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Ahmed y Pep cruzan el Estrecho a bordo de un cancionero común

'El Botifarra' presenta un proyecto que funde cantares valencianos y marroquíes

Pep Gimeno 'El Botifarra' en una actuación de 2010.
Pep Gimeno 'El Botifarra' en una actuación de 2010.

Pep Gimeno el Botifarra y Ahmed Touzani cruzaron la noche del domingo varias veces el estrecho de Gibraltar, en una y otra dirección, sin moverse de Valencia, sin bajar del escenario del Teatre El Micalet. Lo hicieron sin barca alguna y sin que nadie pudiera detener el tránsito de unas canciones que eran tan valencianas como marroquíes, tan del uno como el otro.

Comenzaron con un cant de batre, que el de Xàtiva bordó con la maestría que le caracteriza, aprendida de su abuela Otilia Borredà, de Benigàmim, y otros cantaores y cantaoras que le han saciado a lo largo de sus años su sed de conocimiento de la tradición musical oral  valenciana. Sin solución de continuidad, el marroquí se enganchó al canto en su lengua, variando ligeramente los colores pero manteniendo la tonalidad, la cadencia, el ritmo, la melodía, apoyándose en el laúd y llevándosela al otro lado del Estrecho con la mayor naturalidad, para volver en pocos minutos a este lado y pasarle de nuevo el testigo a El Botifarra

Así fue toda la velada, haciendo honor al nombre del espectáculo, De banda a banda.  Subidos los dos cantantes a bordo de un cancionero que incluía el fandango, la granaïna (la de Montaverner, si la memoria no falla), la jota, el romance e incluso la malaguenya (la de Barxeta, cómo no), ya hacia el final, fueron y vinieron del norte de Africa a los confines de la Vall d'Albaida (que fue la comarca más representada, cuna de la abuela del cantaor valenciano) recordando siglos de historia común.

Cuando la expulsión de los moriscos, los españoles de origen árabe que quedaron hicieron más nadals que nadie, vino a decir Pep Gimeno, cuando llegó el turno de este compás, para demostrar que eran más cristianos que nadie. Los comentarios amenos, ilustrativos, jocosos, se sucedieron entre una y otra pieza, por parte del valenciano, jugando con el habla popular de la Costera o de la Vall, con los giros castellanizantes o con las citas textuales de los buelos y sus chascarrillos, hasta llegar a un monólogo memorable y muy largo, en la que enlazó dichos y refranes del calendario agrícola anual, mes a mes, hasta dejar atónito al respetable por la gracia y capacidad memorística que demostró. Todo un showman

Es inevitable recordar como antecedentes, más al sur, el trabajo del Lebrijano con la Orquesta Andalusí de Tetuán, o incluso antes, en tierras valencianas, el de Al Tall con Muluk El Hwa y su disco Xarq Al Andalus. Pero lo que en estos últimos fue un primerizo y brillante encuentro entre dos músicas en apariencia lejanas, la de la música gnaua y la tradicional valenciana, en el caso de Pep Gimeno El Botifarra y Ahmed Touzani es una auténtica pareja de hecho, por no decir maridaje, de canciones que son duales, que admiten como mínimo dos lecturas, a una y otra orilla del Estrecho, y que se funden al final en una sola.

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Como ejemplo para quienes estén menos familiarizados con la tradición valenciana, El Botifarra lanzó al escenario una conocida en toda España y mucho más allá. "Pero si tienen hasta La Tarara!", dijo como si fuera el colmo, refiriéndose al pueblo al que pertenece Touzani y la hicieron juntos a su manera dispar, el uno con la pandereta y el otro con el violín que toca de forma espléndida. No lo hicieron solos, justo es decirlo, sino en quinteto de ricas percusiones, bajo eléctrico que coqueteaba con el laúd y guitarra española tañida con elegancia. El colofón del concierto estuvo a la altura del viaje intercontinental, con Miquel Gil en escena, para mostrar una vez más lo bien que armonizan ambas voces, bajo y tenor del cant valencià.

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