Alicante cierra su servicio de alquiler de bicicletas por falta de usuarios
La capital de la Costa Blanca solo logra 308 abonados frente a los 100.000 de Valencia
La provincia de Alicante suele acoger en sus inviernos a la mitad del pelotón profesional dispuesto a entrenar y en busca del clima bondadoso y la abundancia de montañas. Y, sin embargo, pedalear en su capital no resulta buen negocio por falta de concienciación, miedo a los coches y mala planificación de infraestructuras.
Los argumentos que manejan aquellos que defienden la bicicleta como un medio de transporte sostenible y saludable para Alicante cobrarán mayor sentido el próximo 28 de marzo: la empresa que gestiona el servicio de alquiler municipal da por cerrada la concesión.
El descenso de abonos y el costoso mantenimiento de los biciclos de Alabici, agravado por los robos y el vandalismo que han causado pérdidas por valor de varios miles de euros, han sido las razones que han llevado a la empresa Tevaseñal, SA, a no querer renovar la concesión, según fuentes de la Concejalía de Medio Ambiente. El Ayuntamiento da así por muerto su servicio de bicis tras cuatro años de prestación, lo que deja coja una de las líneas estratégicas del Plan de Movilidad Urbana Sostenible de Alicante. El sistema, aseguran sus defensores, requiere de una “profunda revisión”, pero “sin prisas”.
La desaparición de Alabici es “la crónica de una muerte anunciada” para los ciclistas urbanos consultados, un síntoma de la falta de creencia en un vehículo que en otras ciudades han abrazado. El ejemplo más cercano es el de Valencia, que con el mismo clima que Alicante aunque con menos cuestas, este servicio está siendo un éxito y ha logrado hacerse un hueco en la vida urbana. En el Consistorio valenciano pueden felicitarse por los 100.000 abonados del servicio de Valenbici. Alabici solo ha alcanzado durante estos cuatro años la cifra ridícula de 308 abonados.
La empresa que lo gestiona dejará el servicio a partir del 28 de marzo
¿Qué diferencia al sistema de Valencia del de Alicante? Los vehículos son más robustos en el primero que en el segundo. También, mejores ofertas. En Valencia, la primera media hora es gratuita; en Alicante, no. La contrata: la empresa está obligada a promocionar el servicio en la ciudad del Turia. En Valencia admiten los actos vandálicos y los robos tanto como en Alicante. ¿La diferencia? En un sitio se reponen y reparan; y en la capital de la Costa Blanca no.
Frente a la robustez de las bicis de Valencia, las alicantinas “no son las más idóneas”, explica Pedro García, del colectivo Alacant en bici. “Tienen elementos frágiles, los cambios de marchas se rompen fácilmente y si no reparas las estaciones [19 frente a las más de 200 de Valencia], la gente deja de ir a ellas”, argumenta el ciclista. Miguel Ángel Pavón, concejal de Esquerra Unida, lamenta que no haya estaciones para poder dejar las bicis en “los barrios del norte de la ciudad o en las pedanías” y acusa directamente al gobierno de Sonia Castedo de “dejar morir el servicio”.
“El Ayuntamiento ha dejado de poner el tercio del presupuesto que le corresponde de los 350.000 que cuesta la contrata”, explica Luis Falcó, usuario de la bicicleta y responsable de Movilidad de Compromís per Alacant, sin representación municipal. Falcó apunta a un despilfarro de 120.000 euros anuales en un sistema de carriles que adolece de planificación. El Plan de Infraestructuras Ciclistas (PICA) se ha quedado a medio gas.
Los ciclistas lamentan la desidia municipal y la falta de interés
El centro está desconectado de la entrada sur a la ciudad, donde se encuentra la OAMI, una oficina de la Unión Europea repleta de candidatos a usar un vehículo mucho más aplaudido en otros países que en España. No hay carril que una la zona de playas con el centro. Los barrios no están interconectados. “En arterias como la Gran Vía cruzas de un lado a otro hasta 15 veces siguiendo el carril marcado, tardas el triple en recorrerla que yendo en línea recta”, protesta Falcó.
Y mientras en Valencia cuentan en su Ayuntamiento que “es un servicio que ha calado en todas las clases sociales, desde ejecutivos a señoras y estudiantes”, en Alicante resulta un acto heroico tomar, por ejemplo, una rotonda.
“Es inhóspita”, dice Paco Navarro, ciclista habitual. “No hay cultura de bici”, ahonda Pedro Vera, quien suele pedalear desde casa al trabajo. Los ciclistas urbanos protestan por los trazados: cuando el carril está sobre la acera, se enfrentan con el peatón; si está en carretera, las velocidades acaban asustando. En los estacionamientos, la pelea es con las motos. Una bici encadenada a una farola puede ser retirada como un vehículo más.
Un dato resume todo: en la avenida de la Estación (cuatro carriles) el carril bici “no duró ni seis días. Fue un caos: choques, riesgo continuo, peleas con la carga y descarga”, recuerda Falcó, “ni coches ni motos han aprendido a convivir con las bicicletas”.
Una ‘ciudad saludable’ sin pedales
La desaparición del servicio municipal de alquiler bicicletas supone un claro retroceso para una ciudad que esta semana presentaba el proyecto Alicante, ciudad saludable 2025. Una iniciativa de la Universidad de Alicante y el Ayuntamiento encaminada a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
La primera iniciativa será establecer un mapa de activos sanitarios en los barrios de Virgen del Remedio, Benalúa y Zona Centro que permitirá conocer los servicios y las infraestructuras sanitarias disponibles y las necesidades de los vecinos.
El rector de Alicante, Manuel Palomar, explicó durante la presentación del programa, que la Universidad dispone de una ayuda de 75.000 euros del Fondo de Investigación Sanitaria para empezar a trabajar y “analizar temas como el envejecimiento activo, los efectos cardiovasculares o la aplicación de las nuevas tecnologías relacionadas con la salud”. Los investigadores también se interesarán por aspectos como la dieta mediterránea o el tiempo compartido. La iniciativa, según apuntó la alcaldesa, Sonia Castedo, pretende “poner en valor la calidad de vida y bienestar” de los vecinos de Alicante.
Una iniciativa que arranca coja, ya que la supresión del alquiler de bicicletas supone un paso atrás en el camino de avanzar hacia una ciudad saludable.
Pese a todo, en Alicante hay espacio para la bicicleta, y el pedal tiene muchos adeptos. Una vez al mes, cerca de 200 amantes del pedal circulan por sus calles tranquilamente como parte del movimiento internacional llamado Masa Crítica, encaminado a demostrar las bondades de este vehículo: insonoridad, ecologismo, salud, etc.
Las jornadas de Ciclovía, que el Ayuntamiento lleva sin organizar desde 2012, fueron un éxito rotundo de público y tuvieron una gran aceptación. Durante la mañana del domingo se liberaba de coches varios kilómetros de fachada litoral, en Conde Vallellano, que invadían familias enteras que acudían con sus bicicletas a disfrutar del deporte. En su tercera edición el Ciclovía llegó a reunir a 100.000 personas.
El colectivo Alacant en bici propuso al Ayuntamiento, sin éxito alguno, desarrollar una ruta cultural por las torres de la huerta alicantina, vestigios del modo de vida del área metropolitana. “Cada seis meses hablamos con el Ayuntamiento y son muy educados pero acaban por no hacer nada”, admite el miembro del colectivo ciclista, Pedro García.
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