_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El bochorno valenciano

Raimon sigue siendo incomodo para esta derecha analfabeta como lo fue para aquella izquierda pusilánime de Joan Lerma

Como las rosquilletas. Como las medidas pectorales de Rosita Amores. Como el pimentó en salmorra. Como el brazo incorrupto de San Vicente Mártir. Como las figuras de Lladró. Como el pasodoble Pepita Greus. También los valencianos contamos con un fenómeno típico en materia de meteorología política: El bochorno valenciano. Entre sus componentes más característicos, un fuerte y arraigado populismo, una nada disimulada xenofobia y antirracionalismo por los cuatro puntos cardinales. Agítese, sírvase y tendrá como agente provocador una clase política, mediocre, zafia y subalterna. La derecha conservadora y regionalista. Y su mejor herencia: El bochorno valenciano.

Claro que también este Bochorno valenciano podría haber sido el titulo de una obra de Tennessee Williams trasladada del sur faulkneriano a El Palmar o Port SaPlaya. Aquí se podría rebautizar como ¡ Xè, quina basca! Los intérpretes los dejo a su libre elección. Desde que nos quedamos huérfanos de Amparito Rivelles y José Sancho que nuestro star system ya no es que lo que era a falta de nuestro Lawrence Olivier autóctono.

Sigo con el bochorno valenciano mientras busco un paypay para remediar algo este sofoco de nunca acabar. Leo en una entrevista que nuestro presidente mejor afeitado de nuestra reciente historia autonómica, Alberto Fabra, afirma que la Comunidad Valenciana es algo así como el dique de contención del pérfido nacionalismo-separatista catalán tan revuelto de un tiempo a esta parte. Solo le ha faltado añadir el anuncio de la colocación de un juego de concertinas a la altura del río Sènia como medida disuasoria contra la barretina imperialista. O ya puestos unas estilizadas alambradas Mauthausen Style Vintage. Resulta irónico, por no decir esquizofrénico, que mientras nuestra clase empresarial clama por mejorar las infraestructuras y relaciones a este lado del Mediterráneo entre regiones vecinas y cómplices en tantas cosas, el discurso del señor Fabra se nos presente en forma de hoja de parra anticatalanista para tapar las vergüenzas y corruptelas que le asoman a su partido por los cuatro costados.

No sé si quien le estará dictando su hoja de ruta rumbo a las próximas elecciones europeas, pero por el estilo se diría que en el Palau de la Generalitat han contratado al vidente Sandro Rey como asesor político. Pasado el ridículo del diccionario de la Acadèmia Valenciana de la Llengua hay que seguir marcando paquete mediático y nosotros aguantando este bochorno valenciano como si se trataran de los calores de la menopausia. Supongo que un día de estos sus spin doctors le organizaron un acto de adhesión y fervor popular porque al paso que va, solo le queda el aplauso de la corte de la fallera mayor.

Para ser consecuentes con su trayectoria- la de esta derecha cerril e iletrada- ahora que a Raimon le han dado el Premi de les Lletres Catalanes, el Consell que preside don Alberto Fabra debería expresar su más enérgica protesta contra la entidad Ómnium Cultural por apropiarse de una figura valenciana como la de este cantautor nacido en La Costera como el presidente de la Diputación Alfonso Rus y el Papa Alejandro VI. O hacer de tripas corazón como el Ayuntamiento franquista que presidía don Adolfo Rincón de Arellano y enviarle un felicitación, como en su día hicieron por su triunfo en el Festival de la Canción del Mediterráneo.

Raimon sigue siendo incomodo-y por muchos años que lo veamos - para esta derecha analfabeta como lo fue para aquella izquierda pusilánime de Joan Lerma y sus satélites televisivos de Canal 9. Nada nuevo bajo el sol. Raimon ya forma parte de la historia de este país, el de aquí, el de más allá del Ebro y el de pasado el Puerto de Contreras. Entre otras razones por haber colaborado a cambiar la sensibilidad de la sociedad española, por haber iniciado un movimiento gracias al cual después vendrían los Serrat, Aute, Llach y compañía. Un creador que se enmarca y se enlaza en ese paisaje cultural de la mitad del siglo XX que produce figuras como Georges Brassens, Léo Ferré, Gino Paoli, Jacques Brel, Barbara, etc. No es casual que Bob Dylan y Raimon coincidan en la primavera de 1966 en el Olympia de París como embajadores de esa canción nueva, con cara i ulls que anunciaba los nuevos y revueltos tiempos.

Escuchar de vez en cuando Veles e vents, el poema de Ausiàs March al que Raimon puso música y voz, continúa siendo una de las mejores formas de combatir el bochorno valenciano en cualquier estación del año. Como en esta primavera.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_