Jorge Expósito, la sorpresa de la tarde
El novillero valenciano cortó dos orejas y salió a hombros en la primera de feria
Los pronósticos saltaron por los aires en la primera de Fallas. Se contaba con Fernando Beltrán y Román, pero mucho menos con Jorge Expósito. Y la cosa casi, o sin casi, salió al revés. A Expósito se lo llevaron a hombros, Beltrán salvó los muebles gracias a la generosidad presidencial y Román, sobre el que estaban todas las miradas, se marchó cabizbajo.
Cierto es que a Expósito le tocaron los dos novillos de la tarde, el tercero de Daniel Ruiz y el sexto de Jandilla, primero de los dos con los que se remendó la novillada. Los dos fueron buenos, muy notable el titular y bueno, a secas, el otro. El de Daniel Ruiz fue una máquina con gasolina de principio a fin. Incansable. De embestida larga. Repetidor. El novillo soñado para novillero tan bisoño en tarde de compromiso. Expósito, un metro noventa de estatura, levantó la faena con estatuarios. Cierta personalidad y notas de novillero en etapa de aprendizaje. Pero ayudó el novillo y Expósito no le perdió la vista ni la compostura. A la inercia del buen astado, fue sacando faena paso a paso y pase a pase. Primero sobre la derecha. Luego, ya templados los nervios, se echó la muleta a la izquierda y redondeó el trance como si tal cosa. Por este lado soltó cuerda a un novillo también de mucha cuerda y lo llevó largo.
RUIZ, JANDILLA / BELTRÁN, ROMÁN, EXPÓSITO
Cuatro novillos de Daniel Ruiz y dos -5º y 6º- de Jandilla. Desiguales de presentación y juego. El lote de Expósito, el mejor. Bueno el último de la tarde.
Fernando Beltrán. Media delantera, descabello –aviso- y tres más (silencio); entera (oreja).
Román. Pinchazo –aviso- y casi entera traserilla (saludos); entera y cuatro descabellos –aviso- (silencio).
Jorge Expósito. Entera desprendida –aviso- (oreja); estocada –aviso- (oreja).
Plaza de Valencia, 8 de marzo. 1ª de Fallas. Media entrada.
En el sexto, de Jandilla, un castañito de bonito dibujo, Expósito fue creciendo poco a poco. Precavido de inicio; sin confianza plena. Visto que el novillo se dejaba dócil por el derecho, cumplió el primer trámite por ese pitón. Cambiada la muleta de mano, llegó una serie al natural que descubrió definitivamente el pastel. Limpia esa primera tanda, le siguió otra con las zapatillas más agarradas a la arena. Y dos más, de viaje muy largo y también templado. A pies juntos dos naturales y para cerrar al novillo una cadena de ayudados con el remate de uno del desprecio muy conseguido. La impresión final de que Expósito campaba a sus anchas como novillero cuajado, tal era su seguridad. Y otra estocada, esta de mayor precisión que la del tercero. El triunfo en sus manos, a pesar de que el puntillero le levantó por dos veces el novillo y desde el palco le enviaron un aviso. Sorpresa este Expósito.
Una oreja de escaso eco le cortó Fernando Beltrán al cuarto. Este cuarto fue novillo con tipo de toro pero mínimo de pitones. A Beltrán, encimista de entrada, se le acumuló faena. Demasiada para lo que de verdad planteaba el novillo-toro. Un desarme y una voltereta, cambiaron el efecto, que no el rumbo, de un trabajo plano y sin grandes ideas. Echó de amor propio Beltrán. Y entre algún apuro y barullo, salió del atolladero como bien pudo. Este novillo, que no fue ningún dulce, necesitaba de manos más expertas. Beltrán paseó un trofeo por obra y gracia de la generosidad de público y presidente, cómplices en esta ocasión.
El novillo que abrió plaza y feria fue novillo de fuerzas mínimas. Beltrán, muy pendiente de la compostura, no prendió interés. Mucho enganchón en el intento de toreo al natural y discreto en todo lo demás. La faena se hizo larga y acabó casi tediosa.
Tampoco fue la tarde de Román, el más esperado. No se entendió con el jabonero que hizo segundo, que se ofreció sin condiciones por el lado derecho. Por ahí tuvo fijeza, pero Román le apretó tanto en la corta distancia que acabaron cada uno por su lado. En una de esas, Román se quedó al descubierto y el jabonero se lo llevó por delante. Un susto nada más. Insistente el novillero, acabó por retirar de la circulación un novillo que apuntaba más, sobre todo por el pitón diestro. Un desarme…otro desarme, aunque la música a su aire obviaba tales desaires. Otra faena larga, de no muchas luces.
El quinto, primero de los remiendos de Jandilla, no tuvo entrega. Con un gazapeo incómodo que hizo mella en Román, que perdió lucidez. Muchos pasos perdidos entre muletazo y muletazo. La muleta demasiado cerca y muchos problemas por el lado izquierdo. Ni uno ni otro aclararon posturas y acabaron topones ambos.
De los cuatro novillos de Daniel Ruiz, los tres primeros apenas tuvieron presencia. El tercero salvó el honor por el muy buen juego que dio. Pero ni esos tres ni el cuarto, con tipo de toro y cara de recién nacido, fueron algo en el caballo. A los cuatro los solventaron con más burocracia que castigo. Los dos de Jandilla, muy bien hechos, se dejaron en varas. Ni más ni menos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.