutan del componente lúdico de un proyecto en el que dan rienda suelta a sus filias sonoras con efectista brillantez: no cuesta detectar los rastros de Stone Roses, New Order o alguna luminarias shoegaze, a las que evocan con gracia y oficio.
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